Dos buenas columnas de Graciela Melgarejo en “La Nación”, en su habitual columna de los lunes (“Línea directa”), explica el significado de varias palabras de uso común en nuestro pasado. De las notas seleccionamos algunos ejemplos sumamente interesantes.
Godos
Lo cierto que godo, en la acepción que conocemos aquí y en los países de América latina donde se peleó contra los españoles, es un americanismo y está muy bien definido en el Diccionario Kapelusz de la lengua española (editado por la editorial Kapelusz en la Argentina en 1979). Es la segunda acepción: "s. m. Arg., Col., Chile, Urug. Nombre despectivo que se daba a los españoles durante las guerras por la independencia".
(Siempre es interesante comprobar que la cuarta acepción es: "adj. despect. Can. Español peninsular. U. t. c. s.". Es decir que, para los nativos de las islas Canarias, los españoles también pueden llegar a ser "godos", aunque por razones bien distintas.)
Huinca
(Del araucano) m. Para los araucanos y otras tribus pampeanas, cristiano y, por extensión, hombre de raza blanca. J. Hernández, Martín Fierro [1879]: "Allí estaban vigilantes / cuidándonos a porfía; / cuando roncar parecían, / Huincá gritaba cualquiera, / y toda la fila entera / Huincá, Huincá repetía".
En la época en que se publicaba la historieta Lindor Covas, el cimarrón en el diario La Razón, pocos lectores necesitaban que se les explicara qué significaba esa palabra, constantemente en boca de los indios. Porque en las guerras contra el malón, las luchas eran así: blancos (huincas) versus indios.
Curepí
“…en Paraguay es muy común oír decir, sobre el porteño y, luego, sobre los argentinos en general, curepí [también aparece escrito como curepy], que viene del guaraní curepiré y quiere decir ‘cuero o piel de chancho’, por curé (‘chancho’) y piré (‘piel’ o ‘cuero'); era el grito de guerra en la Triple Alianza cuando los correntinos con polainas de cuero de carpincho invadían Paraguay".
(…)
"… viene de la época de la Guerra de la Triple Alianza, porque los argentinos usaban cuero de chancho en la montura de sus caballos". El ejemplo es inefable y actual: "Ahí viene ese curepí bola (mentiroso)".
Maturrango / maturrano
Como la palabra maturrango designa al que es mal jinete, por extensión, "durante las guerras de la Independencia, los americanos en armas llamaban así a los soldados españoles porque no eran en general buenos jinetes" (Diccionario de americanismos, Marcos A. Morínigo, Muchnik Editores, 1985).
En el Diccionario del habla de los argentinos, de la Academia Argentina de Letras, hay excelentes ejemplos de los distintos usos de esta palabra. En la primera acepción, la que se aplica al soldado realista, se transcribe uno nada menos que de don José de San Martín: "Unámonos, paisano mío, para batir a los maturrangos que nos amenazan: divididos seremos esclavos: unidos estoy seguro que los batiremos", del Epistolario, 1819. En la segunda acepción ("Se dice de la persona pesada y tosca en sus movimientos"), escribe Lucio V. Mansilla en sus Memorias, 1904: "Las damas eran poco mundanas y los caballeros muy maturrangos". En la tercera y última acepción ("Persona que no sabe andar bien a caballo"), el ejemplo es de Ricardo Güiraldes: "Presumo que es solo un mancarrón manso, elegido para una maturrango como yo" (Cuentos, 1915).
Graciela Melgarejo
“Un mundo sin godos y sin huincas”
(la nación, 18.04.11)
“La lengua, campo de tantas batallas”
(la nación, 25.04.11)