Los osos polares son una de las especies que más ha hecho y sigue haciendo por la conservación de la naturaleza. Por una parte, se trata de un animal muy carismático que despierta muchas simpatías y ayuda a ganar apoyos a la causa conservacionista. Por otro lado, los problemas que amenazan a esta especie – la sobreexplotación por caza, especialmente de sus presas, la destrucción del hábitat y el cambio climático – están entre los impactos más importantes a la biodiversidad y la situación de los osos polares sirve como ejemplo perfecto.
Por estos dos motivos, vamos a saltarnos una de las costumbres de este blog y vamos a hablar no de uno, si no de tres artículos que explican el cambio de dieta del oso polar (Ursus maritimus) en su medio natural. Las tres publicaciones están firmadas por el mismo grupo de investigación, y en conjunto dan una imagen muy clara del problema, un asunto realmente muy complicado.
Resumiendo de manera muy simple – y simplista, todo sea dicho – los resultados del proyecto de investigación, la conclusión a la que llegan los investigadores es que los osos polares han cambiado su dieta. Empujados por el deshielo del ártico, estos animales pasan más tiempo en tierra firme con lo que han tenido que adaptar sus hábitos, pasando de cazar focas – en concreto focas oceladas (Pusa hispida) – a una dieta mixta de frutos, caribúes (Rangifer tarandus) y ganso blanco (Anser caerulescens).
El primero de los artículos, publicado en la revista Polar Biology, los investigadores demostraban precisamente el cambio de estrategias de los osos polares. La forma de atacar a una foca no es la misma que a un ave, y en este trabajo proporcionaban imágenes y vídeos en los que se podían ver a los osos cazando gansos blancos.
Pero esto podía ser poco más que una anécdota. Para confirmar que no era así, los biólogos del Museo Americano de Historia Natural se dedicaron a conseguir evidencias de un cambio de dieta global para la población de esta especie. La manera de hacerlo fue mediante un método no invasivo pero poco agradable: el estudio de las heces dejadas por los animales.
La revista Ecology and Evolution fue la que acogió este artículo. En él se comparaban los datos actuales con los de una serie histórica que comenzó a recogerse hace 40 años. Y quedaba claro que, hoy en día, los osos polares necesitan caribúes y gansos blancos para sobrevivir. La cantidad de restos de estos dos animales en las heces dejaba claro que son una parte fundamental de su dieta.
Por último, quedaba explicar cómo había sucedido todo esto. La razón para el cambio de dieta es sencilla: al durar menos tiempo el hielo, los osos polares no pueden usarlo como plataforma para llegar hasta las focas. Pasan más tiempo en tierra firme, y tienen menos comida, así que cambian de presa.
El problema era el cómo habían realizado ese cambio. Pasar de una presa a otra no es tan sencillo como parece, especialmente si las estrategias de depredación no son las mismas. Pero había algo más. A diferencia de hace 40 años, hoy en día los osos polares incluyen vegetación en su dieta – sobre todo frutos. Y eso sí que requiere un cambio muy importante.
Según se explica en el último artículo, que apareció en diciembre en BMC Ecology, la respuesta está en la poca separación que hay entre osos polares y osos pardos (Ursus arctos). Pasar de una dieta carnívora a una omnívora – mezclando caza con vegetales – supone un cambio evolutivo muy importante. Demasiado como para que tenga lugar en 40 años.
Pero en realidad, los osos polares no han pasado de carnívoros a omnívoros. Lo que han hecho es no terminar el cambio que estaban haciendo. Hace 600.000 años los osos polares se separaron evolutivamente de los osos pardos. Y estos últimos son omnívoros. Durante este tiempo los polares se han ido especializando en cazar, pero no perdieron la capacidad para digerir vegetales. Y cuando lo han necesitado, han vuelto a las viejas costumbres.