Entrada publicada originalmente en la desaparecida web Terror.Team
Todos los aficionados al terror hemos consumido durante nuestra vida un buen número de películas de baja estofa, teniendo que tragar verdaderos bodrios por los que deberían pagarnos por su visionado, hasta dar con algo que nos satisface. No sé qué opinarán ustedes, pero posiblemente el ratio pelis malas/buenas se acerque al 10:1. Y es que el terror es un género a menudo rentable donde (casi) todo cabe, y eso incluye cosas muy buenas pero también multitud de producciones infectas. En los últimos tiempos esto es palpable en la curiosa ramificación hacia la que parece estar derivando el género. Por un lado tenemos productos más o menos mainstream que suelen contar con más medios y, sobre todo, con brutales campañas publicitarias, pero cuya calidad suele ser más que discutible. Por otro lado, está la corriente más o menos indie que, con presupuestos nimios y valiéndose del boca a boca, suele ofrecer variantes más arriesgadas con desigual fortuna pero sin duda meritorias. Con el binomio Ouija/Ouija, el origen del mal, tenemos un curioso punto intermedio, ya que cuentan con hechuras indies pero están respaldadas por compañías de renombre como Universal o Hasbro.
Ouija empezó fuerte, ideándose como una superproducción que contaría con alrededor de 100 millones de dólares de presupuesto y con gente de la talla de Michael Bay muy involucrada en labores de producción. Sin embargo, la Universal temía que los costes pudieran irse de madre y poner en aprietos a la compañía, por lo que tras ponderar los riesgos se lo pensó mejor y canceló el proyecto. Poco después, la llegada de Blumhouse hizo que todo se replanteara desde un punto de vista mucho más modesto, tanto que Universal terminó dando luz verde al proyecto con un pírrico presupuesto de 5 millones de dólares, siguiendo el modelo que habían instaurado exitosas propuestas como la saga Paranormal Activity o Insidious. La jugada les salió redonda, ya que «Ouija» recaudó alrededor de 100 millones de dólares (más o menos el presupuesto inicialmente previsto), convirtiéndose en uno de los mejores ejemplos de la avidez del público por consumir terror, independientemente de su calidad.
El éxito de público, en este caso, no puede verse acompañado por una propuesta cinematográfica digna. Porque «Ouija» es terrible en el peor de los sentidos, desprendiendo un sopor in-sopor-table y poniendo difícil al espectador la tarea de visionarla sin abandonarse a una reparadora siesta, lo que sin duda es una opción mucho más acertada. La trama versa sobre una joven que intenta comunicarse a través del tablero con una amiga recientemente fallecida. Como no podía ser de otra forma, un espíritu maligno comenzará entonces a acosar a la joven y a su pandilla de amigos.
Pocas veces habré visto dentro del terror mainstream reciente una película que transmita tanta desgana por parte de sus responsables. Todo resulta mediocre, desde una dirección totalmente plana y absolutamente ineficaz a la hora de generar cualquier tipo de atmósfera, hasta unas interpretaciones random o unos diálogos lamentables. No es que la premisa fuera lo más novedoso del mundo, pero lo cierto es que el director Stiles White contaba con un par de elementos prometedores (la lupa del puntero ouija para crear tensión, la posibilidad de meter humor para reírse un poco del género) que no sabe manejar y que desaprovecha vilmente. Todo se resuelve con una sucesión de anodinos y trillados jump scares que no logran ocultar la evidente incompetencia del director. Por cierto, quiero empezar aquí una campaña para que lleven a la horca a todos estos directores listillos que introducen la típica escena de "apertura de armarito de baño/nevera filmada desde un lateral para que esperes el susto al cerrarlo, y luego: a) hay susto chorra, o b) no hay susto y sólo era un "homenaje" a los clichés del género". ¡Basta ya, por Dios!
Tan sólo hay una cosa salvable dentro de tal despropósito, y viene por la parte actoral. Olivia Cooke (a la que pudimos ver como amiga de un joven Norman Bates en la serie Bates Motel) está bastante decente en su papel protagonista, aportando cierta personalidad a su personaje. Junto a ella, hay que destacar la breve intervención de Lin Shaye, eterna secundaria que parece estar viviendo una segunda juventud gracias a su papel en la mencionada saga «Insidious».
Hay millones de películas malas que al menos ofrecen un lado divertido o entretenido, pero «Ouija» es tan aburrida como escuchar a un funcionario despotricar sobre su trabajo, tan soporífera como un pleno parlamentario. Pese a contar con unos cuantos momentos ridículos, el tedio impide que podamos al menos tomarnos la peli a coña y verla como una serie de secuencias parodiables. Tampoco han tenido demasiada vista en Hasbro, productora del filme y dueña de la patente del tablero ouija (objeto que en muchos lugares se vende como un juguete), ya que dudo que alguien pueda verse impelido a comprar uno de ellos tras ver la película.