Revista Ópera
Palau de les Arts - Rigoleto - Temporada 2012-2013
Publicado el 11 noviembre 2012 por Maac @ElblogdemaacLlego al Palau de les Arts. Inauguración de la temporada. Ópera Rigoletto de Giuseppe Verdi. Una producción procedente de la Scala restaurada por los arqueólogos del Teatro Wielki de Varsovia. El reparto es casi desconocido. Barato. Los Presupuestos Generales del Estado para el 2013 no dan nada, una limosna. Son los tiempos que corren, la cultura ha pasado a ser algo secundario (y el "Levante" español también). Hasta cierto punto es comprensible. Pero sólo hasta cierto punto.Un grupo de trabajadores del Palau de les Arts tras una pancarta: Sin nuestro trabajo no hay cultura. Aceptaron una reducción de sueldo para evitar despidos. De todos es sabido los sacrificios que han tenido que hacer durante siete años de desventura en este querido mamotreto llamado Palau de les Arts. Tomadura de pelo. Les han preparado un ERE.
En el vestíbulo hay novedades. Nueva empresa de catering. Parece imposible que no supere a la anterior. Han puesto barras y hay un buffet libre para los entreactos a 9 euros por pase. Por fin el café es expreso. Vasos de plástico para el café y cristal para el resto de bebidas.
Una vez dentro de la sala, con la orquesta en el foso, sale el director, Omer Meir Wellber. Se encuentra un manifiesto en el atril y hace una pausa para leerlo. Un gesto de solidaridad con el personal del teatro. El público aplaude. Intento buscar entre las personalidades que ocupan los palcos del primer piso a Lola Johnson. No la veo. Tendrá mejores cosas que hacer. Dirección irregular la de Omer Wellber. Juega antes con los volúmenes que con las dinámicas. Tendré que subirme al cuarto piso tras el primer descanso de los tres previstos, no me gusta como se oye desde el tercero. Apenas ha pasado un cuarto de hora y se interrumpe la representación. Cambio de decorados. No hay personal suficiente para mover la monumental escenografía entre cuadro y cuadro. ¡Por dios! Esta producción de Deflo, Frigerio y Squarciapino es un exceso, como de nuevos ricos. No sé si están en el palacio del duque de Mantua o en la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Me siento distanciado. No consigo despegarme de mi condición de espectador. Juan Jesús Rodríguez, barítono, es buen Rigoletto. Bonito timbre, poca implicación dramática. Erin Morley, sorprano ligera. Se marca un Caro nome con unos picados bien resueltos y unos trinos de manual de canto. El timbre es modesto, escaso volumen, pero muy agradable. Hecho en falta una voz de más enjundia en la parte final. El duque de Mantua, Ivan Magri. Tenor de agudos. Si no supiera que es siciliano con esos sonidos tan metálicos pensaría que es eslavo. No me es grato su timbre aunque mejora al avanzar la representación. Correctos los roles secundarios: Marina Pinchuk, Sergio Vitale, Mario Cerdá, Miguel Ángel Zapater, María Konsenkova, Daniel Stefanow y Charlotte Martín. Y ahora la visita al museo de los horrores: Paata Burchuladze, si en vez de bajo fuera soprano parecería una ambulancia, rozando lo patético. Amartuvshin Enkhbat, del que me habían hablado muy bien, pasa totalmente desapercibido como Monterone. Timbre profundo pero muy apagado. Adriana Di Paola, Maddalena o como cargarse uno de los cuartetos más famosos de la historia de la ópera.