Pablo César Amaringo Shuña un peculiar artista y habitante de la zona más pobre del pobre poblado de Pucallpa (Ucayali, Amazonia peruana) que antes había sido curandero, pintor y falsificador de billetes. Decían los nativos que Amaringo lo sabía todo de las plantas; que su padre le enseñó cuando era pequeño e incluso que se había salvado de una enfermedad cardíaca porque un vegetalista le trató con ayahuasca...
Nacido en 1943 en el seno de una familia reducida a la pobreza extrema y viéndose obligado a trabajar para ayudar a sostenerla, siendo el séptimo de trece hermanos. Tenía diez años cuando tomó ayahuasca por primera vez -brebaje visionario utilizado por los curanderos vegetalistas de su región suministrada por su padre quien por ese tiempo estudiaba el curanderismo vegetalista.
A los 17 años sufrió una grave enfermedad cardíaca, que lo redujo a incapacidad durante más de dos años, tiempo que invirtió en pintar. Obligado a permanecer en casa, Pablo descubrió que podía dibujar. Con escasez de recursos utilizaba lápices, hollín de las lámparas para sombrear, e incluso los lápices labiales y cosméticos de sus hermanas. Como no podía comprar papel utilizaba cajas de cartón como sustrato.
Pablo César Amaringo ejerció durante siete años como sanador en la Amazonía peruana. Viajó extensamente en la región actuando como curandero tradicional. Poco a poco aprendió a tomar el pulso y a reconocer las señales de la enfermedad en el cuerpo. Aprendió también a utilizar diferentes tipos de técnicas terapéuticas: aspiraciones, la restauración del alma de un paciente, el uso de plantas medicinales, hidroterapia, incorporaciones, masajes... hasta que en 1977 abandona su vocacion de chamán.
Se dedicó a la pintura hasta llegar a ser profesor de arte en su escuela Usko Ayar (Usko en quechua significa 'espiritual', Ayar 'príncipe'), donde gratuitamente los estudiantes aprendían la técnica de pintar de Pablo.
En 1985 coincide con el antropólogo colombiano Luis Eduardo Luna que adelantaba allí un proyecto de etnobotánica y quien le sugiere un proyecto editorial para dar a conocer su pintura y que se convertiría en el libro "Ayahuasca Visions. The religious iconography of a peruvian shaman"(Visiones de la Ayahuasca: Iconografía religiosa de un chamán peruano). Allí, cada una de las imágenes impresas, en una edición de buena calidad, va acompañada de una explicación de la simbología de sus elementos: espíritus de la naturaleza, propiedades de las plantas y árboles, tipos de rituales...
Antes de morir en el año 2009, estaba trabajando en pinturas de los ángeles, así como en cuadros que documentan la flora y fauna del Perú.
La ayahuasca no es algo para jugar. Incluso puede matar, no porque sea tóxica en sí misma, sino porque el cuerpo puede no ser capaz de soportar el reino espiritual, las vibraciones del mundo espiritual.