El mes pasado llovió bastante y los campos estaban bastante encharcados, por lo que proliferaban las aves de los humedales, entre ellas los patos. Ya en el camino interno de entrada hasta el casco pude ver algunos patos, entre ellos tres casales cada uno de una especie diferente: pato cuchara (Anas platalea), pato gargantilla (Anas bahamensis) y pato colorado (Anas cyanoptera). Me entretuve un rato sacando algunas fotos desde el auto y luego seguí hasta llegar al casco.
Hembra (izquierda) y macho de pato gargantilla
Pato cuchara (macho)
Pato cuchara (hembra)
Una vez que me encuentro con Ricardo, charlamos un rato ya que tenía que hacer algunas cosas y me dio permiso para recorrer un potrero con pasturas y que en su parte central tiene un bajo que está cubierto por una charca. Allí había varias especies de aves, entre ellas algunos patos pero para llegar tuve que caminar agachado muchos metros e ir parando para no despertar muchas sospechas, el lugar es totalmente plano, sin otra cobertura vegetal que pasturas cortas que sirven de alimento para el ganado. Por fortuna me pude acercar bastante a los patos a pesar de estar sin ningún tipo de escondite. Había patos maiceros (Anas georgica), pato gargantilla, pato de collar (Callonetta leucophrys) y una pareja de pato colorado; de vez en cuando pasaban algunos volando, entre ellos algunos sirirí pampa (Dendrocygna viduata).
Pato maicero
Pato gargantilla
Casal de pato maicero ydetras asomando la cabeza un macho de pato de collar
Casal de pato maicero y un gargantilla (detrás)
Sirirí pampa
Ricardo me había advertido de un padrillo que seguramente se me iba a acercar y seguir, pero no me imaginé que fuera tan insistidor y se me aproximara mucho, es más se me venía encima y buscaba contacto. Llegué a acariciarlo varias veces pero se volvió molesto ya que me quería tocar con la cabeza y sus labios, yo ya me había incomodado porque temía un mordiscón, un pechazo o una coz, así que hice movimientos bruscos de brazos caminando hacia él y lo alejé. para mi tranquilidad un empleado metió en el potrero otro caballo y me dejó de lado el padrillo para ir con el de su especie.
Ya saliendo por el mismo camino que entré volví a fotografiar patos que estimo eran los mismos que vi antes, descansando en el mismo palo, salvo que al principio eran patos gargantillas pero ya con las últimas horas de luz allí descansaba una pareja de pato colorado, que estuvo un rato largo sin casi moverse salvo algunos acicalamientos del plumaje y giros de la cabeza; estuvieron allí hasta que me bajé del coche agachado y quedé atrás del tronco de un árbol y unas malezas pero en cuanto asomó mi teleobjetivo se fueron nadando lentamente por las aguas cubiertas de helechitos de agua rojizos, que destacaban intensamente al igual que el macho de pato colorado debido a la luz un poco más cálida del atardecer.
Casal de pato colorado, con la hebra a la izquierda de la imagen