Partir de cero, insistir en la servidumbre del alma, acometer el aprendizaje del vuelo del pájaro, desordenar el trance sublime de querernos y volverlo a colocar en su secreto sitio de espuma y de besos absolutos, ser impúdico en lo preciso, que no se note que somos frágiles, clausurar la alegría únicamente para encerrarnos en otra, educar el cuerpo para que no se pierda un solo festín, alborotar el corazón con la risa de los niños, evocar la infancia leyendo unos versos, vivir iluminado por la obediencia de unos cuantos muy íntimos vicios, recibir con perplejidad los dones del mundo, examinarlos, ceremoniosamente besarlos y luego arrumbarlos al fondo del alma, donde la memoria hace su libro perfecto de rimas, acudir a la cita diaria del amor sin estrépito ni ruido, perdernos en la felicidad sencilla de los libros, derrumbarnos al final del día con la certeza de haber hecho feliz a alguien, adorar los dioses justos o no adorar ninguno y rezarnos a nosotros mismos cada noche, beber el tiempo, paladear las horas, saborear los minutos, saber ser dignos en la derrota, buscar a los amigos y dejar que nos busquen, arder ante la belleza, invocar al numen de la cordura mientras que no abandonemos del todo unos gramos de desatino y aguardar la muerte juntos, el uno confiada y jubilosamente en el otro, como quien en el sueño de pronto es invadido por un ejército de sombras.
C.
_________________________
Bueno, algo de música para Navidad.
Album: Anonimus4