Como parte de la “Feria Internacional del Libro de La Habana”, se dieron cita algunos intelectuales, críticos, funcionarios y escritores silenciosos para acoplar la realidad cultural –en particular la literatura– con el anuncio de los gobiernos de Cuba y Estados Unidos, de reabrir sus oficinas diplomáticas.
El intercambio de criterios se realizó en la Sala Villena de la UNEAC, donde la gran mayoría de los presentes prefirió callar, no opinar, porque esa es la verdadera cultura que han recibido en el desarrollo de sus artes.
Algunos –como el escritor Leonardo Padura y el crítico Roberto Zurbano– fueron honestos y valientes al exponer sus puntos de vista. Otros, en cambio, demostraron su debilidad moral una vez más, al hablar de “honestidad” y “recibir las relaciones diplomáticas como el gran desafío positivo que son”, y todo porque sus amos políticos se lo han ordenado así.Entre los que hablaron de “honestidad”, se encontraban Víctor Fowler y Jorge Fornet, con quienes conversé sobre mi situación jurídica y la farsa del juicio amañado, y –al parecer– me habían comprendido y apoyado, pero luego, una vez que entré a prisión y llegara la orden de “arriba” de pasarme la “aplanadora cultural” desde un grupo de ”mujeres contra la violencia” que pidieron firmas de apoyo con el único ánimo de justificar y proteger la mano peluda de la Seguridad del Estado, acudieron al falso e injusto llamado de esas féminas a la orden del régimen, y como autómatas, firmaron en mi contra. Son los mismos que luego, cuando golpearon a una reconocida actriz disidente y perteneciente a la UNEAC, callaron, porque ideológicamente era contraria a los designios de sus amos. Son los que reciben como premio que las y los incluyan en delegaciones oficiales al exterior y se les publique sus libros, como si el régimen le hiciera el favor a los creadores.
Lo cierto es que ambos intelectuales, Víctor y Jorge, olvidaron sus conciencias, y sin pedir hurgar, leer, investigar, corroborar, discernir, como debe haberles enseñado el oficio de la investigación critica que realizan, firmaron contra mí y callaron ante la violencia ejercida sobre la reconocida actriz. Sin embargo, ahora expresan lo contrario, y hablan de honestidad y se congratulan de las relaciones diplomáticas entre ambos países tal como les han ordenado.
Realmente es triste que parte de la intelectualidad cubana funcione como un resorte del régimen y acople su pensar a los intereses del totalitarismo a una velocidad que asusta y hace sospechar que, en caso contrario, y se disponga echar atrás lo dispuesto, veremos cómo cambian el color, al mejor estilo camaleónico.
Pero más lamentable es ver cómo estos inteligentes críticos se dejan apachurrar ante la historia que los recogerá como verdaderos pusilánimes que prefirieron callar por miedo, adaptados solo a levantar la mano o plasmar sus firmas. Un día se ahogarán en su propia vergüenza.
Ángel Santiesteban-Prats
Prisión Unidad de Guardafronteras. La Habana. Febrero de 2015.