Revista Talentos

"Patrás" "Palante" por el sistema de probabilidades

Por Aracelimasarte @AraceliMasArte
Que no te líes, que no te líen, la semana va de la importancia del objetivo para quien despliega la habilidad de dejarse llevar por la libre asociación de ideas, formas, colores o patrones.

Construcción de contenidos. Ejercicio:

¿Cuanto de vieja es la estrella? Compararla con lo viejo de escritor que muestra tu perilla, no tiene precio. Dar solución a semejante dilema que aparece solo en mentes afiebradas requiere seguir líneas, cuanto menos, internas. No hay más salida que jugar con el juego de reencarnaciones y argumentos que definen con claridad las idas y venidas de intenciones o emociones pero quizá, dando las vueltas necesarias, si la estrella no es más que una niña atada al chupete que se enredó en tu perilla, siendo los dos compuestos del mismo elemento ¿De verdad, no llevas tú atado el chupete a una de sus llamaradas? Y si esto es así, ¿No habría sido muy fácil dejarse llevar por el movimiento que se expande para descolgarse, a lo loco, hasta el mismo centro de su enorme cuerpo? Mínimo, eso si, habría que haber metido en la mochila un abanico o refresco.

¿Tenían algo que ver las Lindas Ratonas con aquel paisaje? ¿En que punto se enlazan rosas con caras femeninas de una especie difícil de encontrar y difícil de ver con las mesas llenas de café y tostadas? ¿Eh? ¿Eh? ¿Eh? Tendrías aventura habiéndote embarcado en buscar a Holmes donde su amigo desespera después de perderle la pista entrando por Linkedin al cruzar por la izquierda. 

Teniendo en cuenta mi gusto por percibir las redes como una calle o plaza cualquiera, en cualquier ciudad puesta podíamos habernos adentrado en las conversaciones de miles de personas que parlotean sin parar, en busca de una pista cualquiera. Con la lupa regalada, habría sido fácil encontrar a Holmes, a no ser por mi gusto más extendido de bucear por el caracter, personalidad y sus increíbles diferencias. Encuentro de cara con Pepe microorganismo que venía bordeando gota de lluvia que cayó de golpe en mis pestañas. ¿Que tal Pepe? Ohh, con que facilidad me dejo llevar por los núcleos del movimiento ¿Que tal Pepe? Pepe podía habernos contado cualquier eventualidad, no en vano, hace tiempo se nos rompió un poco la espalda cortando leña, ordeñando vacas, matando serpientes en medio de juegos que traen y llevan Facebook. Se podía haber roto un uñero, en clases de esgrima que manejando "espada" fue como lo conocimos pero, Pepe, viajando a lomos del viento, sube y baja. baja y sube de nuevo ¡Que tentación! 

¡PeeePeeeeeeee!  ¿Sin café y con tu amiga semimuerta en la habitación de enfrente? Y nos lanzamos a imaginar mañana resacosa que deja en el aire, aventuras y desventuras para que el lector rellene, con facilidad mil circunstancias previas. Sean las que sean y por muy diferentes que parezcan todas acaban en el mismo deseo, más si hablando de Alka Seltzer, recordaste y te dejáste invitar por el recuerdo de porqué necesitas este elemento.

Pero, bien podía haber sentido una bajada de tensión cualquiera, ante una llamada "extraña" o un mensaje por el que colarte hacia una aventura, radicalmente distinta. Rítmicamente lejos del bamboleo atolondrado de quien viaja desde un estado alterado de conciencia a otro, donde las circunstancias te llevan y te bailan a ti, más que tu a ellas. De camino de recoger un Oscar o un pepito en cualquier taberna de Huertas. Tentanción y los recursos propios ante las tentaciones. Cuestión de decisión, sigo en la misma disyuntiva, nunca sé que me apetece más si ir a recoger un Oscar o un Pepito, en cualquier taberna de Huertas y de cualquiera de las dos opciones, cuenta la leyenda que mil aventuras distintas tendrías. Tantas, como para llenar más de 50 años en una línea de cuentos. Mira, un salto. Toma la mochila y mientras, yo llamo para tomar billete y despacio, despacio, despacio darnos un salto hasta la casa de nuestro viejo amigo Juanito el de los Rododendros.  

Es tan fácil llegar a casa de Juanito el de los rododendros que ir y venir de ella, es línea recurrente en casi todos mis cuentos. De un salto puedes estar allí o simplemente, no llegar porque ni siquiera lo pensaste.

Venga, va ... ¡Vuela! 


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