Cada navidad que pasa, la vorágine consumista hace que la crisis se diluya y se dilapiden sueldos con la adquisición objetos que no hacen falta y que terminarán arrinconados en cualquier trastero.
Este año va a ser el turno de lectores de libros electrónicos, tablets y smartphones. Algunos serán usados para lo que fueron diseñados, sacándole mayor o menor rendimiento y otros se pondrán en marchar dos o tres veces hasta que el hastío de sus dueños los momifiquen en cualquier estantería o cajón. Estos nuevos cachivaches van a engordar las cuentas de las operadoras de telefonía, que llevan tiempo esperando el boom de las tarjetas con tarifas planas de acceso a Internet, y seguirán levantando las iras de los que opinan que Internet está matando la industria cultural.
Pero a parte de debate que no llevará a ningún lado, Papa Noel y los Reyes Magos estarán haciendo acopio en China de estos objetos, a pesar de que aquellos que los fabrican podrán darse por contentos si al menos las opulentas empresas tecnológicas occidentales reparten sus migajas y les permiten comer. alfonsovazquez.comciberantropólogo