Hay palabras para todos los gustos y de todas las clases:bonitas, feas, sonoras, planas, graciosas, sosas… Y hay también palabras humildes y palabras aristocráticas. Palabras modestas, sin pretensiones, palabras de diario, como casa, lápiz, móvil, lechuga… y palabras de postín, de esas que sólo están al alcance de eruditos y sabiondos.
Cuando nos encontramos con ellas nos preguntamos de dónde habrán salido, dónde habrán estado todo el tiempo, y, en casos muy graves de adicción léxico-semántica, cómo hemos podido ser felices hasta ese momento sin tener conocimiento de ellas.
Últimamente han llegado a mis ojos algunas de esas palabras postineras, de las cuales tres me han causado especial impacto.Se trata de icástico, polímata y concinidad, ante cuya sonoridad y contundencia no pude quedarme indiferente.
Icástico significa“natural, sin disfraz ni adorno”, y se refiere a la representación o imitación de la realidad tal como es. La imitación icástica (por ejemplo, el arte realista) es por lo tanto opuesta a la imitación fantástica.
El lenguaje también tiene una función icástica, o mimética: las palabras representan o evocan los referentes, es decir, los objetos o conceptos a los que designan. Por eso mismo, y por ejemplo, una traducción ha de ser icástica respecto al texto original.
Una imagen icástica
de Galileo
Concinidadsignifica armonía, elegancia, belleza de estilo, el equilibrio que se consigue con la simetría y el paralelismo de elementos. Es un concepto que se aplica a la escritura, a la retórica y a la arquitectura.
Es interesante, claro está, conocer los significados de las palabras que se cruzan en nuestro camino, aunque quizá no las vayamos a utilizar mucho; pero también es muy interesante saber de dónde salen estas palabras, de dónde vienen. A mí me parecen tan misteriosas, tan bien elaboradas y tan intrigantes, que quiero saber algo más de ellas, desvelar algunos de sus secretos, porque al conocer su porqué y su cómo aprecio aún más su belleza y su interés.
Y, en efecto, me ha gustado mucho saber que icásticoderiva del griego eikastikós, que significa “relativo a la representación de los objetos”; que polímataviene del latín polymathes (“que sabe mucho”) y que este término a su vez deriva de las formas griegas poly-mucho- y mathema -conocimiento-. Y también que concinidad proviene del latin concinnitas, (estilo elegante, bello), que deriva a su vez de concinnus (inteligente, elegante, ordenado, limpio, hermoso, placentero).
Y que cuando el término concinidad se aplica a un texto hace referencia a la belleza del estilo, a la hábil conexión de las palabras y las frases, y al buen orden y disposición del discurso.
Como la cuestión de la escritura me interesa especialmente, esta palabra me importa mucho. Y el conocerla me ha llevado a pensar, una vez más, en los secretos de la escritura, en los misterios que hacen que un texto nos produzca deleite o no, independientemente de aquello de lo que hable; o que dos textos nos causen impresiones diferentes aunque hablen de lo mismo. Y una vez más llego a la conclusión de que la forma importa; de que no sólo nos gusta un texto por lo que dice, sino también por la forma en que lo dice.
Y me llama la atención, pero no me sorprende, que toda esta idea de la concinidad, de lo que hace que un texto nos resulte deleitoso, derive, en primera instancia, de cinnus, que significa cómodo, agradable.
Y es que leer un texto primoroso es como recostarse en un diván de mullidas y cálidas palabras.
Reading a story (Thomas Sully, 1783-1872)