La necesidad de buscar un hueco que las multinacionales le niegan convierte al cine independiente en la punta de lanza del futuro (ya presente) de la exhibición cinematográfica.
En alguna ocasión hemos hablado de las nuevas formas de ver televisión, tendencias que pasan por ofrecer al espectador la posibilidad de acercarse a series, estrenadas en España o no, en el momento en el que le plazca y en condiciones más o menos aceptables de calidad de sonido e imagen. Pero siempre proponiendo fórmulas que pasan por la programación a la carta. El cine aún no ha llegado a desarrollar esa fórmula, aunque ya hemos comentado algunas iniciativas interesantes en este sentido.
Dos de las propuestas más destacadas en esta mirada diferente a la distribución y la exhibición cinematográfica vienen ofreciendo desde hace meses un catálogo de películas españolas y de títulos cinéfilos que nos permiten vislumbrar un cierto cambio en la mentalidad, algo obtusa, de la distribución en España. Se trata de Filmin y de Filmotech, de actualidad en estas semanas porque han coincidido en presentar en exclusiva dos títulos españoles que aún no han llegado (y lo harán en circuitos restringidos) a las salas de cine. Es decir, frente a la tendencia cada vez más acaparadora de las multinacionales, sedientas por ocupar el mayor número de salas en los primeros fines de semana para exprimir lo antes posible sus productos de consumo, internet se convierte en el reducto más idóneo para un cine independiente que encuentra aquí su mejor vía de difusión.
Gracias a acuerdos con distribuidoras y productoras del circuito, digamos, independiente, Filmin y Filmotech permiten al espectador más cinéfilo ver online o directamente comprar en DVD un amplio catálogo de películas, tanto en versión original como dobladas. En el caso de Filmotech, el alquiler para ver la película online en el plazo de 24 horas a partir del primer visionado cuesta unos 2 € de media. En Filmin, el visionado online llega a los 3,95 €, aunque tienen ofertas especiales por 1,95 €, además de la posibilidad de adquirir el DVD. En este caso, está concebido más como un portal del cinéfilo, con propuestas, noticias, comentarios y críticas.
La calidad del streaming en ambas plataformas es bastante buena, mejor en el caso de Filmin en cuanto a imagen y sonido, aunque ambas cuentan con el hándicap de siempre: la penosa red de internet que las compañías españolas nos ofrecen, con un ancho de banda escuálido para este tipo de propuestas. No obstante, tanto en una como en otra, a pesar de alguna que otra ínfima pausa para cargar, es fácil ver sin problemas una película completa.
Filmin estrenó justo después de concluir la Semana de Cine de Valladolid la película Estigmas, ópera prima de ficción de Adán Aliaga, que ya demostró una interesante capacidad visual en el documental La casa de mi abuela. La película, ganadora del Premio Pilar Miró al Mejor Nuevo Realizador en la SEMINCI, cuenta con la particularidad de tener como protagonista al campeón de lanzamiento de peso Manuel Martínez, correcto en su papel de personaje bonachón adicto al alcohol que un buen día descubre estigmas en sus manos. Rodada en blanco y negro, con una intensa fotografía de Pere Pueyo, este drama de personajes incomprendidos y solitarios funciona sólo a ratos, contiene algunos momentos visualmente atractivos, pero resulta obvia en sus pretensiones y tosca en sus planteamientos. Y, sinceramente, no alcanzo a comprender algunas reacciones de determinados personajes.
Por su parte, Filmotech ha estrenado en internet la producción gallega La noche que dejó de llover, debut del director compostelano Alfonso Zarauza. Rodada precisamente en Santiago de Compostela, cuenta con un reparto encabezado por Luis Tosar, Mercedes Sampietro, Chete Lera y Nora Tschirner, y se centra en un personaje que deambula por las noches entre la oscuridad de una ciudad de piedra. Cierto aire de realismo mágico combina con algunas dosis de humor, pero realmente no termina de convencer un planteamiento que tiene en un guión algo deslavazado su principal defecto. El director habla como referencias de títulos como Eduardo Manostijeras o Lost in translation. Yo, realmente, no veo el parecido por ninguna parte.
Propuestas más o menos acertadas en cuanto a sus resultados no eliminan el interés de iniciativas que pasan por encontrar el hueco que las grandes distribuidoras acaparan en las salas tradicionales en espacios virtuales como internet. La necesidad de buscar estas nuevas fórmulas convierte por tanto al cine independiente en la punta de lanza de lo que será el futuro (ya presente) de la exhibición cinematográfica.