Al pan, “perfil relativamente desacelerado” y al vino, “violencia en el entorno familiar”. Este va a ser el lenguaje a partir de ahora, sólo apto para despiertos y del que hay que huir a primera hora de la mañana, del gabinete de Rajoy. Con estos eufemismos acaban a golpe de dialéctica los ministros de Economía y de Igualdad, respectivamente, con la recesión y la violencia de género. Según la creencia popular, no hay que nombrar a la bicha, que haciéndolo, la llamamos. Los populares se saben la lección de la abuela. Utilizar tanta riqueza de vocabulario para decir lo mismo, o no decir nada, tiene el riesgo de perderse entre palabras vacías, pero también tiene la virtud de que el oyente no reconozca a la bicha cuando se acerca (porque se acerca) y no sea capaz de combatir o salir huyendo, según el grado de valentía. De todas formas, no hay que preocuparse: el ministro de Guindos ve en esta cesta navideña (caída del PIB y más paro) un estímulo, un acicate, no para el crecimiento, sino para poner en marcha todos los recortes necesarios. ¿No eran éstos el medio? De Guindos los convierte así en el objetivo. Habrá que agudizar la vista y el oído, hasta el tacto si la recesión sacude las trincheras, y estar alertas porque la avalancha de eufemismos que preceden a la extinción del estado del bienestar como lo conocemos hasta ahora no ha hecho más que empezar. Las palabras son la avanzadilla, y los héroes salvadores ya se han puesto en camino hacia nuestras posiciones para salvar la patria.