Hoy traigo un plato de pasta oriental con brócoli y pollo a la soja. Es un plato sano y sabroso que os gustará y que tiene esos toques orientales que me apasionan.
Esta semana ha sido el cumpleaños de mi madre, una mujer luchadora. La gente erróneamente la considera frágil porque es pequeñita pero, que no se confundan, es una hormiga con fuerza de toro y inteligencia de delfín que ha luchado y trabajado por llevar adelante a su hija que, suerte la mía, esa soy yo.
A los 14 años tuvo que ponerse a trabajar en una zapatería en Madrid a pesar de tener un cerebrito de oro para los estudios. A las noches las pesadillas amordazaban sus sueños con las cucarachas que paseaban por sus pies en el desván de la tienda. Pero no, ella no podía ser frágil ni llorar, tenía tres hermanas y, sino luchaba podían morir de hambre porque su madre no tenía suficiente dinero para todas. Ropa prestada o cosida a mano por su madre en noches de insomnio al volver del trabajo. Un padre ausente, maltratador que fue borrado de sus vidas como una ola que rompe en la orilla y se extingue para siempre.
Somos dos, dos mujeres que viven solas desde que yo era pequeñita. Mi madre me ha sacado adelante luchando. Con piedras que eran montañas que se cruzaron en nuestro camino y que harían desistir y tirar la toalla a cualquiera. Ella no. Ella escala si hace falta usando tenedores como arpones y sino coge una cuchara y poco a poco, cucharada a cucharada, deshace el monte de arena que se cruce en nuestro camino.
No la doy las gracias, no. Eso sería poco para todo lo que ha dado por mi. La doy mis alegrías, mis triunfos, mis abrazos a veces débiles porque yo sí decaigo a veces. En esas ocasiones es ella la que me recoge y me acuna en su cuerpo como antaño hacía, dejándome llorar en su regazo y acariciándome la cabeza como si eso fuera a infundirme fuerzas.
Cuando pienso en gente dedicada y entregada a los que quiere solo puedo pensar en mi madre. Y no te creas que no tiene defectos, ¡claro que los tiene! Pero son ínfimos al lado de tantas virtudes y bondades que puede llegar a desprender. Sus caricias son brisas en una mañana calurosa, sus palabras susurros tranquilizadores en una noche de pesadillas y su compañía es la esencia que me hace seguir adelante a pesar de que el mundo se empeñe por mandarnos mareas y ventiscas a nuestro pequeño rincón familiar infranqueable.
Por esto y millones de cosas que imposible sería describir solo con palabras, felicito a mi madre por esos 51 años de experiencias vividas, de cariño y ternura que me amarran a mi vida y por ser la persona que está presente a pesar de la distancia y de los desconsuelos.
Bueno, ya sin más dilación os dejo con esta sana y deliciosa receta.
Elaboración:
En primer lugar corta el brócoli en trocitos pequeños.
Cuece la pasta con un poco de aceite y sal en el agua para que no se pegue. Cada pasta tiene sus minutos en el paquete. Luego reservalá.
Pon en una cazuela un poco de aceite y haz el brócoli un poco a fuego medio para que se ablande y quede crujiente.
Corta el pollo en trocitos pequeños. Pon el brócoli en un bol y reservalo.
Pon en la misma cazuela con otro poco de aceite el pollo en trocitos y deja que se tuesten.
Cuando estén doraditos a tu gusto añádeles el brócoli.
Remuévelo todo bien y le echa un buen chorro de soja. Como verás no eché sal , eso es porque la soja es muy salada y sino quedará incomible.
Echa la pasta en la cazuela y remueve un poco. Echa un chorrín más de soja y de aceite y lo remueves.
Sírveló en un plato ondo. Tendrás un plato único completo y sano.
Puedes echar queso en polvo parmesano por encima, le dará un sabor a queso muy rico.
¿A quién no le gusta un plato de pasta oriental?
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