Tenemos ya ahí el fin de semana, así que podremos darnos un capricho y preparar algo dulce. Mi propuesta es una rico bizcocho con un ingrediente poco usado todavía en nuestra cocina y del que yo estoy prendada desde hace mucho. Primero fue su aspecto el que me atrajo, ese rosado tan atractivo me enamoró y a la vez me picó muchísimo la curiosidad de como sabrían esos pasteles tan bonitos.
Ya he contado en otras entradas anteriores que no fue fácil conseguirlo, quizá por eso disfruto tanto de mis preciosas matas de ruibarbos, que me permiten cada año ampliar mi recetario y a la vez disfrutar de recetas que ya son clásicos en mi cocina, y que la mayoría, cuentan con su correspondiente entrada en este blog.
Es una receta sencilla de la que resulta un bizcocho jugoso y con un sabor único.
Ingredientes:
- 270 g de ruibarbo
- 170 g de mantequilla
- 150 g de azúcar
- 1 cucharada de azúcar vainillado
- 4 huevos
- 125 g de yogur natural
- 280 g de harina
- 2 cucharaditas de polvo de hornear
- 1 pizca de sal
- Mantequilla para el molde
- Harina para espolvorear
Elaboración:
- Precalentamos el horno a 180°C
- Preparamos un molde untando con mantequilla y espolvoreando con harina, sacudimos y reservamos.
- Tamizamos la harina con el polvo de hornear y la pizca de sal.
- Lavamos y limpiamos los tallos del ruibarbo, lo cortamos en trocitos.
- Ponemos el azúcar y la mantequilla en un bol, o en el recipiente de una batidora; batimos un par de minutos y añadimos los huevos de uno en uno, batimos hasta que todo esté integrado.
- Agregar el yogur y batir bien.
- Incorporamos la harina y mezclamos hasta obtener una masa fina y suave.
- Retiramos un puñado de ruibarbo y reservamos, el resto lo añadimos a la masa y removemos hasta que esté bien distribuido.
- Veremos la mezcla en el molde que tenemos preparado, extendernos por encima el ruibarbo que tenemos reservado.
- Introducimos el horno y dejamos cocer 50-60 minutos. Es importante vigilarlo, si se dora demasiado lo cubrimos con papel de aluminio. Para comprobar el punto de cocción hacemos la archiconocida prueba de la brochetas de madera, seca está cocida, húmeda necesita más horno.
- Una vez listo lo desmoldamos y dejamos enfríar sobre una rejilla. Servimos espolvoreado de azúcar glas.
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¡Buen fin de semana!