…un tema interesante.
En la vida real constantemente monologamos o dialogamos con nosotros mismos. Aprendamos un poco a transformar esto en escritura. Pero aprendámoslo a hacerlo bien. Un mal monólogo interior puede ser la ruina de tu relato.
Primero respondamos a una pregunta: ¿para qué sirve el monólogo interior?
- Para recordar, es decir, como fuente de comparación, de deseo o de experiencia.
- Para ir asociando sensaciones a medida que las acciones avanzan.
- Para indicar intuiciones del personaje, que pueden ser las anticipaciones a los hechos posteriores.
- Para adivinar, es decir, ir más allá de la intuición y conectar diferentes pensamientos.
- Para los sentimientos, que van más allá que las sensaciones ya que está hablando de qué emociones provoca los aspectos externos (o internos) en los personajes.
Algunas técnicas para esto las nombraremos rápidamente. Quizá más adelante me lance a describir cada una en profundidad.
- Soliloquio. Es exactamente un diálogo del personaje consigo mismo. Es muy común en el teatro, pero igual de útil en la novela, sobre todo si está escrita en primera persona. El soliloquio se caracteriza por expresar los pensamientos de nuestro personaje siguiendo un orden lógico y llegando a diferentes conclusiones.
- Monólogo Interior. Así sin más. La diferencia con el soliloquio es que el Monólogo Interior no tiene porqué seguir un orden lógico y se va fijando en muchos más aspectos que dan datos al lector, es decir que habla más del inconsciente de nuestro personaje. También se le llama el “fluir de la consciencia”.
Ya hemos visto cuándo necesitamos un monólogo interior y de qué tipos hay. Más adelante veremos cómo introducirlo en nuestro relato.