Hoy el consejo de ministros recupera el impuesto sobre el Patrimonio, un impuesto que grava a las clases medias, según apuntan algunos medios de algunos ruedos. Esto implicaría, sacando las cosas de quicio, que los 1,5 millones de personas de Catalunya que tienen verdaderos problemas no sólo para llegar a final de mes, sino para cubrir sus necesidades básicas de comida (repito, comida) y que hasta hace poco formaban parte de esa etérea y abstracta clase media, han rellenado su colchón con más de 700.000 euros de patrimonio neto, que es por donde transcurre la línea entre la al parecer clase media y los desgraciados que no tienen ese dinero.
Pero los ricos no tienen por qué llorar. Si reinvierten ese patrimonio, creando empleo y, de paso, más riqueza para ellos también (igual por ahí podrían empezar a darle vueltas al asunto), ese dinero quedaría libre de impuestos, incluso desgravaría, así que el camino está marcado. Nadie ha dicho que sea fácil, pero desde luego más difícil es para un parado que ha acabado su prestación de desempleo, si la tenía, llegar a final de mes. Y eso no desgrava.