Revista Música
Para los que se "estrenaron" con el saxofonista cubano Paquito D'Rivera en "The Iost sessions", como suponemos que haya quedado con más ganas de escucharlo, ahora se lo servimos en bandeja de oro en su etapa como fundador de la legendaría banda Irakere, para que pueda disfrutarlo a fondo ya sea en plan de abierto protagonismo o cerrando filas con el fabuloso team de metales de Irakere.
Grabaciones de los años 76 y 78 (a partír del 79 instaló su residencia en los E.E.U.U.) cuando algunos grupos habían lanzado al mundo las formidables propuestas de fusión estilo los"Sangre, Sudor y Lágrimas", o "Tierra, viento y ruego" con la irrupción del beat (léase la fusión del swing con otros ritmos no jazzísticos).
Pero faltaba la adición de un fuerte sabor que vendría proveniente de la mayor de las Antillas y que llegaría para quedarse: los ritmos afrocubanos, los cantos rituales, los tambores batá, las tumbadoras incorporadas a este formato de banda ya propuesto poraquellos grupos: una sección de dos saxofones (alto, tenor), 2 trompetas, drums bajo eléctríco, guitarra eléctrica piano y teclados que daría por resultado una nueva sonoridad en ese género naciente que de una manera totalmente desprejuiciada y gracias ingenio creativo de Chucho Valdés, más los aportes delos virtuosos de su banda, asombrarían al mundo con el arrollador sonido Irakere (no nos olvidemos que en lengua yoruba Irakere significa selva).
Aquí usted se podrá dar "banquete" con un Paquito de múltiples aristas: cual de ellas más interesante y sobre todo diferentes, donde sale a relucir el músico culto, de amplio espectro,
lo que queda ampliamente demostrada en su lección magistral del Adagio del Concierto original para clarinete en La Mayor de W.A. Mozart en una sensacional versión para saxo soprano,
sí como también en Preludio No.3 del gran compositor brasileño Heítor Villalobos donde recrea esta pieza en un dúo de flautas con Carlos Averhoff y junto a ese "monstruo" de la música
de la Isla, Leo Brouwer, secundando a este último en la formidable versión del concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo con su improvisación al saxo soprano en el segmento final de la obra.
Y en yuxtaposición a estas re-creaoiones de los clásicos nos propone temas firmemente insertados en la corriente de fusión "a lo Irakere" oomo Juana 1600 Chekere son y esa obra mayor, digna de una antología del género: Misa Negra del maestro Chuoho Valdés.
Una demostraoción fehaciente de que los oídos más atentos y mejor informados de la palestra musical de aquellos 70s, no dejarían pasar por alto aquel fenómeno Irakere que irrumpia oon aquella pegada irresistible, lo es el hecho de que el maestro Leo Brouwer invitara a esta banda a compartir el escenario en un memorable concierto que ofrecieran en septiembre de 1978 en el teatro Karl Marx y del cual el Adagio de Mozart, Aranjuez, Preludio No.3 Misa Negra y Ragtime, son testimonio.
Un criterio totalmente coinoidente por parte de Brouwer, Chuoho Valdés y los músicos de su banda, respecto a que en las tendencias de la música "de concierto" a de aquel presente tenían total validez el legado de los clásicos así como los cantos rituales, los rítmos afrocubanos el swing y todo aquello que viniera al caso, es la razón por la cual músicos quese desenvolvían en diferentes esferas unieran sus faenas en una lid de este tipo. Si a alguien se le puede atribuir ser pionero en esto de la fusión y los conceptos post-modernistas (acuñados más tarde) aplicados a la música, es a Leo Brouwer y a Chucho Valdés con su banda Irakere.
Entre los primeros cortes del disco aparece como segundo el ragtime El Animador de Scott Joplin. Todavía recuerdo la delicia que sentimos los asistentes a aquel concierto, ante aquella versión que evocaba a aquellas primeras bandas de jazz compuestas por clarinete fotuto. cornetin, banjo y el «abuelo" del drums. Con ese sentido los muchachos de Irakere secundan a Brouwer en esta versión pero evocando el timbre y la dicción del clarinete, que era el instrumento característico de aquellos momentos. Imposible pedir más con la total y lograda intención de aquel swing de las primeras décadas del siglo XX.
La versión del Adagio de Mozart (junto al solo de Misa Negra) es el plato fuerte para calibrar a Paquíto D'Rivera en cualquier sentido.
Ahi tiene usted al instrumentista culto,al clarinetista virtuoso que se conoce al derecho y al revés esta obra. La ortodoxia clásica en el enunciado del tema, las "citas" de la cadenza y de aires del tercer movimiento del concierto nos confirman que tiene perfectamente digerida la obra original. A ello le suma la improvisación en swing que le devolverá con una sonrisa de
aprobación la artística travesura.
Esta vez con la flauta, a dúo con Carlos Averhoff, secunda a Brouwer (en la guitarra) en Preludio No. 3 de Villalobos. Nuevamente nos asombramos ante el desdoblamiento de Paquito luego del enuncíado riguroso de la obra, en el segmento siguiente, en una improvisación que roza el aleatorismo y donde demuestra estar a la altura del gran compositor cubano para poderl o seguir en un lenguaje que aborda las técnicas de composición de vanguardia del siglo XX en la música llamada 'culta". y para cerrar este bloque de recreaciones de los clásicos, Brouwer y Valdés nos entregan una versión firmada a cuatro manos del celebérrimo concierto de Aranjuez, en el cual luego de exponer en el primer segmento el tema "quasi tal cual" entran en un segundo en tiempo beato donde Paquíto se luce en una improvisación con el soprano que denota una intención de total ruptura con lo anterior, y hasta desliza entonaciones bien claras de los diseños que suele hacer la corneta china en las congas del carnaval santiaguero.
Un paréntesis en el disco para que disfrutemos a las anchas de un buen bolero, sin mas intenciones que justamente esas: y me refiero al disfrute de él, consigo mismo, en Este
camino largo donde volvemos al Paquito de los boleros de The lost sessions: respetuoso del género, intimista, sensual y con mucha bomba.
( Con mucha bomba: suele expresarse en Cuba a lo interpetrado con mucho sentimiento. Bomba como sinónimo de corazón.)
En una cuerda fusión desde su intención original, aborda un título de Carlos Puebla que ha dado la vuelta al mundo: Hasta siempre, comandante, que entra rápidamente en una improvisación de latin jazz. Nótese la fusión del tiempo de bolero en las tumbas, con los diseños beat del drums. E igualmente el concepto ímprovísatorío, tanto de Chucho Valdés en el piano como de Carlos del Puerto en el bajo eléctrico, así como del propio Paquíto, denotan estar muy en sintonía con un discurso bien instaurado por los grupos de fusión de los 70's (Weather Report, Earth, Wind and FIRE, y el propio Irakere) donde no se improvisa en un puro estilo de swing, sino que se introducen otras acentuaciones, otros giros melódicos y otros elementos como lo es el sentido de la improvisación del son cubano que tuvo figuras legendarias que dejaron muy bien sentado este lenguaje como el tresero Arsenio Rodriguez, el "cieguito maravilloso"; el pianista de su conjunto Luis"Lili" Martinez, y el trompetista de la misma formación, Félix Chapottin.
Todos estos elementos interrelacionados constituyen precisamente los aportes de la banda Irakere al naciente género de la fusión y al latín jazz en los tempranas 70s y de la cual Hasta siempre es un ejemplo elocuente.
En una tónica "más bolero" nos ofrece su versión de una ronda infantil: La canción de los niños, de Tania Castellanos, muy conocida y cantada en Cuba en los 60s y los 70s y que por la belleza de su tema fue muy abordado por los jazzistas cubanos a manera de balada y como bolero, en este caso.
Conservando el mismo ambiente de ternura e inocencia del tema original, Paquito lo asume en la primera parte de una forma tranquila, suave, con un discurso de swing en el que lo secundan Chucho y Del Puerto en sus breves pero convincentes intervenciones. Reserva sus energías acostumbradas para la coda en la que levanta "presión" en un estilo "más Paquito", con sus diseños y notas agudas que constituyen una especie de autógrafo de este virtuoso.
El otro gran bloque del disco lo forman Chekeré Son, Juana 1600 y Misa Negra, piezas todas muy fusión, con todos los elementos arriba mencionados, donde se superponen bloques de metales con un tratamiento en la tendencia que introdujeron los "Sangre, Sudor y Lágrimas" y/o los "Tierra, Viento y Fuego, con una sección rítmica debajo con ritmos afrocubanos, como ocurre en Juana 1600, o secuencias alternadas de ritmo beat más el chekeré (con la curiosa combinación tímbrica de la flauta con el saxo barítono, ambas tocadas por el propio Paquito) con los segmentos de improvisación de Chucho, Paquito (en el barítono) y Carlos Emilio conservando como soporte la base rítmica inicialmente establecida en Chekeré Son.
Espacio aparte merece Misa Negra, composición de los tempranas 70s del maestro Chucho Valdés que constituyó la carta de presentación de Irakere, diríamos que con "misiles" por tierra, mar y aire para que no quedara ningún escéptico y que resulta una especie de rapsodia para banda con introducción de efectos tímbricos que sugieren la agreste selva africana, inmediatamente un can tus firmus (a la manera de los cantos gregorianos) seguidamente un largo y espléndido solo de Paquito en el saxo alto que muestra su arista más seria y sólida, conscientemente heredera del patrimonio cedido al mundo por los "monstruos": Coltrane, Charlie Parker
y otros, más su propia aportación a lo jazzístico de lo esencialmente latino que está presente en ideas, acentuaciones y énfasis que un norteño nunca podrá emitir coherentemente. Sin embargo todo esto está felizmente cristalizado en un estilo "Paquito" (y no por gusto Misa Negra aparece como último corbe del disco).
Después de escuchar este registro usted comprenderá por qué pudo ir a bailar Ha casa del trompo" y lograrlo, ser reconocido en Estados Unidos y en los circuitos jazzísticos internacionales, ser el músico escogido por Fernando Trueba para abrir su formidable documental Calle 54. El suyo es un tipo de talento sui generis, irrepetible e inconfundible. Creo que después de escuchar y disfrutar este disco me dará la razón. MUCHAS GRACIAS._ Maria Elena Mendiola. La Habana Cuba.Mayo 2002. Directora huésped de La Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba. Profesora del Instituto Superior de Arte de La Habana.
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