Revista Filosofía

Para una teoría de los valores II.

Por Juanferrero
Como ya he mencionado en otras ocasiones el mito de Prometeo, que hay en el Protágoras de Platón, sirve de ilustración para estas variaciones y que de cuando en cuando reviso como si de una pintura se tratara, de la que no se acaban las posibles lecturas. En esta ocasión me gustaría señalar como el saber técnico y el saber político se desdoblan ambos en dos aspectos distintos. En el caso del saber político, que es el que entrega Zeus en segundo lugar, está compuesto de pudor y justicia, en el del saber técnico encontramos por un lado la sabiduría de las artes, y el fuego. El interés de esta subdivisión pasa por ver que el pudor y el fuego, y las artes y la justicia aún perteneciendo a distintos ámbitos de saber pueden reunirse según la dificultad de ser medidos, en el primer caso el pudor y el fuego puede pertenecer a lo que es medido desde cierta elasticidad, y en el caso de las artes y la justicia se conciben para medirse precisa o exactamente. Aunque como veremos esta clasificación no está exenta de muchas dificultades, pero si la analizamos desde un punto de vista genealógico quizá nos ayude a ver la situación actual.Respecto al saber técnico las artes se refieren a todo aquello que se produce, es verdad que el mismo mito de Platón se refiere al lenguaje, pero me interesa destacar que las artes se refieren a todos aquellos productos que se consideran artefactos técnicos, estos requieren una medida precisa, que no puede ser el proyecto, sino la medida que resulta de que aquello se fabrique y pueda ser utilizado, a diferencia del fuego que puede ser visto como el modelo de que que todo control siempre es difícil, es decir, el fuego se ha controlado siempre de manera elástica,hay que estar constantemente vigilando si queremos más o menos fuego. Si con el nombre de artes me refiero a los productos capaces de ser creados por el hombre en un momento dado, con el fuego me refiero a la producción. Un ejemplo de esta distinción que posibilita o sugiere el mito puede ser la diferencia que hay entre la edad del bronce, de la edad del hierro, y los productos de unos y otros tienen como condición de posibilidad el control del fuego, el proceso de producción. La producción es lo que no nos llega, lo que queda ineludiblemente en el pasado, todo el sistema de acciones que no tenemos más posibilidad que inferir, a partir de los hechos, los productos.Esta diferencia puede ser trasladada al saber político, la justicia demanda medidas exactas, precisas. La justicia aquí no puede ser más que la institución, la que medida las faltas, se les hace corresponder castigos proporcionados. Sin embargo, el pudor supone la imposibilidad de judicializar la vida ciudadana, porque el saber político es propio de la ciudad, y el pudor, la vergüenza señala todo un mundo de medidas a las que hay que atender constantemente, como con el fuego de la fragua, para comportarse con el otro, no tanto con la familia sino con el otro ciudadano. El ejemplo más ilustrativo puede ser sacado de la educación a nuestros niños y jóvenes, les exigimos que pierdan la vergüenza en los espacios públicos, escuela, calle..., pero también les exigimos que la mantengan en las mismas circunstancias, y no hay una medida exacta para ello, para la virtud. Los valores, de los que hablamos en una entrada anterior, no son asunto de la justicia son asunto de la vergüenza, por su dinamicidad, no están del lado de los hechos sino de las acciones, y existen virtualmente, pero son plenamente reales.Pero lo que no dice el mito es que la teoría, el saber teórico sirve para reunir estas dos dimensiones de los saberes, la de la precisión métrica, y la de la imprecisión métrica, y es imposible cualquier síntesis reductora. Podemos construir un puente con mayor eficacia porque tratamos el proceso de producción como si de un hecho se tratara, por la capacidad de simulación del proceso de construcción de la informática, pero las acciones que efectivamente han de realizarse siguen siendo diferente de los hechos, y el sistema de acciones sigue siendo virtual y plenamente real.Pero lo mismo pasa cuando, por ejemplo, la teoría de juegos estudia las acciones de los individuos en relación con otros, la aproximación es interesante, pero no pueden ser reducidos a hechos, la acción justa, es siempre la acción que justamente se ha efectuado y que después será objeto de juicio.La teoría, pues, como enunciado tiene como referencia los hechos, los productos, pero no puede más que imitar el sistema de acciones técnico o político.

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