Es curioso que ambas frases se me cruzaron desde contextos diferentes, ninguna de ellas en artículos dedicados exclusivamente a Wilde, y tampoco -directamente- de sus libros... La primera la tomé de una nota dedicada al arte "Pop" en un número especial de la revista Rock Superstar de 1978, mientras la segunda es de un análisis sobre la crítica literaria en el suplemento "Cultura" del diario Perfil del 18 de Abril de 2010...
Si la intensa admiración como excusa de lo inútil me pareció un un buen "encabezado" para el Blog, no menos adecuado es el concepto de la crítica como impresión personal, que deviene en autobiografía...
¿O cómo debería -si fuese necesario- definir las publicaciones que aparecen por acá?... Son de alguna manera una crítica -o un ensayo- porque refieren a obras artísticas ya existentes, pero a lo largo del relato se convierten en un nuevo universo, que es mi propia relación con esas obras (la más pura "impresión personal" de la que habla Wilde)
No es raro sospechar entonces -como lo hago hace tiempo- que todos éstos textos forman parte de un solo relato, dividido en capítulos con distintos nombres, pero con una misma idea...
Si de la época de adolescente hubiese prevalecido mi gusto por los fierros y la fórmula 1, seguramente me estarías conociendo a través de impresiones sobre la audacia de Ronnie Peterson, la piña de Niki Lauda en Nurburgring y el Tyrrell de seis ruedas...
Como la música terminó ganando la pulseada, ésta historia se escribe con alguna letra de Jethro Tull, un disco de Miles Davis, o la tapa de "Close To The Edge"... Mi forma "civilizada" de autobiografía tiene el pulso de la música que la inspiró, y que al mismo tiempo es su banda de sonido...
Estas especulaciones -de paso- me generan una deuda con el bueno de Oscar Wilde, de quien sólo leí "El Retrato de Dorian Gray", y unos pocos cuentos...