Llevó varios años (perdí ya la cuenta) escribiendo con intermitencia este blog que no tiene otro fin que expresar algunas ideas y experiencias que hasta ahora han sido meramente personales y vinculadas siempre, o casi siempre con mi condición de bipolar.
Pero hay otro Chak. Trabajo, como en alguna ocasión creo que lo dije aquí, en la prensa. Estudié, o al menos terminé, la carrera de comunicación y tengo la fortuna (a veces buena, a veces no) de trabajar en un periódico. Sin embargo mis opiniones, mis reflexiones se han quedado sólo en el ámbito personal. Hasta hoy no he externado nada acerca de la realidad que envuelve al país y a esta ciudad. Así ha sido por una razón muy sencilla: tiendo a la depresión y lo que pasa en esta ciudad y en el país es sumamente desalentador.
En mi ánimo de lidiar con mi condición, he apartado esta temible y aplastante realidad. Quizás hice bien, quizás no. Me han dicho que el primer paso para que un alcohólico supere su enfermedad es aceptarla; quizás al no escribir de esta realidad, lo que he hecho es negarla un poco. Resistirme a su influencia en mi estado de ánimo probablemente ha sido más perjudicial.
No como un acto de rebelión, sino como la aceptación de esa otra parte de mi vida, comenzaré a escribir de otras cosas que no sea sólo yo y mi vida estrictamente personal. Expresaré algunas ideas y conceptos en torno a esta condición que vivo como mexicano y capitalino.
Muerte y opulencia
Son dos cosas que nos rondan. La primera no como una consecuencia natural de la vida, sino como un riesgo latente de violencia extrema, muchas veces fortuita, pero las más de ellas calculada y descarnada. La segunda, la opulencia, se restriega en el rostro de millones que padecen de carencias básicas no sólo de bienes materiales, sino de otros aspectos tan importantes como el respeto y la dignidad. No hace falta sufrir de pobreza alimentaria para sentirse ofendidos por el derroche de dinero y poder de quienes son dueños de "esta mierda", como bien podríamos llamarle a esto en donde vivimos.
Manipuladores, astutos mitómanos patológicos, oportunistas trinqueteros, abusadores compulsivos. Y no, no me refiero sólo a aquellos en el gobierno. Somos todos. Apenas se presenta una grieta, un resquicio, cualquiera se convierte en un dictador, en un corrupto en un abusador. ¿Excepciones? Las desconozco: grandes y chicos, pobres y ricos, hombres y mujeres...