Revista Cine

Paloma Aznar, Vampirella 'El sentido del humor nos salva la vida'

Publicado el 22 junio 2013 por Alfonso65 @AlfonRoldan

 

Paloma Aznar, Vampirella

En Tiffany's Desayuno con Donetes en una foto de FRAN LORENTE.

Conocida por sus crónicas canallas de la noche madrileña, ha tenido tiempo de viajar casi una decena de veces a Palestina, entrevistar a Arafat o al líder de Hamás; a Egipto; a Irak en Guerra… La vemos en todas las manifestaciones de la capital con su cámara y, ahora, está rematando un documental sobre los recortes con los ojos de la infancia. Lo presenta el 3 de julio en la Casa Encendida. Entre tanta oscuridad y tragedia, Vampi no pierde la sonrisa, la risa, la provocación…, “es un escudo para afrontar la realidad, sino tendría que estar medicada”, asegura. Y con esa alma crítica y provocadora nos cita en la puerta de la joyería más glamourosa para emular un particular Desayuno con diamantes, pero en esta ocasión, en vez de diamantes hubo donettes y ella rubia, que es más de Marylin Monroe que de Audrie Hepburn.
Alemana de nacimiento, llegó a España con seis años. Pensaba que se iba a encontrar un toros corriendo por las calles, que la imagen que tenía de este país era la de los sanfermines . Ella no se acuerda muy de las cosas de la infancia, pero dice que le decían que quería volverse a Alemania, que estaba “horrorizada” con la oscuridad que inundaba todo recién muerto el dictador. Pero…, de la noche a la mañana “todo cambió a color, llegó la movida y la calle se llenó de gente divertida en un lugar en el que se mezclaba la modernidad con los toros, el botijo y las torrijas…
P. Es a finales de los ochenta cuando nace VampierellaR. Trabajando en El Independiente me inventé un personaje que recorría las calles de Madrid al que le pasaban muchas cosas, que se encontraba a otros personajes y, claro, Vampirella, el personaje de cómic era perfecta: venía de otro planeta y recorría la noche… La gente empezó a pensar que era Almodóvar, que era tal o que era cual, pero no acertaban nunca. Y ya, cuando me conocieron, todo el mundo empezó a llamarme Vampi, y hasta ahora. Y yo, encantada, que además con apellidarme Aznar… ¡figúrate!
P. Haces trabajo de periodista, pero te autodefines como cuentista.R. Aunque parezca que hago muchas cosas, siempre hago lo mismo, que es contar historias, a veces reales y a veces de ficción; a veces por escrito; a veces en radio; a veces en televisión o en cine. Después de doce años colaborando en El País y catorce en Radio Nacional, no veía forma de trabajar, hasta que surgió el proyecto del documental. El periodismo lo veo complicado. Cuando trabajas en algo como esto se convierte en tu ser, y lo eres veinticuatro horas al día, todos los días del año. Los periodistas deberían tener claro para quien trabajan: para las empresas de comunicación y sus intereses, o para las personas. Y nos debemos a la gente. Actualmente las empresas de comunicación salen adelante con jóvenes sin experiencia, que no cobran y que son moldeables por la empresa. No tienen ni idea de trabajar para la gente y la calidad baja escandalosamente.
P. Ahora estás embarcada en contar la crisis en un documental con ojos de niños y niñas.R. Es algo que nadie ha contado. Son opiniones y preguntas de personas de entre seis y diecisiete años. Los más pequeños aportan una vertiente cómica que explican, por ejemplo, que “Rajoy es un señor que nos ha robado todo el dinero”. Con ocho o nueve años la cosa cambia. Han entrevistado al portavoz de los médicos encerrados en el Gregorio Marañón, al portavoz de los bomberos…, han hecho entrevistas que ya quisieran muchos periodistas.
P. Habrá momentos impactantes.

Paloma Aznar, Vampirella

"Negociando" la foto con Fran Lorente en una foto mía.

R. Hay una niña, Joana, de nueve años, que vivía en Puerta de Hierro y a su familia la desahuciaron. Ahora vive en casa de su abuela con veintidós personas. La abuela ha ido acogiendo hijos y nietos y ahí están todos. Joana nos contó su desahucio, cómo apareció la policía a las cinco de la madrugada, con cascos, escudos, botas. Vamos, como si fueran a la guerra. Fue una acción brutal. Es una pesadilla que no va a olvidar. Luego, entrevisto al secretario general del Sindicato Unificado de Policía y éste se vino abajo porque era una niña quien le preguntaba por qué a ella le había pasado eso, por qué la policía tiró sus juguetes, golpeó a su padre y su madre, embarazada, lloraba.
P. Con estas cosas que vemos y cuentas…, ¿aún podemos ser optimistas y mantener la sonrisa como tú haces?R. El sentido del humor nos salva la vida.
P. Se te identifica con el glamourR. El glamour se puede comprar con dinero, la elegancia, no. El glamour es ponerse un tacón, ir a una buena peluquería. La persona más elegante que he visto fue saliendo de Irak, en plena guerra. En el control que tenía el ejército en el aeropuerto había una tribu del norte de África que volvía de La Meca, con su guía. Este hombre era muy alto y muy delgado, vestía con una tela de saco y unas alpargatas. No he visto a nadie más elegante en mi vida. Me considero más fetichista. De hecho, soy vicepresidenta de la Academia del tacón de aguja, que fundé con Berlanga y él la presidía.
P. Lo de fetichismo suena a sexo…R. El fetichismo es otorgar a los objetos un valor que les es ajeno. No sólo es sexual. Cuando una persona lleva una medallita de la Virgen del Rocío, también es fetiche.
P. Has escrito mucho sobre sexo e hiciste un master univesitario sobre el tema. ¿El sexo no es algo que se aprende con la práctica?R. No, no, no. Todo lo humano se puede estudiar. El sexo engloba biología, sociología, psicología… La educación sexual debería enseñarse en los colegios, pero enseñando más allá de cómo funciona el aparato reproductivo.
P. ¿Qué es más allá?R. Por ejemplo, por qué nos enamoramos.

Paloma Aznar, Vampirella

Vampi y yo en un momento espontáneo, cazado por Fran Lorente.

P. ¿Y por qué?R. Porque hay un proceso psicobioquímico. Hay una sobredosis de feniletilamina.
P. ¿Es una enfermedad?R. Es un accidente y una enfermedad pasajera. Puede durar como mucho cuarenta y ocho meses, aunque puede haber recaídas con la misma persona, o con otras. En realidad es una trampa de la naturaleza para que nos reproduzcamos. Estaría muy bien saber que es un trastorno pasajero, saber que el príncipe azul es una figura de cuento; saber cómo la cultura influye en la forma de relacionarnos. Así evitaríamos situaciones que, por ejemplo, llevan a la violencia de género; o a situaciones de excesiva dependencia económica y afectiva. Pero quizá toda esta información no es interesante para el sistema. Las cosas serían distintas porque la educación nos libera.
“La educación sexual debería enseñarse en los colegios”“Los periodistas deberían tener claro que trabajan para la gente, no para la empresa”
“Joana nos contó su desahucio, cómo apareció la policía a las cinco de la madrugada, con cascos, escudos, botas…”
Twitter: @SoyVampi 


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