
Muchos dirigentes del fútbol argentino se animaron alguna vez a jugar a ser valientes por alguna cámara o micrófono contra Julio Grondona, el dueño del fútbol nacional, amo y señor de todas las decisiones que afectan a la pelota. Pero a la hora de la verdad, en la calle Viamonte, cabeza gacha, beso al anillo y “sí, Don Julio”. Hasta ahí les llega el coraje. Sólo Gámez se animó a plantarse, pero hoy ya no corre dentro del fútbol. Comparada en algún momento, pero después se dio vuelta -más aún con la Sudamericana abajo del brazo- y hoy es un pupilo más. Passarella tenía que demostrar si seguía siendo el gran capitán o terminaría como un obsecuente más del círculo del todo pasa. Y el Káiser fue Káiser, sin guardarse una gota de sangre, igual que cuando salía a la cancha.
Passarella:
Le pedí la renuncia a Grondona y también le pregunté por qué la AFA es rica y los clubes, pobres. No tengo miedo de que Grondona me mande al descenso, en absoluto. Nunca tuve miedo”
A Passarella le importó poco el pasado. Se reunió con Grondona un par de veces durante su campaña para ser presidente de River para lograr apoyo del mandamás de Viamonte. Le pidió dinero, adelantos de los derechos televisivos y préstamos para poder tapar los agujeros de la gestión Aguilar. Grondona le dijo a todo que sí, excepto por el último pedido de un nuevo préstamo. Al Káiser le importó poco el endeudamiento o morder a la mano a la que había recurrido tiempo atrás. Esa es justamente una de las claves de la extensión del poder de Grondona en el tiempo: los favores, los guiños, las deudas. Passarella no tuvo ataduras para pedirle que se fuera de la AFA.
Grondona:
Este chico es nuevito como dirigente y deberá tener su tiempo, tiene un carácter fuerte, siempre tiene problemitas de ese tipo porque es muy sanguíneo, pero ya se va a curar”
Passarella, como Grondona, se maneja como un monarca en su forma de gobierno. Y también está acostumbrado a llevarse a todos por delante, sin mirar nunca para abajo o darle a sus peones más participación de la que considere necesaria. En la reunión de comité ejecutivo, le dijo a Crespi, vicepresidente de Boca que saltó para respaldar a Don Julio: “Vos no existís. Estoy objetando al árbitro, no lo de Boca, que fue más vivo e hizo los goles. Entonces no me rompás los huevos, no quiero hablar con vos. Yo vine a la AFA a hablar cara a cara con Grondona”. A los otros dirigentes presentes, pertenecientes al rebaño de Grondona, les enrostró: “Ustedes no entienden nada. Yo tengo 30 años de fútbol, no se qué hago acá con ustedes”.
¿Para qué sirvió el reclamo de Passarella? Seguramente condicionará para que los arbitrajes estén más que concentrados a la hora de dirigir a River. También para sumar algún voto personal en su futuro objetivo de llegar a ser presidente de la AFA. La exposición de la situación hace que ante un próximo mal arbitraje contra River, la reacción popular será la de conjeturar que Grondona se está tomando revancha por el accionar de Passarella. Claro que la jugada es más que filosa. Hasta Maradona, quien contaba a Passarella en su lista de enemigos, aseguró: “Passarella le dijo la verdad. Pero se la van a hacer pagar a River en la cancha”. ¿Con Passarella también será todo pasa? Por lo prontro, el Káiser fue un paso más allá de lo permitido. ¿Lo curará Grondona?
