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Palabra sobre palabra. obra completa (1956-2001), de ángel gonzález. mañana no será lo que dios quiera..
Publicado el 22 abril 2020 por Miguelmalaga
Aunque la vida de Ángel González estuvo marcada, como tantas de las de su tiempo, por los acontecimientos históricos derivados de una cruenta Guerra Civil y una larga dictadura, leer los poemas de Ángel González supone adentrarse en experiencias tan universales como cotidianas. Al describir éstas, una voz, a veces tierna, a veces irónica, hace complicidad con el lector, que también es habitante de este mundo y parece hablar de lo obvio, pero de una manera insospechada, con ojos muy penetrantes. Pero para que todo esto sea posible, primero el poeta tiene que existir, haber nacido, un trámite que parece vulgar, pero que solo hace posible el caprichoso destino:Para que yo me llame Ángel González,para que mi ser pese sobre el suelo,fue necesario un ancho espacioy un largo tiempo:hombres de todo mar y toda tierra,fértiles vientres de mujer, y cuerposy más cuerpos, fundiéndose incesantesen otro cuerpo nuevo.Solsticios y equinoccios alumbraroncon su cambiante luz, su vario cielo,el viaje milenario de mi carnetrepando por los siglos y los huesos.De su pasaje lento y dolorosode su huida hasta el fin, sobreviviendonaufragios, aferrándoseal último suspiro de los muertos,yo no soy más que el resultado, el fruto,lo que queda, podrido, entre los restos;esto que veis aquí,tan sólo esto:un escombro tenaz, que se resistea su ruina, que lucha contra el viento,que avanza por caminos que no llevana ningún sitio. El éxitode todos los fracasos. La enloquecidafuerza del desaliento...A veces los hombres son descritos como seres contradictorios que "se aman de dos en dos para odiar de mil en mil". Seres amargos que muestran al mundo una falsa mueca de felicidad. Estos males podrían paliarse haciendo un alto en la existencia, dejando a un lado las prisas y creando un espacio de reflexión propio, hallando "un sitio donde echarte boca abajo y cerrar los ojos, y mirar despacio dentro de tu vida, quizá te resultase fácil averiguar algo , saber a que lugares quieres ir, de dónde vienes, para qué estás aquí, cuál es tu nombre". Y en esto aparece la idea de Dios, siempre presente, siempre esquiva, un ser que aunque no exista, sigue influyendo en nuestra existencia. Una metafísica muy mundana, que quiere quejarse a un responsable que seguramente haga oídos sordos:Despertar para encontrarmeesto:la vida así dispuesta,el cieloturbio, la lluviaque lame los cristales.Abrir los ojos para verlo mismo,poner el cuerpo en marcha para andarlo mismo,comenzar a vivir, pero sabiendoel fracaso final de la hora última.Si esto es la vida, Diossi éste es tu obsequio,te doy las gracias - gracias - y te digo:Guárdalo para ti y para tus ángeles.Me hace daño la luz con que me alumbras,me enloquece tu músicade pájaros,pesa tu cielo demasiado,oprime,aplasta, bajo y gris, como una losa.Todo está bien, lo sé.Tu ordense cumple. Pero alguienenvenenó las fuentesde mi vida, y mi corazón espasión inútil, odiociego, amor desorbitado,crisol donde se fundencontrariedades con contradicciones.Y mi voluntad sigue,inútilmente,empeñada en la lucha más terrible:vivir lo mismo que si tú existieras.Porque el poeta tiene muy presente que antes de nacer estuvo la no existencia, un estado al que se ha de volver, sin saber con certeza si es preferible a la imperfección del mundo: "dilema sin salida: no existencia, o vida incendio que el amor devora". Pero de vez en cuando surge la esperanza: si algo puede probar la existencia de Dios es la misma escritura, cómo "el perfecto funcionamiento de mis centros nerviosos que transmiten las órdenes que emite mi cerebro a las costas lejanas de mis extremidades", hacen posible el milagro de la concepción de un poema que cuestiona o ratifica la existencia del ser divino, o la existencia del amor o incluso del propio ser. Pero el concepto de Dios también se utiliza para usar sus poderes omnipotentes para vivir una y otra vez la misma historia de amor, que tiene la cualidad, esta vez sí, de la perfección:si yo fuese Dios,podría repetirte y repetirte,siempre la misma y siempre diferente,sin cansarme jamás del juego idéntico,sin desdeñar tampoco la que fuistepor la que ibas a ser dentro de nada;ya no sé si me explico, pero quieroaclarar que si yo fueseDios, haríalo posible por ser Ángel Gonzálezpara quererte tal como te quiero,para aguardar con calmaa que te crees tú misma cada día,a que sorprendas todas las mañanasla luz recién nacida con tu propialuz, y corrasla cortina impalpable que separael sueño de la vida,resucitándome con tu palabraUno de los poemas que más me ha impresionado es Muerte de máquina. A pesar de su evidente tono irónico, humanizar a una máquina y establecer paralelismos con nuestros decesos resulta ciertamente inquietante:Derramando tornillos,con las bielas exánimes,hizo un esfuerzo último para mover las ruedasdentadas. Como una oscura arteriapalpitó la polea, pero sólotransmitió un temblor leve a las turbinas,que giraron despacio, horrorizadas,con expresión de ojos que se nublan.Luego, la vieja máquinase derrumbó pesadamente,ahogando en su caídael estertor agudo de las válvulas.Otra de las grandes obsesiones de la poesía de Ángel González es el concepto del tiempo, algo que fluye incontrolable, con un pasado de evocación imperfecta, un presente que se escapa entre las manos y un "futuro que se presenta inseguro, turbio, incierto". Pero a veces estos nexos temporales no tienen sentido, se confunden:Mas sé que el tiempo es cóncavoy reaparece por la espaldasobresaltándonos de prontocon sus inútiles charadas.¿Te amaré ayer? ¿Te amo hoy en día?¿No te amé acaso, todavía mañana?No creo en la Eternidad.Mas si algo ha de quedar de lo que fuimoses el amor que pasa.Pero, inevitablemente, al final del camino está la muerte. La belleza del mundo, que se concentra en el ser amado, será arrebatada para siempre:Más allá de este sueñoya no hay nada:territorio finalen el que permanezco confinado,desde el que también sueñohasta perder la memoria de mí mismoCuando no sueño,ese sueño sin sueñoses - a secas - mi vida.