Revista América Latina

#PapaEnCuba Una misa para el Papa cuando llegue al cielo

Publicado el 20 septiembre 2015 por Ángel Santiesteban Prats @AngelSantiesteb

detención de disidentes durante la misa de Francisco en Habana

En resumen, con respecto a la llegada del Papa a La Habana, los pronósticos se cumplen: la dictadura ejerce el mayor irrespeto hacia la figura de Su Santidad en su visita a la isla. Ni siquiera el régimen aceptó que las invitadas Berta Soler y Martha Beatriz Roque, según presencia oficial de un funcionario de la Nunciatura a sus hogares –Antonio Rodiles declinó la invitación–, pudieran llegar a su sede, luego de ser escogidas en un grupo de ciento cincuenta personas para que, desde una valla, dieran la bienvenida al Sumo Pontífice y recibieran su bendición.

Es importante acotar que en la invitación oficial y verbal del funcionario de la Nunciatura, les aseguró que garantizaban que no serían apresados, pues se había hablado con las “autoridades”, entiéndase policía política, para que les respetaran sus derechos, y les permitieran el traslado y sus llegadas sin contratiempos. Y ocurrió todo lo contrario. En este entramado de novela policíaca habría que destejer quién engañó a quién. ¿Quién prometió y luego no cumplió con su palabra?

En definitiva, estas opositoras al régimen –junto a Ángel Moya, que acompañaba a su esposa, la líder de las Damas de Blanco– ayer fueron apresados cuando se encaminaban a la Nunciatura, a través de un operativo aparatoso y violento, para ser conducidos a la estación policial y advertirles que no les dejarán asistir a ninguna actividad programada por la iglesia católica o de carácter personal: “no las queremos en la calle”, les dijo el oficial responsable de la detención.

En el amanecer del domingo, las Damas de Blanco se disponían a hacer acto de presencia en la misa del Mensajero de Paz, y fueron apresadas con otro violento operativo y trasladadas a Tarará, en las afueras de la ciudad, y así evitar que asistieran al encuentro con el Papa. Luego de terminada la misa, las fueron dispersando por separado y en lugares distantes a sus hogares.

Cada opositor tiene en las afueras de su casa a un grupo de represores con auto patrullero incluido, y en caso de que intenten abandonarla, proceden a sus detenciones y traslados a la estación policial. Pero no pudieron evitar que tres opositores se le acercaran al Papa –previo error de la Seguridad cubana–, y clamaran libertad para una nación encadenada por más de medio siglo.

En ese entonces, el Mensajero de Dios se disponía al encuentro con el dictador Fidel Castro, que estaría satisfecho –porque vergüenza no tiene–, de que no le hiciera pasar el mal rato que le provocara el Papa Juan Pablo II, en aquel inolvidable 1998 en La Habana, cuando le dijo, mientras se trasmitía por la televisión, lo que antes nadie había podido hacer en persona y mantenerlo en silencio.

Es inverosímil que el Papa actual, con los problemas graves de escándalos de pederastia que enfrenta la iglesia católica a nivel mundial –y en particular en los Estados Unidos, a lo que dará cuenta en su próxima y cercana visita, y que tanto ha dañado la credibilidad de esa institución religiosa– ahora le sume esta causa en defensa de una dictadura. Como que va de mal en peor.

De lo que sí estamos convencidos es que los dictadores no creen ni en el Cardenal, ni en el Papa, ni siquiera en el mismísimo Dios si se les presentara delante, pues ellos se consideran de igual a igual, ya que se reconocen como los Satanás del Caribe.

La Iglesia basa su discurso del pecado en el  momento en que hay que darle razones a Dios en ese famoso Juicio Final. Si quien nos debe educar en su ejemplo de transparencia actúa retorcido y empañado, ¿qué puede esperarse del resto de la humanidad? ¿Qué le dirá el Papa Francisco cuando se presente ante Jesús y éste le pregunte los motivos de su docilidad con el totalitarismo? ¿Acaso no aprendió sus lecciones recogidas por los Apóstoles? Según el mensaje papal televisivo al pueblo cubano antes de su llegada, cuando nos portamos mal, Jesús se queda a nuestro lado.  Supongo que en este momento, por mucho que se porte mal el Papa Francisco, y ante la presencia del dictador Fidel Castro, Jesús se le haya alejado lo suficiente como para no oler el azufre.

¿El Papa Francisco tendrá el valor –una vez que haya salido de Cuba y se dirija al Congreso y al presidente Barak Obama– de defender a una dictadura que en su visita le ha dado las pruebas suficientes para demostrar que es insalvable? No me imaginaría un cinismo mayor. Me sentaría frente a mi cabaña a esperar otro Papa que tenga la vergüenza de aquel que nos ganó el corazón en la primera visita que hiciera una Santidad a Cuba.

Desde entonces, y hablando con lenguaje beisbolero como le gusta al cubano, el Vaticano tiene en sus visitas a la isla, un streak y dos bolas.

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Ángel Santiesteban-Prats,

Habana,20 de septiembre, “libertad” condicional.


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