Un siglo de los datos sugieren que un objeto oscuro del tamaño de Júpiter está acechando en el borde exterior del sistema solar y lanzando pedazos de hielo y polvo hacia la Tierra.
"Hemos acumulado 10 años más de datos, doblando los cometas para probar esta hipótesis", explicó el científico planetario John Matese, de la Universidad de Louisiana. "Sólo ahora deberíamos poder confirmar o desmentir si existe un objeto de la masa de Júpiter."
En 1999, Matese y su colega Daniel Whitmire sugirieron que el Sol tiene un compañero oculto que arranca los cuerpos de hielo de la Nube de Oort, una nube esférica de cometas en la periferia del sistema solar, hacia el sistema solar interior, donde podemos verlos.
Diagrama de la supuesta órbita de Tyche
Un nuevo análisis de las observaciones que se remontan hasta 1898, Matese y Whitmire confirmaron su idea original: alrededor del 20 % de los cometas visibles desde la Tierra fueron enviados por un oscuro y distante planeta.
Esta idea fue una reacción a una idea anterior de que una tenue enana marrón o estrella roja enana, ominosamente llamada Némesis, que golpeaba la Tierra con mortales lluvias de cometas cada 30 millones de años aproximadamente. Las investigaciones posteriores sugieren que las extinciones masivas en la Tierra no se alinean con las predicciones de Némesis, ahora muchos astrónomos piensan que ese objeto no existe.
"Pero empezamos a preguntarnos qué tipo de objeto podría inferirse de los datos actuales que estamos viendo", Dijo Matese. "¿Qué podría perturbar las órbitas de los [cometas] y hacer que se acercasen mucho al Sol como para que podamos verlos?"
Más que una estrella malévola de la muerte, una compañera mucho más benigna llamada Tyche (la buena hermana Némesis en la mitología griega) podría ser la responsable de enviar cometas de la Nube de Oort hacia la Tierra.
El sistema solar a escala logarítmica
Las bolas de nieve cósmicas que forman los núcleos de los cometas en general habitan en la Nube de Oort hasta que reciben un codazo por alguna fuerza exterior. Esta presión puede provenir de una de estas tres cosas, explicó Matese. El tirón gravitatorio constante del disco de la Vía Láctea puede arrastrar a los cometas de sus helados hogares hacia el sistema solar interior. Una estrella de paso puede sacudir a los cometas de la Nube de Oort, al cruzar en sus inmediaciones. También un gran compañero como Nemesis o Tyche puede expulsar a los cometas fuera de sus zonas de confort.
Los modelos computacionales muestran que los cometas en cada uno de estos escenarios, al asignarles sus orígenes aparentes, tienen un patrón característico en el cielo.
"Nos fijamos en los patrones y nos preguntamos: ¿Existen evidencias adicionales de un patrón que podría estar asociadas a una estrella de paso o con un objeto dependiente?", señala Matese.
Después de examinar las órbitas de más de 100 cometas en la base de datos del Centro de Planetas Menores, los investigadores concluyeron que el 80% de los cometas que nacieron en la Nube de Oort fueron expulsados por la gravedad de la galaxia. El restante 20%, sin embargo, necesitaron un empujón de un objeto distante de alrededor de 1,4 veces la masa de Júpiter.
"Algo con una masa menor que la masa de Júpiter no sería lo suficientemente fuerte para hacerlo", añadió Matese. "Algo más masivo, como una enana marrón, produciría una señal mucho más fuerte que el 20%."
Hay un problema, sin embargo. El modelo sólo funciona para los cometas que proceden de la parte exterior de la esfera de la Nube de Oort, que se extiende desde aproximadamente de 0,3 a 0,8 años-luz del Sol. Los cometas de la parte interior más plana y con una forma similar a una rosquilla no producen el mismo patrón distintivo.
"Eso es problemático", explicó Matese. "Es necesario una explicación dinámica totalmente nueva para explicar por qué los comenta de la parte interior de la Nube de Oort se hacen observables."
Que el mismo extraño patrón de 1999 persista en la actualidad "definitivamente hace que sea una posibilidad más sólida que en las investigaciones anteriores", señaló el científico planetario Nathan Kaib del Instituto Canadiense de Astrofísica Teórica, que no participó en este nuevo trabajo. Aunque le gustaría ver más datos.
"Creo que todo este asunto se resolverá en los próximos 5 a 10 años, porque los estudios venideros... superarán con mucho la muestra de cometas que tenemos hoy", añadió. "Si este tipo de asimetrías en las direcciones de donde vienen los cometas realmente existen o no, lo confirmarán estos sondeos."
Puede que no tengamos que esperar tanto tiempo, comentó Matese. Un objeto como Tyche puede ser detectado directamente por WISE, el último telescopio espacial infrarrojo de la NASA.
"Anticipamos que WISE va a confirmar o desmentir nuestra conjetura", señaló Matese. "Sólo tenemos que ser pacientes".
Fuente original