Un inválido, con tufo a aftershave, mantenido en el ruedo de la Malagueta por un presidente no policía
Uno de Rosario Osborne lidiado en la Malagueta. ¿Sospechoso? ¿Analizadas las astas?: NO. Tampoco presidía un policía, señor Mora.
Escribe Paco Mora en su sección en Aplausos, un artículo en el que afirma lo siguiente:
“¿Por qué en las plazas de toros tiene que mandar un funcionario de la policía y no un matador de toros retirado, un subalterno en la misma situación o un aficionado de reconocido prestigio? Ni lo entiendo yo, ni lo entienden muchos millones de aficionados. Déjese en las plazas de toros un responsable de orden público. Al mando de un reten policial para prevenir algaradas, que por cierto brillan por su ausencia, pero al margen del desarrollo del espectáculo.”
No caben más que dos motivos para que este señor escriba esto: o miente a sabiendas o es un ignorante. Porque, sépalo señor Mora, aquí en Andalucía, región en la que se dan un elevado porcentaje de festejos de los que anualmente se celebran en este país, desde la implantación de su, manifiestamente mejorable, Reglamento taurino (conocido entre los aficionados como “Reglamento Soriano”), se permite que en el palco estén “aficionados de reconocido prestigio”, con lo que se consiguió sacar de ellos (realmente era eso lo que se pretendía) a los policías que usted parece tanto denostar. Hoy en Andalucía, en muchos casos, los correspondientes Delegados provinciales de la Junta, eligen “dedocráticamente” a los presidentes en base a connotaciones de índole política o personal, el amiguismo, ya sabe usted don Paco. Y cuál ha sido el resultado. Pues que en nada se ha mejorado la presentación del ganado y el fraude del afeitado se ha institucionalizado. Aquí no se manda un pitón a analizar ni por equivocación. De análisis de vísceras ni mentarlo. En fin, podríamos seguir hablando de otras muchas cosas, "epidemia de indultos” incluida, pero para qué, pues la guerra contra el fraude creo que está perdida hace ya tiempo por estos lares, aunque seguiremos denunciándolo, no nos queda más que hacerlo y me siento obligado a ello.
Es muy injusto echar la culpa de todos los males de la Fiesta a la policía, cuando la realidad es que fueron muchos policías los que hicieron en pretéritos años un buen servicio, velando por los intereses del aficionado y del que pasa por taquilla, aguantando tremendas presiones de los taurinos en los corrales, y también en los palcos impidiendo que se premiara al demérito como vemos hacer con tanta frecuencia en la actualidad. Y en la mayoría de los casos lo hicieron sin apoyo por parte de sus superiores políticos, sino todo lo contrario. Que se lo pregunten a José Luis Fernández Torres y a Santiago Dueñas, sin duda, los mejores presidentes que ha tenido la Malagueta y a los que muchos echamos de menos.
Y fíjese señor Mora, como resultado ahora contamos en Málaga con una presidenta que compagina durante la feria taurina de agosto su labor en el palco con el ejercicio profesional como comentarista de Onda Cero, donde comenta y debe juzgar lo sucedido en el ruedo malagueño por los profesionales a los que al día siguiente les puede tocar valorar en el palco presidencial. ¡Que bien señor Mora! Todo un ejemplo de ética y estética consentido por la “autoridad política” que la sentó en el palco. Eso sí, no se preocupe que no es policía, que es lo que le faltaba.
Señor Mora, infórmese bien antes de escribir, porque quiero pensar que usted ha faltado a la verdad en su escrito por ignorancia y no mintiendo a sabiendas. De cualquier forma su artículo es un ejemplo más de los que circulan por muchos “medios oficiales” cuyo fin es ponerse al servicio de las figuras y sus apoderados que lo que persiguen no es la defensa de la Fiesta, sino los de sus intereses, esto es: el medio toro desmochado, sin casta ni movilidad, mal presentado y el triunfo fácil destoreando ante un público cada vez más desinformado, que es también el objetivo de muchos medios serviles al taurinismo. Así la cosa se les pone más fácil con una cada vez menor exigencia en los tendidos. En definitiva, el triunfo del toreo moderno, sin duda con técnica y estética, pero ayuno de toda ética.
Recuerdo lo que José Luis de Pablo-Romero y Artoloitia le dijo a Alfonso Navalón:
" ¡El día en que el afeitado sea legal, cortaremos los pitones más que cualquiera ! Mientras tanto, el hacerlo equivale a deshonrarse. ¡ Y que no me hablen los taurinos de "humanizar" ! Ya que el fondo del problema no es más que una cuestión de dinero. Todo se hace por dinero. No para proteger al torero, sino para proteger el dinero que puede hacerles ganar. "