El martes estaba nublado pero no llovía, así que la mejor opción fue cargar las mochilas y recorrer la senda peatonal que bordea la costa asturiana. Luanco-Moniello-Bañugues.
Es un paseo precioso, aunque bastante cansado y por eso agradecí que no saliera el sol; bastante sudamos ya sin él. Pasamos Bañugues y comimos los bocatas al borde de un acantilado con vistas al mar. Muy bucólico si no hubiera que volver a caminar otras dos horitas de vuelta, jejeje. Menos mal que esta vez íbamos bien preparados (¡no se nos olvidó el agua, bieeeen!) y que había moras para reponer fuerzas durante el camino
.En Bañugues vi a una chica (¿sería lugareña?) que se había llevado una silla y un libro para leer en uno de los prados con el sonido de fondo de las olas… ¡Qué gozada! Me estoy pensando si volver a León o no…
Queda poquito verano ya; espero que lo disfrutéis.