El pasado 31 de octubre se presentó en el Museo Napoleónico de La Habana el libro “Los rostros de Padura. Obra y vida de un escritor”, compilación de textos sobre Leonardo Padura*, recientemente galardonado con el Premio Princesa de Asturias de las Letras.
En el evento, Padura compartió el discurso de agradecimiento que leyera en Oviedo ante los reyes de España; palabras que debieran haber sido publicadas por la prensa cubana. Pero no solo no las publicaron, sino que en los medios oficialistas se ignoró por completo que por primera vez un escritor cubano se hacía acreedor de tan prestigioso galardón. Esta actitud de la prensa castrista es una burla más al intelecto del pueblo cubano, ocasionada por aquel “secretismo” del que tanto se habló en el último Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), y donde se lo trató como algo del pasado, culpando a los propios periodistas de autocensurarse sin necesidad, ya que la política no interfería en las noticias y sus criterios. Es decir, de pronto, nos querían hacer creer que habíamos superado la dictadura y que nos encontrábamos en un Estado de pensamiento libre.
Pero, regresando a la cuestión que nos ocupa: el libro sobre Padura podría haber sido un lanzamiento más de los tantos que por el mundo el insigne escritor cubano realiza; solo que este fue especial porque ocurrió en su terruño, rodeado de familia, amigos y sus lectores naturales, y porque fue deleitado con las palabras de presentación de sus colegas de generación, entre ellas, la del escritor Francisco López Sacha. Pero no se pueden dejar de mencionar algunas irregularidades en torno a este evento, como la negativa de ocho instituciones culturales a que no se celebrara en sus espacios, lo cual es muy alarmante; por supuesto, detrás de ello estaba la mano peluda y siniestra del gobierno, que ha agotado sin éxito todas sus estrategias engañosas, aupándolo moderadamente para comprar su silencio y que calle sus verdades y valoraciones críticas sobre la realidad de los cubanos.
Que Leonardo Padura –actualmente el escritor cubano más destacado en el ámbito internacional– comparta sus libros con los lectores del patio, es una deferencia que se le agradece; sin embargo, que el régimen intente cobrarle el precio de no ser un escritor arrodillado ante las manipulaciones de los que dirigen la política cultural en el archipiélago, es de una inmoralidad inmensa, de una insensibilidad brutal, características endémicas del totalitarismo caribeño.
Que sus libros, galardones y presentaciones no se promocionen como debiera suceder con un Premio Nacional de Literatura, es una falta de delicadeza y de transparencia de la política cultural y de gobierno, que se desacreditan aún más (si eso es posible, dada la desvergonzada y reiterada práctica de éste y otros sucios mecanismos) ignorando y tratando de “invisibilizar” a un escritor que, a pesar de no manifestarse directamente contra el sistema, tampoco acepta dádivas ni mimos, como ocurre con la mayoría de los intelectuales y artistas de la isla.
Con un abierto cinismo intentaron inicialmente manipularlo, a través de publicaciones, espacios en ferias nacionales, un homenaje en la Casa de las Américas, o con ese último esfuerzo de los funcionarios culturales al aceptar que un jurado le otorgara el Premio Nacional de Literatura, máximo galardón a la obra de un escritor cubano residente en la isla, y, puesto que Padura no reaccionó ante tales “magnánimas” señales –porque aquí no importa que lo tengas ganado, sino que ellos decidan si te lo ganas o no– ahora los mismos funcionarios culturales que en algún momento se dijeron amigos suyos, en respuesta, actúan con frialdad y lejanía absoluta.
También he sabido que los rodajes de las películas basadas en sus novelas negras, que tienen como protagonista a su personaje Mario Conde, han encontrado respuestas negativas a la solicitud oficial de las fílmicas extranjeras para utilizar algunos sets, aquellos mismos que se usan diariamente para filmar programas de corte policial patrocinados por la televisión nacional.
La dictadura cobra así su rencor contra aquellos que no bajan la cabeza, contra los que no permiten la humillación de ser tratados como objetos, contra quienes se niegan a ser manipulados para acatar los designios de la cúpula gobernante; todo porque aún intentan ignorar una verdad irrefutable: el arte crece, perdura, y siempre le gana al poder político.
Ángel Santiesteban-Prats
Habana, 16 de noviembre, “libertad” condicional.
*Nota de La Editora: La compilación a cargo de Agustín García, incluye textos suyos, de Francisco López Sacha, María del Carmen Muzio, Dulce María Sotolongo, Lorenzo Lunar, Rafael Grillo, Michel Encinosa, Enrique Saínz, Rafael Acosta, Rebeca Murga, Elizabeth Mirabal y Gustavo Vega, de la cineasta Lucía López, esposa de Leonardo y uno del propio Padura.