Los tres puestos del podium de los estados con más sitios Patrimonio de la Humanidad están ocupados por Italia en primer lugar, con 45 sitios, seguido de España con 42 y China con 40. En pocos ámbitos nos corresponde un lugar tan destacado dentro del panorama internacional y es que en la reducida superficie de la vieja Europa se concentra una gran parte de ese patrimonio mundial formado, a fecha de hoy, por 911 sitios en 151 estados.Como es sabido, el objetivo del programa es catalogar, preservar y dar a conocer sitios de importancia cultural o natural excepcional para la herencia común de la humanidad.Con pocas excepciones, que las hay, visitar un sitio Patrimonio de la Humanidad es garantía de que el viaje va a merecer la pena. A pesar de que acostumbran a ser lugares excesivamente visitados, sí es cierto que suele haber unas normas de comportamiento que se hacen indispensables para no dañar su conservación y permitir que las generaciones futuras puedan seguir admirándolos en los siglos venideros.Francia ocupa un bien merecido cuarto lugar en la lista, con 35 sitios, de los cuales 4 se encuentran a muy poca distancia unos de otros, lo que permite visitarlos en un par de días o incluso en un día apurando mucho. Son los siguientes:
- Puente del Gard (Región: Languedoc Roussillon / Departamento: Gard)
- Arlés à Monumentos romanos y románicos (Región: Provenza-Alpes-Costa Azul / Departamento: Bocas del Ródano)
- Avignon à Centro histórico (Región: provenza-Alpes-Costa Azul / Departamento: Vaucluse)
- Orange à Teatro antiguo y su entorno y el Arco del Triunfo (Región: provenza-Alpes-Costa Azul / Departamento: Vaucluse)
Y aquí nos encontramos nosotros, dispuestos a retroceder en el tiempo y dejarnos llevar por los caminos de la antigua Galia.El día que visitamos el Puente del Gard amanece frío, lluvioso, gris y muy triste. Tras cruzar la barrera, dejamos el coche en el parking; a pesar de que se aprecia un montaje preparado para recibir grandes afluencias de visitantes, en el gran aparcamiento sólo está nuestro coche y dos más. A la izquierda del puente, en la orilla norte, vemos el centro de visitantes, un centro de conferencias y un museo tecnológico, pero se encuentra todo cerrado. Caminamos pocos metros hasta encontrar el río Gard con su majestuoso puente que lo exploramos desde todas las perspectivas posibles.
Dejamos el coche fuera de la muralla y accedemos al centro histórico siguiendo un pequeño canal que atraviesa el antiguo barrio de los tintoreros. Damos una vuelta por el mercado central – que a pesar de ser domingo está abierto - y a través de una larga y desierta calle comercial desembocamos en la Place de l’Horloge, donde se encuentra el Ayuntamiento y, por esas fechas, también el mercado de Navidad.
En el hall del ayuntamiento se expone un bonito pesebre (crèche, en francés) y una mesa puesta tal como manda la tradición por estas fiestas, con una completa explicación de cada uno de los platos del ágape y su significado. Manda la tradición comer 13 postres (les 13 desserts) que simbolizan a Jesús y los doce apóstoles.El centro histórico de Avignon es pequeño y se puede recorrer perfectamente andando.
No muy lejos de la plaza del ayuntamiento se levanta el Palacio de los Papas, la catedral de Notre-Dame-des-Doms, la iglesia de San Didier, el Petit Palais y el puente de Saint Benezet
El famoso Pont de Saint Benezet, quedó inmortalizado en la canción infantil que dice... "Sur le pont d’Avignon on y dance on y dance, sur le pont d'Avignon on y dance tout le monde" aunque de los 22 arcos que originalmente tenía, sólo quedan cuatro en pie. Se terminó en 1185, fue destruido durante la cruzada albigense y se volvió a levantar en 1234. La pequeña capilla de San Nicolás sufrió también alteraciones durante este período y en 1513 se le añadió un ábside gótico.A cuatro pasos, se encuentra el Palacio de los Papas, un edificio inmensamente grande. Es fácil de encontrar y como dicen aquí “todos los caminos llevan al palacio papal”.Se trata del palacio gótico más grande de Europa, construido en el siglo XIV como palacio fortificado para la corte pontificia, símbolo de su gran poder entre 1309 y 1377.Es interesante perderse entre cámaras y estancias, jugar a imaginarse como se vivía en el palacio y darse cuenta del exquisito gusto del Papa Clemente VI. El recinto está dividido en dos secciones: el palacio viejo, construido por el papa Benedicto XII, entre 1334 y 1342, y el palacio nuevo, comenzado bajo su sucesor Clemente VI y finalizado en 1348: Dos papas, dos estilos. La sobriedad monástica y la simplicidad del palacio viejo reflejan la austeridad de Benedicto XII, mientras que el palacio nuevo presenta una rica decoración acorde con los gustos de Clemente VI, gran mecenas y amante de las artes y elegancia. Ya lo habíamos visitado años atrás, por lo que esta vez nos limitamos a dar una vuelta por sus exteriores.Mucho antes de que Vincent Van Gogh se enamorara de Arlés (más información en el post http://mttj-viajesyexperiencias.blogspot.com/2011/02/recordando-van-gogh-en-la-provenza.html) ya lo hicieron siglos atrás los romanos. Su situación geográfica entre el cruce del río Ródano y la Vía Aurelia hizo crecer el interés de Roma.Que una ciudad pequeña tenga tan importante patrimonio no es casualidad. Supo aprovechar la ocasión cuando se dio la guerra de poder entre César y Pompeyo. Mientras que Marsella apoyó a Pompeyo, Arlés se puso del lado de César. Cuando éste aplastó las aspiraciones del primero, convirtió a Arlés en la primera ciudad de la región. Un teatro con capacidad para 12.000 personas y un anfiteatro para 20.000, son una evidencia de la importancia que tuvo en aquellos tiempos. Posteriormente, le sucedieron altos y bajos pero nunca perdió su prestigio como gran centro marítimo e importante puerto fluvial.La ciudad vieja es un laberinto de callejuelas y la empedrada Rue Hotel de Ville nos acompaña hasta la Place de la République donde se encontraba el antiguo circo romano.Hoy no queda ni rastro, pero es una plaza muy monumental, con el ayuntamiento, el edificio de correos (la Poste), una fuente con obelisco, en el centro y, especialmente la iglesia de San Trófimo, dedicada al santo que introdujo el cristianismo en Francia. El Patrimonio mundial de Arlés abarca tanto los monumentos romanos como los románicos y el ejemplo más significativo es San Trófimo, cuyo pórtico es una espléndida muestra de románico provenzal.
Fue esculpido entre 1152 y 1180 por los clérigos más cultivados que asociaron una imagen de la visión de San Juan con la del Juicio Final que representa a Jesús en el centro rodeado por los cuatro evangelistas. Visitamos su interior que contiene unos interesantes sarcófagos de mármol esculpidos con mil y una filigranas, pero su encanto se encuentra indiscutiblemente en la fachada, donde merece la pena no perderse detalle. El claustro aunque bastante ennegrecido, es también muy interesante, especialmente porque se puede acceder a la terraza y admirarlo desde una perspectiva diferente. En estas fechas se está celebrando una exposición de santones, las figuras de tierra cocida que generalmente adornan los pesebres. En la Provenza existen varios artisans santonniers y se pueden encontrar auténticas maravillas. Este año se celebra la 56 edición de la muestra y aunque la que visitamos en el 92 en ese mismo lugar era bastante más lucida, merece igualmente la pena.
Para visitar el anfiteatro y el teatro romanos, se puede comprar una entrada de 6€ que incluye ambos monumentos.
El anfiteatro (año 90dC) se utiliza también como plaza de toros. De tamaño colosal (136m x 107m) es mayor y más antiguo que el de Nimes.
En la Edad Media se fueron construyendo casas en su interior de tal manera que las paredes exteriores del anfiteatro hacían la función de muralla. Para completar la fortificación se añadieron unas torres de vigilancia desde las cuales se puede disfrutar de una de las mejores vistas de la ciudad vieja, los barrios nuevos, el Ródano y la cadena de los Alpilles.
A pocos pasos, se encuentra el Teatro romano, gran parte del cual ha sido restaurado.
Cerca del río se pueden ver las Termas de Constantino y un pequeño fragmento de la antigua muralla incrustado en un degradado edificio. En realidad, toda esta zona a orillas del río está bastante deteriorada.La ciudad de Orange tiene también una fuerte influencia romana, donde destacan el arco del triunfo y el gran teatro antiguoAsí como de las otras ciudades tenía aún un recuerdo muy vivo, Orange había desaparecido casi por completo de mi registro. No pudimos entonces visitar el teatro porqué ya lo encontramos cerrado, por lo que tenía especial interés en volver. La entrada cuesta 8€ pero incluye una audioguía en español y la visita al Museo de Arte e Historia que se encuentra justo enfrente. Primero podemos ver un interesante audiovisual que sintetiza los 2000 años de historia del teatro desde su construcción, su utilidad como fortaleza durante la Edad Media, su posterior labor de recuperación y la función actual.Sus colosales dimensiones impresionan, especialmente desde las gradas más elevadas, no recomendadas para los que sufren de vértigo. Se construyó durante el reinado de César Augusto y podía acoger a 10.000 espectadores. El muro de escena de 103m de ancho y 37m de alto es uno de los tres que se conservan actualmente (los otros dos se encuentran en Siria y en Turquía) y del que Luís XIV dijo que “era la más bella muralla de su reino”. Del antiguo decorado con estatuas, frisos y columnas de mármol quedan tan sólo algunas muestras, con la imagen del emperador Augusto presidiendo la diversión.
En la parte interior del teatro se pueden ver diferentes representaciones multimedia llamadas “los fantasmas del Teatro” que recrean las diferentes etapas que ha vivido.
Cada verano se celebra un importante festival de ópera internacional.Tampoco puede pasar por alto el gran arco del triunfo, edificado también bajo el reinado del emperador Augusto en la vía que unía Arlés y Lyon, aunque parece ser que fue reconstruido por el emperador Tiberio. Se levantó en honor a los fundadores de la colonia y representa la dominación de Roma sobre los galos como así lo ilustran los frisos del arco que narran las historias de las victoriosas campañas por tierra y mar. Los escudos y cascos militares que adornan la parte inferior de los arcos laterales pertenecen a tropas celtas o galas y la posición que ocupan parece evidenciar la derrota ante las tropas romanas.
El legado que dejaron los romanos en estas regiones del sureste de Francia evidencian la fuerza con que la colonización arraigó desde el comienzo.