Proseguimos desenterrando perlas hoy olvidadas que "Pelo" documentaba a través de sus páginas hace ya cuatro décadas.
En 1973 el fenómeno Mahavishnu comenzaba a acercarse (de oído, eso sí) a las costas argentinas y crecía el interés por escuchar los discos de esta banda con aroma a incienso cuya música se salía cómodamente de los cánones tradicionales que dirigían el creativo rock de entonces para sumergirnos en un mundo cuasi-celestial. Era el apogeo de las búsquedas espirituales en letra y música, y la Mahavishnu se cobijaba bajo el sólido manto de las enseñanzas del gurú hindú Sri Chinmoy.
Este artículo da un amplio paseo por la trayectoria de entonces de la banda de John McLaughlin: por un lado, ofrece una crónica a vuelo de pájaro redactada por la entonces corresponsalía de "Pelo" en París y que cubre los conciertos que la Orquesta celebrara en el Ba-Ta-Clan y el Olimpia de la capital francesa allá por junio del '73, poco después de la edición de "Birds of Fire". Por el otro, brinda un racconto sobre sus orígenes, se entrelaza en una exacta descripción de su música y las sensaciones que la misma depara, y remata con una observación que, a la postre, sería profética.
"Pelo" Año IV
Nº 44 - Noviembre 1973
pp. 20 y 21
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EL DIVINO VIAJE DE LA ORQUESTA
"Yo les voy a presentar a mis hermanos músicos: tenemos a Billy Cobham en batería, a Rick Laird en bajo, Jan Hammer en teclados y sintetizador, Jerry Goodman en violín... Ahora, querría, antes de tocar, un pequeño silencio místico". Y el público del Olympia, tan turbulento habitualmente, acuerda a John McLaughlin el instante de paz solicitado. La Mahavishnu Orchestra de John McLaughlin es, incuestionablemente, un fenómeno. Un fenómeno espiritual, por su cuestionamiento místico, su búsqueda de lo divino que, se ve, recae a pesar de todo en el comportamiento del público; un fenómeno musical, por sus pasos de fusión flexibles de múltiples orientaciones, del rock al jazz, del clásico occidental al clásico oriental; un fenómeno social y comercial, visto su extraordinario éxito entre un joven y numeroso público norteamericano y también europeo y en forma subterránea para los latinoamericanos; un éxito teóricamente sorprendente para un música teóricamente compleja.
EN EL BA-TA-CLAN
De los dos conciertos dados en París por la Mahavishnu Orchestra, el del Ba-Ta-Clan fue mucho más revelador que el del viejo Olympia. Numerosos, muy numerosos, espectadores del Ba-Ta-Clan reservaron un triunfo para la música de la Mahavishnu Orchestra. Es, dentro de la escala parisina, la réplica exacta de lo que ocurre en los Estados Unidos, y, de alguna manera, en Gran Bretaña: John MacLaughlin, clasificado desde hace mucho tiempo, todavía en Ia categoría de los guitarristas geniales y desconocidos, reservada para una elite de conocedores y snobs "que no se daban cuenta de que eso no avanzaría porque era alga muy hermético"... John McLaughlin se convirtió en uno de los favoritos de los más jóvenes que se reúnen en los conciertos de la Mahavishnu y compran sus discos en masa. Evidentemente, nada comparable con los "supergigantes" del mercado del rock y de la musiquita digerible, pero la evolución es alarmante. Y se puede pensar que si la Mahavishnu sigue por ese camino, puede fácilmente llegar a un éxito comparable al de Pink Floyd, por ejemplo. En este sentido, la Mahavishnu representa como algunos otros, una desmentida singular al postulado de los hacedores del show-business: "comercialidad implica simplismo".
SIN CONCESIONES
Porque lo que ejecuta la Mahavishnu Orchestra en el presente, y lo que hemos podido escuchar en su último álbum, no ofrece ninguna concesión notable, comparado por ejemplo con "The Inner Mounting Flame" o con respecto a posteriores experiencias memorables de McLaughlin que tuvieron por nombre "Devotion" o "Extrapolation". Por el contrario, se advierte la perseverancia en una línea bien precisa en la perfección de una síntesis, que es la definitiva. Este perseverancia se ve bien ilustrada en la manera en que McLaughlin ha conformado su orquesta, y en la forma en que ha adosado a su propia personalidad las restantes personalidades musicales.
La Mahavishnu se formó en 1971, cuando McLaughlin venía de dejar a los Lifetime de Tony Williams. Este inglés de Yorkshire se expatrió a los Estados Unidos cuando ya poseía un sólido lote de experiencias musicales. Desde su infancia, en la ciudad de Kirk Sandall, se había iniciado en la práctica del violín, guiado por su madre que también era violinista. A los 8 años aprende piano, para encontrar -finalmente a los once años- su instrumento favorito: la guitarra. No se enclaustrará, en su adolescencia, en una especialidad bien delimitada: por el contrario, escucha y asimila apasionadamente los estilos más diversos. Primeras influencias: jazz con, evidentemente, Django Reinhardt y Tal Farlow; blues, con Muddy Waters, Leadbelly, Big Bill Broonzy; y también guitarra flamenca, por los conciertos dados en Inglaterra por grandes guitarristas españoles de paso. John McLaughlin se lanza a la actividad con una orquesta llamada Big Peter Deuchar and His Professor of Ragtime. Luego, ya más seriamente, participa en el seno de numerosos grupos en la ola creciente del rhythm & blues británico. Acompañará también a casi todos los grandes nombres de esta generación a mitad del camino entre el rock y el jazz, y con una predilección por el buen ritmo bien cuadrado.Los nombres: Graham Bond, Brian Auger, Georgie Fame, Herbie Goins o, inclusive, Ginger Baker o Jack Bruce. En 1969, en una gran tourné con los acompañantes del músico norteamericano Tony Williams, él mismo lo invite a incorporarse a su formación: Lifetime.
GOLPE DE DESTINO
McLaughlin parte entonces hacia Norteamérica. Durante sus años londinenses, se había impregnado del arte de Coltrane, Mingus, Eric Dolphy y Miles Davis. Por intermedia de Tony Williams, toca con Miles Davis, lo que será el golpe de destino decisivo pare recomendar al guitarrista. Con Miles graba dos soberbios álbumes: "In a Silent Way" y "Bitches Brew"; un tema incluía su nombre en este último LP. Su admiración por Davis le confiere el respeto del público de jazz y también de una parte creciente del público de rock sensible a la "apertura" practicada por Miles Davis en su dirección, precisamente con esos dos álbumes.
La experiencia con Lifetime termina a fines de 1970, cuando McLaughlin había regresado un poco fugitivamente a Jack Bruce. Es entonces cuando la idea de la Mahavishnu Orchestra toma forma, acentuada por el descubrimiento del pensamiento de Shri Chinmoy. Inmediatamente McLaughlin se pone a buscar un baterista, elemento que considera como fundamental para la buena marcha de una formación. Encuentra a Billy Cobham, panameño de Nueva York, que manifiesta su autoridad con los tambores, detrás de Miles Davis, Horace Silver y también de James Brown. Curiosamente, el segundo instrumentista buscado será un violinista. Prueba esta de la concepción ya bien avanzada en el espíritu de McLaughlin, de lo que debía ser la música de la Mahavishnu. El violinista ideal era, a sus ojos, el francés JeanLuc Panty, pero la sociedad con él no se concretará. Escuchando sistemáticamente los discos en los que se destacaban los violinistas, descubre a Jerry Goodman, violinista de Flock, un grupo de la generación norteamericana de fusiones ambiciosas con Chicago y Bood, Sweat & Tears. El bajista checo Mirostav Vitous le presenta a su compatriota Jan Hammer, que oficiaba entonces coma pianista de Sarah Vaugan [sic] y que posee un serio bagage [sic] clásico de la Academia de Praga. Finalmente quedaba llamar al bajista: Rick Laird, con quien ya había tocado en otras oportunidades, para completar la formación.
Dos años de la Mahavishnu Orchestra... El objetivo de esta música es la realización de una divinidad, una carrera hacia esa divinidad. Traten de encontrar esa meta final y constatarán que las otras metas, inferiores, están a la vista. Tal es la sabiduría de Shri Chinmoy, el maestro de McLaughlin.
FLEXIBLES FUSIONESIncuestionablemente, es una música "alta". Los temas merodean directamente a una especie de apogeo permanente. Ningún preámbulo. Sólo preexiste una napa sonora usual en el Moog o proveniente de la guitarra de doce cuerdas, una napa sonora que no deja de recordarnos a la de la cítara india. La fusión de los géneros es flexible dentro de la Mahavishnu Orchestra, porque es algo natural. También, porque raramente una influencia se desprenderá de la otra. Podemos percibir, por ejemplo, una partida en un ritmo "binario", pero rápidamente se habrá esfumado, y unose mecerá en un bosquejo de tema clásico, que rápidamente será superado por la "carrera ascendente" general.
También notamos momentos de perfecta unidad, inclusive de identidad total entre los músicos: así, por ejemplo, mientras Jerry Goodman en el violín, John McLaughlin en la guitarra y Jan Hammer en el Moog hacen sonar sus instrumentos de la misma manera (como violín), resulta casi imposible de discernir quién toca realmente.
Pero, la Mahavishnu Orchestra ¿guardará por mucho tiempo su unidad? Se tiene permiso pare dudar. Los conciertos parisinos han puesto en evidencia la diferencia de actitud de McLaughlin con Laird y Hammer por una parte y la de Cobham y también Goodman por la otra. Puede tratarse de una concepción diferente de la parte mística y de la música, como puede ser una reticencia a proseguir con esta aventura para-religiosa. El tiempo lo dirá."
El tiempo lo dijo, sí. Vaya un buen video para recoger esas épocas de la Mahavishnu que muestra lo que debe haber sido ver en vivo a estos genios juntos.
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