Paco no es tonto

Paco no es tonto

Es llegar la Navidad y volverme to’loco, no lo puedo evitar. Me siento a una mesa repleta de pavos rellenos de langostinos rellenos de ibéricos variados y al tercer copazo de Moët se me calienta la boca. Y ojo, que no solo a mí. Y claro, luego pasa lo que pasa. Nos ponemos tibios y no hay individuo al que no pasemos a cuchillo.

Estas navidades, mismamente, me han contado que el fantasma de Hugo Chávez (que vendría a ser el fantasma de Fidel Castro si ya hubiera muerto) se ha dejado coleta y ha montado un partido político en España. Bueno… partido, partido, no. Ha creado un ejército-secta que quiere acabar con el internet y los bollitos preñados. Vamos, con todo lo bueno. Lo comentaba con unos amigos mientras bajábamos en el Mercedes de uno de ellos a Misa del Gallo, a celebrar el nacimiento del salvador de los oprimidos y los humildes y los débiles. Se avecina el desastre, ronroneaba el bien aceitado motor.

Las resacas, como siempre, son más complicadas. Empiezas a verle fallos al razonamiento, ayer tan claro. Caldito en mano te acuerdas de ese ministro que habla con Dios y con los alambres de púas. O de esa portavoz con mantilla que desmantela la sanidad en su comunidad, te explica las cosas en diferido y la única sonrisa sincera que practica es la risa nerviosa. En definitiva, de ese gobierno cristiano, sencillo, de bien, que quiere hacer las cosas que hay que hacer (privatizar, liberalizar, enriquecer al rico para que la caridad haga el resto) y como hay que hacerlas. El caldo está bueno, está caliente, le sienta bien a tu estómago, pero no es suficiente.

Necesitas, eso es impepinable, el ibuprofeno de rigor. Mientras hacía efecto, hojeando un TIME del 2013 que tenía pendiente, no sé si por el caldo o la analgesia, me pareció leer según qué cosas.

“Durante el vuelo en que regresaba de Río de Janeiro dije que si una persona homosexual tiene buena voluntad y busca a Dios, yo no soy quién para juzgarla.”

“No podemos seguir insistiendo solo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible.”

A la pregunta directa de quién es Jorge Mario Bergoglio, responde: “No sé cuál puede ser la respuesta exacta… Yo soy un pecador. Esta es la definición más exacta. Y no se trata de un modo de hablar o un género literario. Soy un pecador”.

“Nunca he sido de derechas.”

Hoy es 3 de enero y ya casi no tengo resaca. Por tanto, he de pedir perdón a toda la gente de bien. Perdón por el título, perdón por las formas, quizá me haya invadido el espíritu del Jesús que expulsó a los mercaderes del templo, del que dijo que para ser perfecto había que renunciar a los bienes materiales, del que veía más fácil entrar por el ojo de una aguja que en el reino de los cielos con las alforjas llenas. O simplemente el de aquel cura de mi colegio que nos decía: “es muy fácil ser cristianitos de iglesia, la realidad es más complicada”. De todos esos que opinan que para ser buen cristiano primero hay que ser buena persona, y no al revés, que no te expiden un carnet. Perdóname, repito, pero sigo pensando que el Papa no es de derechas y tú eres tonto.

El Papa tiene “flow”