Como el año pasado, a días de la entrega de los Oscar invitamos a nuestros lectores a repasar los posts que les dedicamos a algunas de las películas nominadas. Los interesados también podrán hacer sus apuestas y/o señalar sus títulos favoritos.
Si el star system equivale a una versión actual y cool de la realeza europea, entonces resulta lógico que cada tanto la Academia de Hollywood exprese su predilección por el “género monárquico”. Por eso, después de La reina en 2007, este año le toca el turno a la película de Tom Hooper. Más, aquí. Red social
La segunda gran favorita del jurado y de parte del público masivo. En Espectadores no pudimos disfrutarla por el contexto de su estreno (momento en que la vimos) y porque nos cuesta apreciar el invento de Mark Zuckerberg con pasión cinéfila. Más, aquí.
Temple de acero
Es probable que True grit sea “la” película para los amantes de los westerns en general y para el público norteamericano en particular. En cambio, algunos seguidores de los hermanos Coen nos sentimos defraudados por un western que consideramos “del montón”. Más, aquí.
¿Percutor que martilla el hipotálamo o apenas otra mega producción “a la Nolan”? Es increíble cuánto puede variar la mente humana ante un mismo estímulo, perdón, largometraje. Más, aquí. Lazos de sangre
Algunos espectadores nos sentimos ante una falsa contracara de El discurso del rey. Si la película de Hooper conquista a Hollywood con la reedición de viejas fórmulas exitosas, la de Debra Granik explota las premisas de independencia o libertad creativa para sobarle el lomo a un gran jurado convencido de poseer un gusto heterogéneo. Más, aquí. Mi familia
Mi familia resulta poco título para la primera película de éxito masivo en reflejar la normalidad de una familia homoparental. Sin embargo, la traducción local de The kids are all right respeta la doble intención de desdramatizar la problemática gay y de probar que la diversidad sexual no atenta contra la institución familiar occidental. Más, aquí. El ganador
La película del ignoto David Russell es más visceral que sus mayores competidoras y digna sucesora de los clásicos del box cinematográfico. Dos mujeres (Melissa Leo y Amy Adams) son las grandes sorpresas de un film netamente masculino. Más, aquí. 127 horas
Con su reciente trabajo, Danny Boyle vuelve a las andadas y sugiere que nadie habría filmado mejor la historia verídica de un joven montañista atrapado en el Cañón del Colorado. De paso, Espectadores le debe el invento de un nuevo género cinematográfico. Más, aquí. El cisne negro
Las probabilidades de que El Cisne negro cause sensación parecen proporcionales a la pasión que despierte Natalie Portman (candidata a mejor actriz protagónica) y a las expectativas depositadas en el director Darren Aronosky. Más, aquí. Rabbit hole
Además de competir por un Oscar (también a la mejor actriz protagónica), este largometraje tiene el mérito de rescatar a Nicole Kidman y de presentar en sociedad a John Cameron Mitchell, cineasta texano casi desconocido pero prometedor. Más, aquí. Blue Valentine
Blue Valentine se destaca por dos virtudes principales además de las muy buenas actuaciones de Michelle Williams y Ryan Gosling: 1) no se pretende más de lo que es; 2) no busca congraciarse con el público. Más, aquí. Más allá de la vida
Aunque declinamos la invitación al estreno de la última de Clint Eastwood, a modo de anticipo la comentamos igual. Todo por la mala impresión que nos causaron Río místico, Gran Torino e Invictus. Más, aquí. El ilusionista
Nuestra animada favorita. Entre otras razones porque nos devuelve la fe en la magia y porque permite el impensado encuentro entre Jacques Tati y Sylvain Chomet. Más, aquí. Alicia en el país de las maravillas
Éste no es el mejor trabajo de un Burton absorbido por el emporio Disney. Después de verlo, algunos seguidores de Tim extrañamos la impronta gótica y oscura de producciones como Sweeney Todd y Sleepy Hollow. Más, aquí. Cómo entrenar a tu dragón
Los adultos preocupados por la fragilidad anímica de sus niños agradecerán que Dreamworks enseñe a domesticar un animal sin las consecuencias trágicas de Crin blanca o El corcel negro. En cambio, aquéllos concientes de los peligros del entretenimiento masivo lamentamos la conversión de una propuesta original en manual sobre fracaso, éxito y liderazgo. Más, aquí.