Sonríe: uno a la fuerza tiene que ser consciente del disco que ha hecho
Como en 1997 seguramente no existía Blogger, apenas el E-mail, e Internet empezaba a amagar toda su futura importancia y posibilidades, entonces yo no pude escribir todo lo que debía sobre aquel disco que tanto me impactó: Ok computer de Radiohead. Si hubiera sido como hoy, yo hubiera empezado con una reseña entusiasta tras cinco o seis escuchas, con un cierto candor casi adolescente, sobreexcitado por las canciones que iba descubriendo y por como éstas se me revelaban matiz tras matiz. A los dos o tres meses, con treinta o cuarenta escuchas, aparecería una nueva reseña ensalzando esas canciones escondidas, esas joyas de sencillez aparente ocultas entre las más inmediatas, justo las que le aportan coherencia de gran obra y equilibrio evitando que sea un disco estridente, fácil y excesivamente accesible: las que, gracias a la secuencia, quedan escondidas pro van apareciendo. A esa reseña la seguiría, en el ineludible momento en que el disco fuera justamente votado como el mejor del año, otra breve en la que, entre destellos de falsa modestia por mi preciso ojo de halcón o de águila real, habría un pequeño recuerdo a esas dos primeras, y, ya en el terreno de la opinión experta, se ensalzaría, en medio de las virtudes unánimemente apreciadas, aquellas detectadas por mí, propias del estudio minucioso y del conocimiento magnánimo de la obra. Me atribuiría el encuentro de ciertos momentos álgidos que elevaban su disfrute a cotas nunca alcanzadas, esos detalles que pasan desapercibidos al que oye música distraídamente, pero no al experto escrupuloso que considera cada sucesiva escucha como un potencial descubrimiento de hallazgos.Siempre había echado de menos hacer una de esas reseñas track by track que sólo se hacen por parte los fans más irredentos o a los discos más sensacionales.Por si no lo sabíais, channel Orange se ajusta plenamente a la última definición.
1. Start
Música incidental. Ruidito de mensaje de Whatsapp.
2. Thinking about you
Ojo: el falsetto, el tono de la instrumentación, la melodía ligeramente azucarada, pueden inducir a pensar erróneamente sobre el total del disco. Una especie de falso inicio que parece marcar el tono equivocado. 8/10
3. Fertilizer
Otra vez música incidental, aunque parece más bien publicitaria. Ruidos de sintonización.
4. Sierra Leone
Ya vamos en serio. El Marvin Gaye de los mejores tiempos, la voz desdoblándose, el portentoso arreglo de cuerda. La melodía trazada por la voz, que es la que empieza ya a gobernar el disco, sin eclipsar el sonido, a partir de ese momento: "Y un nuevo día traerá otro amanecer/Y un nuevo día traerá al mundo otro bebé llorando (niña esta vez)/Nuestra hija busca el pezón, porque le toca comer/Esta noche la dejaré en su cuna si es momento de dormir/Le cantaré una nana de Lennon/para que tenga un dulce sueño" 10/10
5. Sweet LifeEl festín es generalizado. Chasquido inicial, piano eléctrico, entrada de sintetizador, jugueteo de bajo casi jazzístico. Esta vez es Wonder. Impresionante desplazamiento de la voz por la canción, en un tono cálido, confidente, tostadísimo, emotivo, valiente. Muy difícil no exponerse a considerarla la mejor canción del año, aunque muchas de las otras candidatas la acompañan en el disco.: "Tuviste un paisajista y un ama de llaves desde que naciste/la luz de las estrellas te mantuvo caliente/así que para qué ver el mundo/cuando tienes la playa". 10/10
6. Not just money
Interludio ambiental
7. Super Rich Kids
Aplastante. Ritmo marcial, speech milimétrico, fondo casi percusivo aderezado por una sección de viento casi de desfile de New Orleans. Otra vez la voz de Ocean lleva la canción hacia el paraíso: respuesta melódica impecable, coro femenino de fondo, congelación del ritmo. 10/10
8. Pilot Jones
Ligero descanso. Esta vez es un tema con carga vocal, otra vez falsete y quizás el único uso del Auto-Tune en todo el disco, sonando como un tema de Prince a incluir en una reedición de Around the world in a day. Leve tono psicodélico 8/10
9. Crack Rock
Vuelta al trabajo: ritmo suave, piano eléctrico, scratching, otra vez a lo Wonder, esta vez con el testimonio en primera persona de un adicto al crack : "Tu familia dejó de invitarte a cosas/y no te dejaban sostener al bebé". 9/10
10. Pyramids
Si uno cuela una canción de 10 minutos en el centro del minutaje de un disco, si la publica como single, si existe una versión reducida de 8 minutos para insertarla en un vídeo con cierta pinta de gran apuesta. Si uno hace todo eso, es que la canción es el emblema, el mascarón de proa del que uno quiere presumir, la joya de la corona que uno enseña a los amigos cuando le dicen, hey, tú eres músico, ¿no?. Ecos de stadium-house (esos teclados) de psicodelia, de las cosas que caben en diez minutos cuando un músico desbordante de creatividad decide sacar el catálogo. 10/10
11. Lost
Claro: tras Pyramids todo puede sonar banal y todo puede sonar hasta breve. Entonces lo mejor es colar un tema pop, un tema que casi se puede silbar, con ecos a bandas vocales femeninas como las TLC. Confirmas el cambio de tono, y demuestras tu cintura. 9/10
12. White
John Mayer, guitarrista de estudio que parece sacado de otra época, adereza esta nueva pieza de interludio, última del disco, que dura, como las otras, apenas un minuto.
13. Monks
Tenue influencia de acid-jazz de bandas como Galiano o Incognito en uno de los temas que menos resplandecen en el disco. 6/10
14. Bad Religion
Lo que yo criticaré los discos de r'n'b que recurren a las baladas: cómo me tengo que comer esa apreciación, cuando ésta es una de las más descomunales muestras de emotividad, de expresión vocal, de todo lo que uno critica cuando lo encuentra almibarado y no sincero, como es este tema. "Si hace que me postre en mis rodillas/es una mala religión". 10/10
15. Pink MatterLéase, palabra por palabra, lo expuesto en referencia a la anterior canción. Ríase de mi opinión, y emplee una frase del estilo, no quieres caldo, toma dos tazas, o similares. Dos: va el tío y mete las dos baladas seguiditas, ahí al final del disco. Y sale triunfante. 10/10
16. Forrest GumpCurioso cuando en lo que lees sobre un disco la gente elige canciones muy diferentes como favoritas. Hay quien considera esta canción, algo obvia, lo mejor del disco. Este vuelve a ser Prince, pero de Sign 'o' the times, incluida la tenue instrumentación. 8/10
17. End
Track escondido pasados tres minutos de música filtrada y silencio. Groove, ligera sensación lo-fi y tono confidente. Después del prolongado viaje, un tono introspectivo, para que se vaya desalojando el avión. 9/10.
Caminé hace unos días por la tienda de FNAC en el centro L'Illa Diagonal de Barcelona. Un par de copias de este disco estaban, sin destacar en modo alguno más que por su plano tono naranja, en el estante frontal de la categoría hip hop. Al lado de discos que no mencionaré, de cafres dedicados a cantar odas sobre culos y coches de gran cilindrada, sobre samples de discos que ya sampleaban a otros. Pensé, tengo estas cosas, cómo el atribulado y despistado encargado de la sección se agobiará cuando se haga justicia y la gente acuda a comprar esta maravilla, y se encuentre con tan magro stock producto de su escaso olfato. En caso de que en este mundo haya justicia, claro.
Lo digo ahora, aunque puede que juegue con la ventaja de haber indagado mucho y a fondo: este, ya que lo he mencionado, es el Ok computer de estos extraños tiempos. Tenía que hacerlo un tipo de color y tenía que hacerlo un tipo americano y tenía que hacerlo un tipo gay. Como Ok computer tenía su Paranoid android, largo single con cambios de ritmo y melodía, éste tiene su Pyramids. Hasta tiene, como el viejo disco de Prince, su balada terminal, su Purple rain: no una, dos, a elegir entre Bad religion y Pink Matter. Habrá quien mencione a Wonder o a Gaye, a Prince o a D'Angelo, quien atribuya el éxito a la correcta dosificación de buenas referencias más el pico de inspiración de todos los involucrados, quien con pose algo remilgada estime que esto es como ensalzar un collage. Ojo: ni esto es hip-hop ni se fusilan bases a manta sobre las que montar nuevas canciones. El primer disco de Massive Attack era justo eso: nuevas voces sobre viejos arreglos, y aún así es, continúa siendo, un disco enormemente respetado. Channel Orange hace sus dedicatorias de la mejor manera: no pagando derechos ni mencionando trescientos artistas en los créditos: channel Orange demuestra que muchos terrenos aún pueden dar excelentes frutos; una colosal dosis de esperanza para los que aún creemos en las emociones que aporta la música. Escuchadlo, todo, atentamente, no esperéis más. Insistiré más, si es necesario.