Ortega, la carta que le queda a Astrada

Al Negro Astrada se le están terminando las opciones para intentar revivir a este River moribundo. Hasta aquí, no le funcionó nada para darle, aunque sea, un mínimo de color a su desangelado conjunto de insuficientes voluntades. Ayer sumó otra derrota más, esta vez frente a un Lanús al que no le sobra nada en su plan futbolístico, pero que en comparación con la nulidad millonaria pareció, por momentos, una metralleta de fútbol. Hicieron volar y volar a Vega, hasta que un frentazo de Blanco lo forzó a un error que el mismo volante granate capitalizó para el 1-0 definitorio. Las ideas de River para sobreponerse, como en toda la temporada, estuvieron ausentes.

Acaba de comenzar el proceso de restauración encabezado por Passarella, pero la paciencia de la gente millonaria ya se agota. No hay hinchada que a River no le falte el respeto y no le cante “Se van para la B”. Astrada se queda sin planes, probó diferentes sistemas y a todos los jugadores. O a casi todos. Y por eso ya se prepara para jugar la carta de Ortega, uno de los pocos que venían acumulando millas entre los descartados y que no había tenido la oportunidad de reaparecer, como si la tuvieron Abelairas o Rosales.

Burrito se cansó de quedarse afuera de las convocatorias, supuestamente por incumplimiento de horarios y demás aspectos relacionados. La versión off the record marcaba que no volvería a lucir la banda roja hasta que decidiera tratarse por su adicción al alcohol, mientras que Astrada aseguraba que jugaría como cualquier otro cuando estuviera pleno. Faltó a un par de prácticas y se retiró de otra, colérico por su ostracismo. Como sea, el técnico ya no puede darse el lujo de no utilizarlo y anunció que lo concentrará para enfrentar a Newell´s. Su presencia, como mínimo, garantizará ganar algo de tolerancia entre los crispados -y con razón de sobra- hinchas.

Ortega, ausente desde la segunda jornada, no va a conseguir transformar a sus compañeros en fenómenos ni va a producir un giro de 180º grados El físico erosionado ya no le permite darse esas ostentaciones. Lo que sí puede llegar a aportar esta versión del jujeño es aire para sus hostigados compañeros, evitar el “Orteeeeeeega, Orteeeeeeega” señal de hastío y, con la magia a cuenta gotas que le queda, buscar añadir un mínimo de ingenio o calidad a ese ataque seco y apático, que es el tercero menos goleador (8 gritos) del torneo. El ídolo estará en cancha, ya no podrán exigirlo.

Ya no va a quedar intento por hacer. La urgencia obliga, una vez más, a dejar en un segundo plano las cuestiones disciplinarias o personales de Ortega a un segundo plano. El jujeño, que había dicho que ya se veía afuera del club, tendrá la ocasión de demostrar si merece la renovación o empezar a despedirse de sus fieles -¿se llevará Gallego a él o Gallardo a Independiente?- desde el campo de juego.