Hay veces, que no te apetece hacer la cena. Hay veces que te conformas con picar algo, y a la cama. Vale, que no cuela, que no soy de esas: ni cocino, ni me conformo con cualquier cosa. Por eso esta semana cuando vi que me habian dado casi las nueve en la oficina, y que lo más probable es que me esperara en casa una sopa de sobre, decidí liar a mis compis de curro para ir a cenar todos juntos. Y oye, ¡coló! Ya ves tu, un lunes social, de esos que me gustan a mi.
Nos fuimos al Palacio de San Vicente (No confundir con el palacio Larrea, en otro post), justo ahi donde realmente nació Barakaldo. Un edificio de los más antiguos de la ciudad, tirado abajo y vuelto a construir de nuevo tan cual era (o eso nos comentaron), y donde poder disfrutar de una barra de pintxos increible. Pero claro, yo ese día, con un pintxo, poco hacia. Así que decidimos bajar al comedor (pequeñito, pero acogedor), y sacar su especialidad: huevos rotos.
Preparando el plato fuerte, para entrar en calor sacamos una tabla de ibéricos, destacar el jamón y el lomo, pero al final, no deja de ser una tabla de embutidos. Seguido, una ensalada de tomate con bonito y aderezado con una cebolleta fina y pepinillo no demasiado avinagrado, que animaba las finas lonchas de tomate; y para terminar con los entrantes, unas antxoas en vinagre (a mi lo de poner "boquerón", no me sale). Las antxoas, pequeñitas, en su punto de acidez, y con un buen aceite que las hacia brillar.
Y por fin, llegó los bueno: dos huevos fritos, hermosos, sobre una cantidad de patatas fritas caseras, y todo cubierto de unas lonchas de jamón serrano recién cortado, veteado y poco curado, como a mi me gusta. Que ya ves tu que elaboración tiene el plato, pero oye, a veces, apetecen estas pequeñas cosas, disfrutarlas en buena compañia, y sin mirar el reloj, ni preocuparse por nada.
Llegamos a los postres (quise hacer las fotos pertinentes, pero mis compis no saben nada, y ya me miraron bastante mal en los anteriores platos), y el arroz con leche triunfó, la tostada frita, un éxito, y el pudding, más de lo mismo. Al final, los postres caseros, se notan.
PALACIO SAN VICENTE Plaza de la Anteiglesia, s/n. Barakaldo.
Un edificio precioso, reformado, con una primera planta llena de cristaleras que dan a la plaza de la Anteiglesia. Una barra de pinchos bien surtida, carta de vinos, y dos o tres camareros uniformados que atienden la mar de bien. En la planta de abajo, un pequeño comedor, donde poder cenar algo de picoteo, las especialidades, el bacalao de la casa (con tomate, piñones y pasas, delicioso, lo probé de un compañero) y los huevos rotos, con jamón, gulas, morcilla... La pena, que los míos estaba poco hechos, y me hubiera gustado un pelin más fritos, pero vaya, manías que una tiene.
Jamón, lomo, salchichón, chorizo y queso.
Maravilla de antxoas!
Aqui ya dejé las fotos, mis compis empiezan a sospechar...