Destapar
esos oídos voluntariamente sordos
con un sólo grito.
Suspiro nostálgicamente
porque me pica la utopía
de girar tu mente y que,
como el caleidoscopio,
cambien radicalmente los colores,
que florezcan formas que estuvieron censuradas,
que se alboroten por la nueva sensación...
¡Ah! ¿cómo la llaman?
Curiosidad, creo.
Que a tu mirada nada le dé igual,
que vea más que los cordones de tus zapatos.
Que puedas donarles más segundos de ese asfixiado reloj,
a todo lo que te perdiste
y a todo lo que te podés perder.
Se enfría el café,
se fuma la última pitada,
ya es otoño,
otoño número dieciocho...
y aún, sigo esperando
esa caricia guardada
en bolsillo de pantalón viejo,
¿cuándo la vas a estrenar?