Demasiadas preguntas.
-Dime, Anna. -La voz de mi tío me sobresalta un poco, estaba completamente absorta-. ¿Has encontrado algo que te pueda ayudar?
Desde que miruieron mis padres, tío Eugene, uno de los hermanos de mi madre, se hace cargo de mí, al menos hasta que cumpla dieciocho años. Es una gran persona a la que quiero mucho. Además, desde que se dio cuenta de mis capacidades me deja absoluta libertad para realizar mis pesquisas y, aunque para protegerme ya tengo al bueno de Bloom, siempre me acompaña cuando ve algún leve indicio de peligro. Vuelvo a mirar a mi querido perro. Debe de notar que estoy bien y, sin parar de mover la cola, vuelve a su rincón de la cama sin dejar de vigilarme.
-No, de momento no. -Levanto la vista de mi tío-. ¿Lo has leído?
-Sí, claro. Tenía tanta curiosidad como tú. -me contesta.
-Y ¿qué piensas?
-Eh... Creo que no aclara casi nada. Además. está incompleto. Se ve que a tu madre no le dio tiempo a acabarlo -me dice evitando un poco mi mirada. Sabe lo mucho que me apena todo este asunto.
-¡Qué rabia! Hay un montón de preguntas que se nos han quedado en el aire -asiente mi tío en silencio-. ¿Cómo y por qué la Mansión Gris acabó en llamas? ¿Qué le pasó a mamá? Está claro que se volvió a encontrar con papá, el cuaderno es la prueba de ello.