“Vivimos en una época histórica en la que el único método para triunfar en la vida es la manipulación de los demás. Nos utilizamos unos a otros como si fuésemos las piezas de un tablero que, cuando dejan de servir a nuestros fines, simplemente los dejamos de lado”.
Para triunfar en la vida hay que ser un buen manipulador
Así describe los mecanismos de movilidad social a El Confidencial la psiquiatra y psicoanalista Marie-France Hirigoyen, que estos días presenta en España su último ensayo El abuso de la debilidad (Paidós).La autora, conocida por su anterior bestseller, El acoso moral, insiste en que “la manipulación se ha profesionalizado y globalizado” en todos los ámbitos de la vida pública y privada, desde el político y financiero, hasta el empresarial e, incluso, familiar. Por tanto, su lectura de la crisis no es tanto económica, sino de “falta de confianza en el prójimo”.
Los abusos de debilidad son una forma de violencia psicológica que debido a su repetición sistemática se acaban convirtiendo en una forma de abuso moral o coacción traspasando las fronteras de lo aceptable. Hirigoyen pone especial énfasis en la delimitación de estas fronteras. Para definirlas es necesario “plantearse continuamente la pregunta de si una actitud o comportamiento está dentro de lo admisible o no”.
Para triunfar en la vida hay que ser un buen manipulador
La dificultad para delimitar las fronteras de lo que es o no aceptable es el principal problema que subraya la psiquiatra, por lo que defiende la creación de un marco legal para regular estos abusos. En Francia se ha legislado ya (ley 223-15) con el principal objetivo de proteger a las personas mayores, claras víctimas potenciales, en la gestión de sus bienes frente a los abusos financieros. En España, lamenta Hirigoyen, no existe ninguna de ley de este tipo, que en el caso de las participaciones preferentes hubiese sido determinante. Las herencias, que también suelen ser fuente de conflicto, son otro de los ámbitos en los que más se recurre a esta legislación.La delgada línea entre las decisiones libres y las inducidas
Todos estos casos cuentan con la dificultad añadida de discernir la línea que separa las decisiones tomadas libremente de las tomadas bajo algún signo de coacción. “La libertad es la cuestión más importante porque, por ejemplo, una persona mayor puede dejar todo su dinero a una persona que la ayuda antes que a sus hijos, pero ¿cómo sabemos si esa decisión ha sido tomada por elección propia o, por el contrario, la han coaccionado?”, se pregunta Hirigoyen. Unas cuestiones nada sencillas de demostrar y que...
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