Parto en el agua

El parto en el agua es una opción cada vez más demandada, puesto que es menos doloroso que el parto fuera del agua y no es necesario recurrir a la epidural. Este método se practica desde 1970 y tiene muchos seguidores. Las principales razones de ello son los beneficios que aporta tanto para la madre como para el bebé. También hay otras opciones como el parto en casa, pero este no está tan extendido.

En primer lugar uno de sus principales beneficios de este tipo de partos es que ayuda a la relajación de la madre en el proceso de dar a luz. El agua caliente disminuye el dolor de la madre ayudando a la dilatación cervical, facilitando el parto a las madres que tienen contracciones ineficaces. Cuando la embarazada va a dar a luz el agua reduce la creación de adrenalina, causante de que se retrase la dilatación.  La temperatura de unos 37ºC acomoda tanto a la madre como al bebé que sale del vientre materno con esta temperatura a otro similar. El cambio de presión en el bebé se hace de un modo progresivo, de manera que no impacta tanto al recién nacido.

Otros beneficios son que el parto es más personalizado e íntimo, aunque esto se ve afectado en ocasiones por la clínica que se elige o por el lugar donde se da a luz. Los partos de este tipo ayudan al aislamiento sensorial y a conseguir cierta intimidad para la madre con luces tenues y silencio. El apoyo emocional y la relajación de la madre juegan un papel muy importante.

Los partos en el agua son una alternativa perfecta a la epidural, desaconsejada por muchos colectivos por sus factores negativos. Algunos de estos factores negativos son la tensión arterial baja, que impide la llegada del oxígeno de manera adecuada al bebé, migrañas, en ocasiones puede crear hemorragias y en casos extremos parálisis. Además no es aconsejable para las madres que tienen tatuajes.

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Foto | o5com

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