Revista En Femenino

Parto en Madrid

Por Mamaenalemania
Escribo esto para aquellas que estén dudando entre dar a luz en Alemania o irse a España para la ocasión, ya que a mi primer hijo lo tuve en Madrid (por Sanitas) y al segundo aquí en el hospital de Memmingen, sin ningún tipo de seguro privado. Primero hablaré de mi parto en Madrid, luego de mi parto en Memmingen y después haré una comparativa y me inclinaré por uno u otro, aunque supongo que se podrá deducir de mis afirmaciones cuál me gustó más.
- El parto en sí: En Madrid me indujeron el parto 14 días después de salir de cuentas y con oxitocina.
Fue una sensación rara, la verdad. Yo me imaginaba que rompería aguas a las tantas de la mañana y que llegaríamos al hospital jadeando y con el corazón desbocado, así que llegar al mostrador a la hora indicada, con la maleta en la mano, una cara “estupenda” y decir “Hola, tengo cita para dar a luz” me resultó un poco frío. Tengo que decir que estaba tan tan harta que en ese momento me dio igual, yo sólo quería soltarlo.
Me hicieron pasar y me prepararon para la ocasión: Camisón “sessi”, enema (más sessi todavía cuando tu marido está delante), las ventosas dichosas (cómo las odio) y los tubitos de goteo. En mi familia somos muy rápidas (ya os daréis cuenta en el relato del parto alemán), así que al poco de empezar el goteo, rompí aguas y las contracciones se hicieron insoportables. Enseguida (aunque en ese momento me pareció una eternidad) bajó el anestesista y me puso la epidural. He de decir que me decepcionó bastante: Sí que me alivió el dolor de las contracciones pero este no desapareció por completo, así que cuando me tocó empujar me negué y pedí a gritos que viniese el anestesista otra vez a pincharme algo, que eso dolía mucho. La ginecóloga no me dio una torta por tontadelculo (aunque me la merecía), pero como el niño ya estaba casi y no había manera de convencerme, sacó el bisturí y preparó aquello para meter los fórceps. Le hubiese bastado con enseñármelos porque cuando la vi montarlos me puse a empujar como una loca y ya salió, pero la episiotomía bestial no me la quitó nadie. A todo esto había llegado ya el anestesista y me había inyectado ese algo por el que gritaba, así que cuando me subieron a la habitación, me encontraba estupendamente (eso sí, cuando se me bajó la anestesia, me di cuenta de que no estaba estupendamente, sino anestesiada totalmente, y que no tenía que haber estado removiéndome en la cama y presionando los puntos). El trato, tanto del médico, como de los enfermeros, matronas, anestesista y demás que estuvieron presentes fue estupendo. Lo que no me gustó mucho, ni a mi marido tampoco, es que sólo le dejaron estar presente al final y una vez embutido en una especie de traje de astronauta. Para evitar infecciones, vale, pero demasiado poco que le dejaron al pobre colaborar.
- En planta: Era un hospital privado, así que tuve una habitación para mí sola con camita supletoria para mi marido, tele, comida en habitación…etc. Eso sí, la privacidad de la habitación facilita situaciones poco relajantes para la recién parida: A las 3 horas de dar a luz había 11 personas en el cuarto, achuchando y flasheando con cámaras diversas al recién nacido y nada sensibles a situaciones como, por ejemplo, querer dar el pecho con tranquilidad. Vamos, que mi cuarto parecía un bar a la hora del partido. Las enfermeras muy atentas, eso sí, sobre todo teniendo en cuenta nuestro grado de pardillez (tanto la mía como la de mi marido) que no sabíamos ni cambiar un pañal. Nos explicaron y ayudaron en todo y me proporcionaron todas las drogas necesarias para volver a mi estado anestesiado durante las noches (que menuda episiotomía). Eso sí, no me preguntaron en ningún momento si había ido al baño ni me explicaron las complicaciones que pueden surgir si no tomas las medidas adecuadas al principio (el segundo parto que tuve a los 15 días de dar a luz, las hemorroides…etc.).
- Postparto: Fue terrible… Por el tema de ir al baño, sobre todo, y porque mi marido se tuvo que volver a Alemania a los 3 días (pero llevaba ya 20 días en España y no se podía quedar más, que el retraso del parto se había comido ya todas sus vacaciones). Estuve 14 días en casa de mi madre: una gozada. No tuve ni que limpiar, ni que cocinar ni que hacer nada de nada. Yo era la reciénparida y, como tal, el centro de todos los mimos y detalles (después del bebé de 4 kilazos que tuve, claro). A los 14 días me cogí un avión y mi otra yo (porque después de tener un bebé ya no eres la misma) se plantó en casa de mi antigua yo… Fue un poco traumático volver a casa con toda la parafernalia después de casi 2 meses fuera y a cuerpo de reina y estar, de pronto, completamente sola con el bebé la mayor parte del día. Este tema, de todas formas, lo trataré en otro momento porque quiero explayarme con él.

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Dossiers Paperblog