Mi nota anterior dio motivo para que se iniciara toda una vigilancia a mi persona vía Internet, por lo tanto confirmaron mis críticas contra esa Iglesia rancia que sólo goza reprimiendo al resto de los mortales, como otrora hizo la Santa Inquisición.
Igualmente sospecho que quedaron dudas y confusiones acerca del sector vil al que me referí, pues también hay católicos en las clases medias y bajas de cualquier sociedad, y obviamente a esos sectores -que son mayoría- no apuntaban mis críticas.
Para aclarar este punto diré que en el Golpe Cívico-Militar que destrozó a la sociedad argentina, seguramente todos los implicados eran fervientes católicos, caso contrario, ¿el lector argentino conoce algún caso de aquellos golpistas y de quienes hoy siguen defendiendo el Golpe de Estado que no sean católicos fanáticos?
En mi país, ¿alguien conoce a algún anti kirchnerista acérrimo que no rece el Padre Nuestro a diario?
En Chile manda el Opus Dei entre los políticos de derecha y son los mismos que sostuvieron a la dictadura de Pinochet. Es esta sociedad la que reprime cada manifestación en reclamo de libertades y es muy coherente con sus principios.
En Venezuela, seguramente todos los golpistas anteriores a 1998 fueron fanáticos practicantes católicos.
¿Entonces?
Pues esta casta se ha burlado históricamente de las necesidades de los pueblos, de la humildad y pobreza que hoy pregona el nuevo papa, y en breve comenzará a cuestionar sus resoluciones. Serán los mismos sectores que desde hace años batallan contra los gobiernos populares que fueron surgiendo en América Latina, que no les interesa debatir ideas sino que directamente van al choque con denuncias falsas o distorsionadas. Ellos son los que atentan contra uno de los mandamientos: “No levantarás falso testimonio”. Basta con leer sus notas en la prensa, cargadas de odios contra los representantes del pueblo, y por lo tanto cargadas de odios contra la democracia.
A través de la historia han mantenido cantones de poder e influencias que operaron vez que decidieron derrocar gobiernos y en eso están hoy, atacando constantemente.
Toda persona necesita creer en algo o alguien superior. Esa necesidad crece inversamente proporcional a sus conocimientos; es decir, mientras más sabe y piensa por su cuenta, menos necesidad tiene de sostenerse en el poder inmaterial y supremo. Esa necesidad es tonto combatirla, como pretendió el comunismo desde sus inicios, y es tonto cuestionar a las religiones. Pero las personas que se aprovechan de esta necesidad para someter al resto de las sociedades, pues son basura que debería erradicarse de los sitios de poder.
Con un poquito de criterio hay que aceptar que quienes levantan falsos testimonios, quienes apoyan invasiones armadas, fraudes electorales (incluyendo los repetidos golpes de estado) y explotación de los trabajadores para robarles no sólo dinero sino también posesiones (Europa hoy es el mejor ejemplo) y esperanzas, no practican la humildad tantas veces pregonada por los católicos. Por ello hoy tienen que estar colapsando pues su máximo referente (el papa Francisco) está dando señales en oposición a la tradicional Santa Iglesia, que desde el imperio abusivo español, despreció los derechos humanos y las culturas no europeas.
Unos meses atrás sufrí la represión de un abogado influyente y ultra católico. Envié una encomienda (tres cajas) a un gobierno extranjero. Los bultos no tenían explosivos sino material cultural. Ese abogado conocía su contenido y bloqueó la entrega apelando a sus influencias. La empresa de transportes, a un mes de mi envío, me informó que daban por perdidas las cajas. Cuando les informé que iba a ofrecer recompensa pública por dicho material, una hora después me llamaron para informarme que habían aparecido las tres cajas, que entregaron en destino al día siguiente. Desde ese ente gubernamental me aseguraron que las cajas no mostraban señales de deterioro, o sea que no las habían abierto. Entonces no hubo intención de robo sino simplemente bloqueo para que no llegara a manos de un gobierno con el cual no simpatizan. Nuevamente la Santa Inquisición en el presente, igual que la invasión que está sufriendo mi portal Patapedia.com.ar en estos días, seguramente hurgando qué digo en cada artículo cultural; qué puede haber de peligroso allí. Son represores. Tanto como faltos de cultura; por eso, tal vez la pesquisa les sirva para aprender algo útil y honesto sobre Patagonia.
Claro que, mientras más se sube en los escalafones de cualquier sistema, los rateros se hacen ladrones de guante blanco, y esto apunta nuevamente al Vaticano (la casa santa) y el titular “El Espíritu Santo del siglo XXI abandona el Vaticano”, publicado el 01-03-2013 por un tal Joaquim dice algo al respecto refiriéndose al helicóptero en el cual el papa Benedicto XVI abandonó su papado: “Ahí tienen al Espíritu Santo del siglo XXI, largándose de la Ciudad-Estado donde todo pecado es posible. La paloma tecnológica voló ayer fuera de ese Estado de opereta, entre cuyos muros han tenido cabida a lo largo de los siglos los crímenes más horrendos e impunes. Comentaba hace años Josep Ramoneda que su primera visita al Vaticano la hizo en compañía de un viejo jesuita que había vivido en Roma casi toda su vida. Al traspasar el límite con el Estado Vaticano y entrar en la plaza de San Pedro, el jesuita le dijo: “Hijo mío, vamos a santiguarnos y rogar a Dios que nos proteja mientras estemos ahí dentro”. Recuerden la escena de El Padrino en la que el ya maduro hijo del viejo capo y nuevo jefe de una de las principales familias mafiosas italo-norteamericanas tras la muerte de don Vito, es recibido en el Vaticano para ser nombrado caballero papal, y el tipo que le recibe, una especie de asesor financiero de la Iglesia, le dice al encallecido gángster: “ahora vamos a enseñarle a hacer negocios…”.“. Fin de la cita.
Así no actúan los católicos honestos, que -repito- son mayoría, pero no están en sitios de poder. Esos, los eternos desposeídos y abusados por los mandantes de derecha, son los que festejan con brillo en los ojos la llegada de Francisco, quien aún no ha tomado medidas y se ha limitado a dar testimonio de humildad.
Los fanáticos enceguecidos en el uso del poder absoluto en breve comenzarán a cuestionar al papa actual. Ya en Yahoo.com.ar pusieron en duda la opinión de Francisco sobre las mujeres.
Seguramente ha llegado el tiempo en que los católicos honestos se abroquelen en defensa de su verdadero representante y depuren a la Iglesia rancia que se adueñó de la religión católica. Esos que ya Cristo había rotulado “sepulcros blanqueados”; claro que para ello habría que insuflarle el aliento de la democracia y las votaciones.
Estamos en tiempos de revolución, pero sin armas de fuego. “Las armas las carga el diablo”, dicen, y es verdad. Por eso los que dicen ser católicos y han apoyado gobiernos explotadores de los pueblos, así como ejércitos invasores, en la práctica han representado al diablo y deberán expulsarlos de la feligresía rancia.
Digo deberán, porque yo, como hombre de la cultura, tomo partido pero no tengo partido tomado, ni en política partidista ni en religión. Es el mejor sitial para elogiar a unos y cuestionar a otros, aún cuando estén en el mismo barco.
La esperanza volcada en estas líneas y que seguramente comparten tantos, defraudados por las acciones de los feligreses y directamente de los sacerdotes, puede que termine siendo -la esperanza- simple ilusión abatida por los intereses firmes de la oligarquía vaticana.
¿A qué se debe este giro violento?
A una de las tantas notas leídas en Internet, cuyo autor -con más criterio y conocimiento que yo- detecta un ambiente muy negro dentro de la estructura del Vaticano.
El titular es “El papa Francisco: ¿el títere del Vaticano?”. El autor es Miguel Ángel García Calderón, y dice: “Haber pedido una oración antes de bendecir a los fieles -al momento de su presentación al mundo como papa-, el no portar la tradicional -y enorme- cruz de oro de todos los pontífices además de no salir al balcón vestido ostentosamente -sino solo de blanco- causó, en muchos, un impacto favorable”…
“En el nombre del papa -por Francisco de Asís- se intenta reflejar dicho espíritu aunque no todo es miel sobre hojuelas.
Quizá sí para los creyentes de a pie pero para quienes buscan leer más allá de entre líneas -tanto fieles como no- la cosa, como dice el papa jesuita, no va del todo bien.
Un vaticanista en un panel de análisis de la RAI argumentó que la pobreza o estilo de vida de un papa no refleja ni exige necesariamente una reforma a la institución que -aparentemente- preside-”…
“Otro punto importante tratado -además de las tradicionales negativas al aborto, eutanasia, sacerdocio femenino, matrimonio homosexual- fue la cara que da la iglesia al mundo. La mayoría de los clérigos admitió que mostraban todo, desde fuera, menos ser piadosos.
Y fue eso, queridos amigos, lo que trajo consigo el cónclave. Por eso Lombardi -jefe de prensa de la Santa Sede- estaba tan tranquilo: la elección ya estaba fríamente calculada.
Antes de entrar a la Capilla Sixtina a votar los cardenales ya tenían bien definido tanto el perfil como a los candidatos ideales para llenarlo.
¿Cuál perfil?
Un personaje que atrajera lo que la Iglesia ya no tiene: credibilidad y gente.
De los principales conflictos que tuvo el pontífice emérito Benedicto XVI con la Curia romana y con los demás cardenales fue su manera de ver el cristianismo. El profesor de teología convertido en papa luego de Juan Pablo II prefería una iglesia con cinco fieles que supieran lo que creen y estuvieran convencidos de ello que un templo lleno con miles de personas gritando al unísono amén y siguiendo imágenes sin saber por qué.
Tristemente lo segundo es lo que en gran parte de América Latina se da al por mayor: una religiosidad ciega que solo sigue masas, personajes e imágenes. Por eso Ratzinger nunca cayó del todo bien en el continente americano: él quería lo contrario.
Otra cosa que notaron los Príncipes de la Iglesia -lo cardenales- fue que Juan Pablo II tuvo un click especial, una magia única con la feligresía y que aunque eso no influyó en que el catolicismo se viniera abajo sí fortaleció la fe -o algo así- en la gente hispanoparlante.
En una de las columnas recién publicadas luego de la elección del papa Francesco leía que la moda de que los papas fueran simpáticos o agradables la introdujo Wojtyla pues antes -amén de Juan XXIII- ninguno de éstos pretendieron captar la atención -llamativamente- de los fieles.
El obispo emérito de Roma, Joseph Ratzinger, también pensaba igual. Él nunca pretendió ser la estrella rock que su antecesor; eso esperaba la gente y eso no obtuvo. Por eso su renuncia fue algo casi sin revuelo en América.
La mayoría de los miembros de la Curia nunca estuvieron conformes con el pensamiento estricto de Ratzinger -léase los telegramas filtrados en el escándalo Vatileaks- y como Benedicto XVI no se prestó a ello necesitaban, en su sucesor, a una marioneta que manipular para atraer masas mientras las aguas siguen siendo turbias en el Palacio Apostólico.
Si sumamos eso a que Jorge Mario Bergoglio es un personaje que no se ha enfocado -como Arzobispo de Buenos Aires, Argentina- a la gestión sino más bien a la gente se tiene al candidato idóneo.
Además, como cardenal, el papa Francisco siempre se mantuvo alejado de los carrerismos, jugueteos y el coqueteo curial; procuraba estar solo el tiempo necesario en Roma ya que él amaba la calle.
La propuesta de los cardenales a Bergoglio fue simple, cobijados por los lienzos de Miguel Ángel:
-Tú sigue igual [comportándote simpáticamente, siendo bonachón, alegre, humilde -en la medida que el título papal lo permite-] mientras nosotros [La Curia] nos seguimos haciendo cargo de todo.
Y es que realmente si se hubiese querido solucionar la situación tan negra y endemoniada que pintó -sutilmente- Benedicto XVI luego de anunciar su renuncia, el Cónclave tendría que haber sido más largo.
Además de la duración [únicamente cinco rondas] se tendría que haber elegido a un cardenal con perfil de teólogo y de mano dura y firme en el gobierno clerical -cosa que Francisco no puede presumir como prelado en la Argentina-.
Es por eso que vemos cómo las homilías del papa argentino suelen siempre salirse del papel; aunque trae un discurso escrito siempre improvisa: de una u otra manera pretende dar una impronta personal a su papado porque sabe que suyo, realmente, no es.
Muchos piensan, vagamente, que un rey o un presidente gobiernan por sí solos una nación. No es cierto. Dichos personajes dependen -en mayor o menor medida- de una serie de co-actores políticos para llevar a cabo la gestión.
Lo mismo pasa en el Vaticano. El papa en turno es solo la cara visible del gobierno mas no quien lleva todo el poder. Detrás de él están muchos intereses que, lamentablemente, poco o nada tienen que ver con lo que dicen que dijo Jesús y que está plasmado en los Evangelios canónicos.
Aunque nadie igualará a Juan Pablo II -me dijo una conocida- a éste papa -Francisco- ya le quiero y me cae bien; no me pasaba lo mismo con el alemán.
Dentro de la frase anterior hay algo más. Lamentablemente decían que a Karol Wojtyla era un papa que se le tenía que ver y que a Ratzinger se le tenía que leer u oír. Con Francisco se regresa a la fórmula del éxito: verlo para cautivar y seguir engrosando, aunque sea en el continente americano y en África, las listas de católicos.
Y es que cuando sale el papa jesuita en escena la gente se enfoca únicamente a analizar sus gestos o acciones y no sus mensajes u homilías.
Tanto los medios católicos como los seculares se detienen en: no usó el auto tradicional del pontífice, no trae zapatos ostentosos, no porta una cruz de oro, viste sencillo, visitó incógnitamente a alguien… pero de sus homilías o mensajes poco o nada se analiza.
Así pues vemos cómo sutilmente el Vaticano volvió a ganar.
La gente pedía humildad y la ve en Francisco. Los fieles aclamaban a alguien simpático y buena gente -y no con cara de pocos amigos como la de Ratzinger- y el Cónclave dos mil trece se los dio.
¿Los feligreses piden pan y circo?
Los cardenales, piadosamente, acceden: un títere vestido de blanco para entretener mientras por dentro, quienes lo controlan, dejan las cosas y escándalos igual o incluso peor que cuando Ratzinger estaba en el trono de San Pedro”.
Hasta aquí la nota -transcripta en partes, por lo que se recomienda su lectura completa- que publicó Miguel Ángel García Calderón. Dos opciones que nos hacen meditar profundamente: ¿estamos en el inicio de un profundo cambio en la Iglesia Romana, o se siguen burlando de la Humanidad?
El tiempo dirá si seguimos siendo marionetas o testigos en el juicio, y todo por culpa de que no hay democracia en la pirámide de la Iglesia, pues si votaran los feligreses, otra sería la tranquilidad soberana de los intocables.
Luis Colombatto