Revista Arte

Para mi propia educación

Por Marcelo Caballero

Cuando le preguntaban a Garry Winogrand por qué hacía fotografías, según sus amigos, solía responder lo siguiente: "para ver que aspecto tienen las cosas al fotografíarlas", "para salir de mí mismoo "para mi propia educación".


Para mi propia educación

Los Angeles 1964 (c) Garry Winogrand

Estas reflexiones simples pero categóricas reflejan la importancia que tenía la fotografía para un fotógrafo del calibre de Winogrand: sólo disfrutar del acto fotográfico.Pero también reflejan su absoluto interés por agradar a los demás, o de fama. Y, desde mi punto de vista, Winogrand es un oasis de ejemplo en medio de las vanidades de los fotógrafos.

Para mi propia educación

New York, 1968 (c) Garry Winogrand

En este sentido, se entiende que haya dejado inacabada la edición de su trabajo porque lo único que le daba libertad plena era el disfrute del hacer fotográfico en las calles, día a día. Y dejó para la investigación y edición póstuma miles y miles de carretes sin haberlos revelado. Solo conoció el momento captado de forma efímera en el rectángulo de la cámara.

Para mi propia educación

(c) Garry Winogrand

En ese sentido, es un ejemplo aislado ante el control exhaustivo que la mayoría de los grandes fotógrafos hacen de su archivo. Algo que a él le interesaba bastante poco y que llama mucho la atención en este hoy tan visual.

Para mi propia educación

New York 1968 (c) Garry Winogrand

En la actualidad, este modus operandi de Winogrand suena a cuento de ciencia ficción. Un contexto contemporáneo dominado por la exhibición constante en redes sociales para ganar un cierto espacio y un nombre al que todos persiguen para salir del anonimato. Y con esto no quiero hacer comparaciones. 

Para mi propia educación

Los Angeles 1980 - 1983 (c) Garry Winogrand

Solo cabe distinguir lo que hacía un gran fotógrafo como Winogrand en el pasado y lo que hacemos la mayoría de nosotros en la actualidad,  para empezar a visualizar que los caminos son otros. Y la fotografía es otra. Mejor o peor. Eso lo decidirá el paso del tiempo. Como el legado de Winogrand.

Para mi propia educación

New Haven, Connecticut 1970 (c) Garry Winogrand

Pero no viene mal recordar que el disfrute del acto fotográfico es algo único e intransferible. Y no debemos renunciar a ello. Al fin y al cabo, es lo único verdadero en la fotografía.   A pesar de los  trucos y las trampas.Hasta pronto!


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