Revista 100% Verde

Paseo por los lagares rupestres de Labastida

Por Naturespacio
Lagar rupestre. Labastida
Bodega y viñedos de La Granja de Nª Sra de Remelluri
Desde que los fenicios introdujeron el cultivo de la vid en la Península Ibérica, hace ahora 3.000 años, las tierras bañadas por el Ebro, y en concreto la Rioja Alavesa, han sido lugares demostradamente adecuados para la elaboración de vino. Una ruta natural entre viñedos nos permite acercamos hasta los lagares rupestres de Labastida, conjuntos de piletas y depósitos medievales esculpidos en roca que fueron empleados durante siglos en la producción de vino.
De cuándo se empezó a hacer vino en la Rioja Alavesa nada sabemos, probablemente la introducción de la vid en estas tierras date de la época romana, pero sí conocemos que por lo menos desde la etapa altomedieval, Rioja Alavesa ha sido una industriosa zona vitivinícola. Y lo sabemos porque quedan de aquella época testigos excavados en roca: son los lagares rupestres (siglo IX al XIII) diseminados por toda la comarca, y principalmente en los campos de vides de Labastida. Del centenar de estructuras descubiertas, 70 se hallan en el término municipal de este pueblo a las faldas del Toloño. Estas construcciones, que en algunos casos fueron utilizados hasta el siglo XVIII, son así las primeras formas de elaboración de vino arqueológica e históricamente documentadas en Rioja Alavesa.
Paseo por los lagares rupestres de Labastida
Lagar de Montebuena norte. Foto Ana Castillo
La sociedad alavesa altomedieval vivía en poblamientos dispersos asentados alrededor del sinfín de centros religiosos que se extendían por la zona (Tabuérniga, Remelluri, Torrontejo, Mutillurri, Santa María de Toloño, San Ginés, San Roque, Santa Eulalia…) a los que los campesinos tributaban el diezmo. En aquellas aldeas-granja alrededor de las abadías se trabajaban los campos, se producía la alfarería y se elaboraba el vino “extramuros”, junto los propios campos de vides. Pero a partir del siglo XIII, una vez comienzan a fundarse las villas burguesas, los habitantes se desligan del poder económico de los monasterios y estos poblamientos van siendo abandonados. Después, poco a poco, a medida que las ciudades cobran poder se irán abandonando también estos lagos.

Sendero interpretativo de los lagares de Labastida

En Labastida podemos recorrer a pie un sendero interpretativo de estos arcaicos medios de producción. Cada aldea o pequeña granja contaría con una de estas construcciones. Ubicados junto al viñedo, los lagares excavados en roca, generalmente en altura, servían para el pisado de la uva y la obtención del mosto. Cuentan con una pileta donde se pisaba la fruta; un canal por el que circulaba el mosto; y un torco o depósito adonde llegaba el líquido. Allí se produciría el vino, que después se envasaba en odres.
Croquis de lagar rupestre. Labastida
Croquis del lagar de San Cristobal. Ayuntamiento de Labastida
Acercarnos hasta estas viejas construcciones nos brindará la oportunidad de disfrutar de un bonito paseo entre viñedos, aprender sobre la forma de elaboración del vino, e ir haciendo sed para saciarla después en los abundantes bares y bodegas de Labastida.
Tumbas excavadas en roca. Labastida
Pisando uvas en uno de los lagares rupestres. elmundoentubolsillo.es
Para emprender la Ruta de los Lagares debemos tomar en el centro de la localidad de Labastida la carretera que  lleva dirección hacia Rivas de Tereso. Tras unos 15 minutos de paseo nos encontraremos con un cartel que nos indica que muy cerca podemos encontrar varios lagares (Marrate, San Cristobal, Montebuena…). Si continuamos otros 20 min por uno de los caminos parcelarios llegaremos a los dominios de las Bodegas Remelluri, donde encontraremos la necrópolis altomedieval de Santa Eulalia, datada en los siglos X y XI, y que consta de más de 300 tumbas excavadas en roca; y junto a la necrópolis, otro lagar rupestre.
Paseo por los lagares rupestres de Labastida
Necrópolis de Santa Eulalia. Granja de Remelluri

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