Revista Religión

Padre Teodoro, felicidades

Por Santos
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Nunca escribo aquí cosas personales, ni cosa alguna acerca de mis sentimientos; no es este el cometido del blog, pero hoy me disculparéis: Ha muerto el padre Teodoro Becerril, carmelita español entregado a Cuba desde muy joven. Sirviendo a los cubanos y sirviendo al Carmelo. Hay ocasiones en que todo parece cambiar de pronto, en que nada volverá a ser igual; esta es una de ellas:

Has comenzado a vivir, Teodoro. Y te felicito por ello, porque lo mereces. Dejas un vacío grande, pero llenarás un gran espacio en el cielo y, sobre todo, en el corazón de Ella, de tu Gran Amada, la Virgen del Carmen. ¿Sabes?, eres culpable de haber llenado nuestras existencias con tu cercanía y tu carácter (difícil, reconócelo), pero también por tu empuje, por tu capacidad de animarnos y convertir cada acción en hacer una obra de arte, ya fuera arreglar un jarrón, o una clase de catequesis. Eres culpable de amar la liturgia, de hacerla "como Dios manda" y al mismo tiempo cercana, versátil y comprensible.

Tienes la culpa que tantas personas amen, adoren (sí, adoren, y que?) a tu amada Virgen Fundadora. A cuantos llevaste a los pies de esta amada imagen de la Virgen del Carmen? Por cuantos rezaste mientras escondido en tu confesionario, los veías a los pies de ella, a unos metros de ti? Eres culpable de habernos llenado de amor, fe y alegría al lograr sacar su procesión otra vez, embelleciendo la Habana cada 16 de julio. Y tienes la culpa, como no, de que se multipliquen las acciones de gracias a tu Pequeño Rey, tu Niño Jesús de Praga.

Eres culpable de que nos sonrojemos al desfallecer a la primera, cuando tú viviste tan lejos de los tuyos, tomando a otros por familia. Tantos años, Teodoro en la cálida Cuba, que ya no soportabas tu fría llanura castellana, que no decías "pijama", sino "payama"... ¿Como no bajar la cabeza al saber que ni te permitieron asistir a la muerte de tu madre, o más aún, que te amenazaron con no dejarte volver a Cuba? ¡a esa Cuba que hoy seguirá igual, sin saber que tú no estás! A esa Cuba y esa gente de tu barrio, tan propensa a Dios como al diablo... Pero los escogiste a ellos, a tus cristianos y no cristianos de Cayo Hueso, la mayoría hijos bautismales de tus manos.

La Iglesia cubana pierde a un Hijo, tus fieles del Carmen de la Habana pierden un padre. Afortunadamente puedo agradecerte me hayas permitido, hace poco, pasar un tiempo contigo, acercarme a ti, ayudarte en algo (si de algo te serví). Cuanto quisiera estar allí en este momento y despedir tu cuerpo en medio de tantos y tantos que te llorarán y recordarán uno o más momentos contigo. Estoy seguro que todos dirán conmigo: felicidades, Teodoro, y bienaventurado seas.


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Por  Isa Lagger
publicado el 20 julio a las 21:27

quiero aprender a vivir con lo que me toca en la vida