Revista Viajes
Pascua 2017 en Ucrania (IV): Reunión familiar en torno a la paella valenciana y primer vistazo a los precios
Por Salpebu
Para preparar la comprometida paella valenciana, que nuestros familiares ucranianos ilusionaban degustar, era necesario visitar previamente los supermercados de Vyshgorod, para comprobar qué ingredientes podían hallarse. No hubo problema en cuanto a adquirir pollo y conejo (ambos a precio razonable, algo inferior al de España); y también obtuvimos judías verdes
--congeladas, eso sí-- también a precio asequible. De manera que, como en casa teníamos pimentón rojo dulce y especias de azafrán traídos desde España, la elaboración de la paella parecía garantizada, y al menos si el agua no perturbaba la cocción (en otras ocasiones no había sido problema) y si todo corría normalmente.Nos llevamos un pequeño sobresalto cuando no hallábamos la paella (recipiente) y nuestro hijo Andrey, que era quien la utilizaba se hallaba ausente, pero la ventura hizo que nuestra vecina de tantos
años, la inefable Katya Makarchuk, nos sorprendiera facilitándonos la paella que ella misma tenía, porque para algo se la habíamos regalado años atrás.Salvador los "problemas técnicos", la elaboración resultó normal, pues la carne quedó bien sofrita y las verduras se rehogaron sin problema, por lo que el caldo se elaboró con delicioso sabor, aderezado con el poquito de pimentón rojo dulce y la mezcla de especias que tan habitual resulta
encontrar en los supermercados de Valencia. Eran las seis de la tarde cuando el acto supremo de poner el arroz (habíamos comprado un arroz pequeño y grueso, que podría ser adecuado) fue el remate de esta valorada comida, y que todos los comensales contemplaron acabar mientras degustaban el aperitivo de olivas, mejillones en
escabeche, jamón y otras cositas españolas más, regándolo con vino (semiseco ucraniano, porque así lo prefería alguna de las mujeres), cerveza checa, zumos, y la detestable pero imprescindible coca-cola.El resultado fue bastante bueno, especialmente si se atendía a las carencias de ingredientes, y algo sobre su buena calidad quedó demostrado porque de la paella no sobró ni un grano...Unos dulces (el buen "Napoleón" de Ucrania) y otras delicias culminaron el encuentro, en el que nuestro nieto Alexei (Alosha en familia) y su novia nos
pusieron al día en cuanto a sus trabajos, inquietudes, estudios y sueños de futuro, que compartimos y sobre los que con delicadez y prudencia tratamos de aconsejar. Al fin, una preciosa reunión en torno a la mesa, que era un hito más en nuestras siempre entrañables reuniones familiares. Y, para acabar esta crónica, hay que comentar que los precios que comprobamos en los supermercados han experimentado un notable incremento, de manera que podría decirse que son
comparativamente superiores a los de España, porque, por ejemplo, el zumo es más caro que en España, y otro tanto puede decirse de productos esenciales como la carne de cerdo, los quesos, la charcutería y no hablemos ya de los productos de higiene (la mayoría importados), y las bebidas alcohólicas, pues hasta el vodka en dos o tres años ha subido de precio un 100 por 100.Los ucranianos se quejan, y con razón, de que la vida está mucho más cara, y aunque con prudencia, más de uno ya nos ha comentado que aquello dela "revolución de Maidán" no fue sino un espejismo, para que siguieran en el poder y en el control los mismos ricachones, ahora menos pro-rusos. Y claro, si a cada soldado que va al frente del este se le paga un salaron de 250 euros, que en Ucrania es alto, bien se entiende que la economía nacional se "estresse" mediante subidas de impuestos y de costes, pues la gasolina, por ejemplo, ja alcanza y supera en su coste al dar USA. En fin, lo de aquel borrachuzo que ante los cambios y las protestas se lamentaba y vaticinaba que "Al final nos subirán el vino..."Así está aconteciendo. Menos mal que el alma ucraniana es sacrificada y generosa, y gracias a ello la supervivencia está cimentada en la sensatez y laboriosidad.Mañana será otro día, y esperemos que bien interesante, pues estamos invitados a asistir el bello edificio de la Ópera de Kiev a la representación del "Turandot", de Giacomo Puccini. Será contado.SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
--congeladas, eso sí-- también a precio asequible. De manera que, como en casa teníamos pimentón rojo dulce y especias de azafrán traídos desde España, la elaboración de la paella parecía garantizada, y al menos si el agua no perturbaba la cocción (en otras ocasiones no había sido problema) y si todo corría normalmente.Nos llevamos un pequeño sobresalto cuando no hallábamos la paella (recipiente) y nuestro hijo Andrey, que era quien la utilizaba se hallaba ausente, pero la ventura hizo que nuestra vecina de tantos
años, la inefable Katya Makarchuk, nos sorprendiera facilitándonos la paella que ella misma tenía, porque para algo se la habíamos regalado años atrás.Salvador los "problemas técnicos", la elaboración resultó normal, pues la carne quedó bien sofrita y las verduras se rehogaron sin problema, por lo que el caldo se elaboró con delicioso sabor, aderezado con el poquito de pimentón rojo dulce y la mezcla de especias que tan habitual resulta
encontrar en los supermercados de Valencia. Eran las seis de la tarde cuando el acto supremo de poner el arroz (habíamos comprado un arroz pequeño y grueso, que podría ser adecuado) fue el remate de esta valorada comida, y que todos los comensales contemplaron acabar mientras degustaban el aperitivo de olivas, mejillones en
escabeche, jamón y otras cositas españolas más, regándolo con vino (semiseco ucraniano, porque así lo prefería alguna de las mujeres), cerveza checa, zumos, y la detestable pero imprescindible coca-cola.El resultado fue bastante bueno, especialmente si se atendía a las carencias de ingredientes, y algo sobre su buena calidad quedó demostrado porque de la paella no sobró ni un grano...Unos dulces (el buen "Napoleón" de Ucrania) y otras delicias culminaron el encuentro, en el que nuestro nieto Alexei (Alosha en familia) y su novia nos
pusieron al día en cuanto a sus trabajos, inquietudes, estudios y sueños de futuro, que compartimos y sobre los que con delicadez y prudencia tratamos de aconsejar. Al fin, una preciosa reunión en torno a la mesa, que era un hito más en nuestras siempre entrañables reuniones familiares. Y, para acabar esta crónica, hay que comentar que los precios que comprobamos en los supermercados han experimentado un notable incremento, de manera que podría decirse que son
comparativamente superiores a los de España, porque, por ejemplo, el zumo es más caro que en España, y otro tanto puede decirse de productos esenciales como la carne de cerdo, los quesos, la charcutería y no hablemos ya de los productos de higiene (la mayoría importados), y las bebidas alcohólicas, pues hasta el vodka en dos o tres años ha subido de precio un 100 por 100.Los ucranianos se quejan, y con razón, de que la vida está mucho más cara, y aunque con prudencia, más de uno ya nos ha comentado que aquello dela "revolución de Maidán" no fue sino un espejismo, para que siguieran en el poder y en el control los mismos ricachones, ahora menos pro-rusos. Y claro, si a cada soldado que va al frente del este se le paga un salaron de 250 euros, que en Ucrania es alto, bien se entiende que la economía nacional se "estresse" mediante subidas de impuestos y de costes, pues la gasolina, por ejemplo, ja alcanza y supera en su coste al dar USA. En fin, lo de aquel borrachuzo que ante los cambios y las protestas se lamentaba y vaticinaba que "Al final nos subirán el vino..."Así está aconteciendo. Menos mal que el alma ucraniana es sacrificada y generosa, y gracias a ello la supervivencia está cimentada en la sensatez y laboriosidad.Mañana será otro día, y esperemos que bien interesante, pues estamos invitados a asistir el bello edificio de la Ópera de Kiev a la representación del "Turandot", de Giacomo Puccini. Será contado.SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
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