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Paula José Quintero: “No hay tal cosa como ‘paciente difícil’ sino que hay ‘pacientes difíciles para mí’ ”

Por Davidsaparicio @Psyciencia
Paula José Quintero: “No hay tal cosa como ‘paciente difícil’ sino que hay ‘pacientes difíciles para mí’ ”

Paula José Quinteros es terapeuta certificada por el Behavioral Tech en Terapia Dialéctica Conductual — una de las terapias con mayor evidencia para el tratamiento del trastorno borderline; coautora de dos manuales clínicos: del primer manual latinoamericano de Terapia Breve de Activación Conductual para la Depresión y del Manual de Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) con Adolescentes; codirectora de los entrenamientos en Grupo ACT Argentina y también se desempeña como docente invitada en la Universidad Favaloro en Buenos Aires.

En Psyciencia tenemos el honor de contar con ella como columnista regular y de hecho, ella fue una de las primeros psicólogos en confiar en nosotros, allá por el año 2012, para publicar sus artículos. Gracias a ella hemos aprendido mucho sobre la estrecha relación entre la psicología científica y el trabajo que desarrollamos los psicólogos clínicos dentro del consultorio.

Paula José Quintero: “No hay tal cosa como ‘paciente difícil’ sino que hay ‘pacientes difíciles para mí’ ”

Esta semana tuvimos el privilegio de conversar un poco con Paula y conocer más acerca de su trabajo y su perspectiva de la psicología actual.

¿Dónde y por qué estudiaste psicología?

No tengo una idea muy formada de porqué estudié psicología. Sin embargo podría dar varias razones de porqué me hubiera dedicado a la docencia y a la veterinaria, que estudié por poco más de un año, que son dos carreras que definitivamente pensaba para mí. Un día, tirada en mi cama mirando el techo — práctica que me era habitual por aquellos años — apareció la idea de estudiar psicología. Fue una idea que más bien vino sola, sin demasiados contenidos adicionales. Fui a mi sesión de terapia esa semana con mi queridísimo Dr. Salimena (que no es conocido pero aprovecho para hacerle un reconocimiento) y apenas le conté este pensamiento — porque de veras no era más que una idea — me dijo “Pero ¡por supuesto!”. Recuerdo que incluso dejó a su gato en el suelo — atendía siempre con él sobre el regazo — se incorporó de su sillón sonriendo y levantó sus brazos hacia arriba. Salimena estaba festejando. Para mí fue suficiente. Ese día salí del consultorio con una pila de libros que tuve que sostener con ambos brazos.

Los aburrí con esta historia porque me gusta contarla ya que no se trata de una historia de una gran vocación desde el comienzo. Encontrar la “vocación” es un tema muy doloroso y difícil para muchos. Quiero compartir otra versión: podés no tener una vocación inclaudicable y aún así sentir pasión por lo que hacés y dedicarle lo mejor de vos.

Estudié en la Universidad de Buenos Aires, orgullosa de concurrir a la Universidad Pública, más allá de algunas decepciones que fueron llegando con la cursada.

¿Cuántos años llevas trabajando como psicóloga?

Desde que empecé la Residencia en el hospital — manera intensa de comenzar, si las hay — hace 13 años.

¿En qué área te desempeñas?¿Cómo terminaste trabajando allí?

No tengo un sólo ámbito, pero si tuviera que elegir uno solo diría que me dedico a la psicología clínica, aunque no es la actividad que en este momento me ocupe el mayor tiempo de trabajo. La vocación docente finalmente ganó terreno y gran parte de mi actividad laboral implica dar clases y entrenamientos a terapeutas. Si tengo que contar cómo terminé trabajando en estas cosas tendrían que editar la respuesta porque sería larguísima, pero creo que, básicamente, llegué ahí porque hubo gente confió en mí para estas tareas. Ahora estoy pudiendo dedicar un poco más también al área de investigación, que me interesó desde el comienzo. También me dedico a escribir sobre psicología. Es el maleficio de aquellos a los que nos interesa un poco todo. Me gusta todo dentro de la psicología y no soy muy buena en ninguna cosa, digamos.

¿Qué es lo que más amas de tu trabajo como psicóloga?

Yo creo que, básicamente, lo que me gusta es la conversación. Todo lo que hago implica conversar, incluso cuando escribo, hay un diálogo en mi cabeza con la potencial lectora o lector. Tengo mucha curiosidad por el mundo de los humanos, y conversar es la mejor vía que encontré para conocer. Siento que esta profesión es un lugar privilegiado para conocer y el consultorio, el aula, son lugares óptimos para que esta conversación suceda. Podría decir también que siento una gran afinidad con las personas que sufren y grandes deseos de ayudar, lo cual también es cierto.

¿Cuáles son los aspectos más desafiantes de tu trabajo?

Creo que el mayor desafío se me presenta en la clínica y tiene que ver conmigo, no con mis pacientes. Trabajo con personas con desregulación emocional, mayoritariamente mujeres. Lo más difícil es escuchar algunos relatos de vida en donde la extrema invalidación está presente. El desafío es encontrar un balance entre conectar y validar y aun así trabajar para el crecimiento personal de la consultante, aun cuando tenga buenas razones para no querer intentar.

El desafío menor también tiene que ver conmigo: lidiar con mis propios pensamientos difíciles mientras hago las cosas que son importantes para mí. Pero supongo que esos me acompañarían siempre, haciendo este trabajo y también cualquier otro.

¿Alguna vez has sentido que te quedaste sin recursos para ayudar a un paciente?¿Qué haces en estos casos?

Hablando de mis pensamientos difíciles, nunca me he sentido totalmente confiada de mis recursos así que, en mi cabeza, esa es una experiencia bastante habitual. Tengo la suerte de tener un equipo de consultoría con el cual nos reunimos una vez por semana justamente para ayudarnos cuando nuestros recursos no alcanzan. ¡Incluso para ayudarnos con nuestros pensamientos difíciles! Se trata de un espacio en dónde lo que supervisamos es el accionar del terapeuta y sus dificultades. Sostenemos algunos principios en el equipo y uno de ellos es el de “somos falibles”. De modo que lo primero que hago cuando me siento sin recursos es tratar el tema en mi equipo. De ahí pueden surgir muchas alternativas, la mayoría muy útiles.

¿Cómo estructuras la primera entrevista con un paciente?

Ah! tengo una lista muy concreta de cosas que quiero preguntar pero que quedarán para sesiones posteriores. No la estructuro de ninguna manera. Desde hace algún tiempo dedico la primer entrevista sólo a escuchar al consultante. Cómo venga, diga lo que diga, en el orden en que prefiera. Porque lo primero que quiero comunicar es que puedo estar presente escuchando. Ese es el mensaje que quiero dejar en una primera sesión. Y eso es lo que intento cultivar. Para eso necesito practicar aceptación de mis propios ímpetus, no es fácil pero mi experiencia — la cual no sirve de mucho como evidencia, lo sé — me dice que es la mejor de comenzar.

¿Qué enfoque o enfoques elegiste para trabajar y por qué?

Utilizo modelos conductuales, por ponerlo simple. He estudiado y sigo estudiando sobre DBT (Terapia Dialéctico-Conductual), ACT (Terapia de Aceptación y Compromiso) y Activación Conductual. Cuándo pienso en por qué elegí esos modelos la respuesta más honesta es “porque sí”. Pero como la honestidad muchas veces aburre, voy a intentar una respuesta más decente. En primer lugar, no son modelos que elegí para siempre, son modelos que uso. Esto quiere decir que hay posibilidades de que en el futuro use otros, ya que si las cosas van bien estos modelos serán superados.

Se trata de enfoques que no tienen un modelo previo sobre cómo se debe vivir. En este sentido son enfoques que, bien utilizados, se orientan completamente a la definición que cada consultante tenga de lo que implica una vida con sentido. Practican un profundo respeto por los valores personales de cada persona y escapan a definiciones universales sobre lo que está bien o mal, es correcto o incorrecto en términos absolutos. Tienen foco en la conducta efectiva más que en la verdad o racionalidad — son modelos basicamente pragmáticos. Creo que la supuesta racionalidad de los seres humanos está sobrevaluada. La ciencia evolutiva tiene cosas muy interesantes que decir respecto a cuales podrían haber sido las funciones de nuestra “racionalidad” y todas están bastante lejos de “la búsqueda de la verdad”, por cierto.

El desafío es encontrar un balance entre conectar y validar y aun así trabajar para el crecimiento personal de la consultante, aun cuando tenga buenas razones para no querer intentar

Por otro lado, se trata de modelos no juiciosos ni peyorativos respecto al sufrimiento que proponen un terapeuta que se ubica en una posición de igualdad con sus consultantes. También comparten la base en la investigación básica, algo que le pediría a cualquier psicoterapia, de manera más o menos exigente dependiendo del caso.

Si tuviera que resumirlo, diría que prefiero enfoques ideográficos por sobre los nomotéticos y creo que con eso estoy diciendo bastante.

En tu opinión, hay algún factor específico que ayude a la mejoría de la mayoría de los pacientes (en el terapeuta y/o el paciente), ¿cuál?

Tengo que decir Exposición, no tanto porque lo crea sino porque capaz logro que algunos terapeutas que desconocen el recurso se pongan a investigar y leer más sobre eso.

¿Cuáles crees que son las habilidades más importantes que debe tener un terapeuta?

Curiosidad. Lo cual implica muchas cosas que admiro de un/a terapeuta: estar presente, aceptación e interés genuino.Y la pienso aplicada a la clínica y también a la formación del terapeuta.

¿Cuál/es es el mejor libro sobre psicología o terapia que hayas leído?

¿No tenían una pregunta más difícil de responder? Va con cariño.

No estoy segura de que sea el mejor pero sí uno que en su momento tuvo mucho impacto en mí como terapeuta: Cognitive-Behavioral Treatment of Borderline Personality Disorder de Marsha Linehan. Ahí básicamente van a encontrar casi todas las cosas que funcionan en psicoterapia. Y además fue el libro que más libros me llevó a leer, lo cual no es poco.

No puedo dejar de mencionar, además, a 50 Great Myths of Popular Psychology: Shattering Widespread Misconceptions about Human Behavior de Scott Lilienfeld y colaboradores. Creo que ese libro le hace bien a nuestro campo, en muchísimos sentidos.

¿Qué libro o investigación estás leyendo actualmente?

En estos días estoy leyendo bastante sobre Interteaching. Básicamente se trata de una manera diferente de enseñar en el aula y de aumentar la involucración de lxs alumnxs en el proceso de aprendizaje. Me enteré de su existencia por Kelly Wilson, que es uno de los creadores de ACT que a su vez se dedica a la docencia. El mencionó este recurso y me puse a leer más. Consiste en un formato en donde los roles habituales (profesor/a que habla, alumnx que escucha) desaparecen como tales. Me parece una propuesta sumamente interesante y estoy pensando cómo probar algunas de estas cosas en mis clases.

¿Qué haces para evitar el burnout en tu trabajo o cuando atiendes a un paciente “difícil”?

Depende. Creo que no hay tal cosa como “paciente difícil” sino que hay “pacientes difíciles para mí” así que tendré que ver en ese caso qué me es dificil a mí en esa situación particular. De acuerdo a eso, supongo que lo que hago es intentar aplicar algunos principios que trato de entrenar en mis consultantes, como guiarme por valores trabajando sobre los obstáculos que aparezcan para mi en esa situación. En esa dirección algo que me es muy util es asistir a clases, talleres o cursos. Aprendo recursos de otros terapeutas y se me renueva el interés por intentar nuevas formas de afrontar mis dificultades. Lo que sí trato de hacer es dedicarme a otras cosas dentro de la psicología y no sólo a la clínica y eso quizá también ayude.

Quiero aclarar que esto vale para cuando uno puede manejar sus tiempos. Creo que el burnout es consecuencia muchas veces de malas condiciones laborales para los profesionales de la salud. Cuando el factor principal es político/social, creo que es perverso dejar en manos de los mismos profesionales la responsabilidad de lidiar con el burnout. En esos casos necesitamos pensar nuevas políticas que impliquen mejores condiciones laborales. Quiero decir que si se fuerza a los trabajadores a atender pacientes sin descanso durante 12 horas o los horarios de guardia no respetan las capacidades, no tiene mucho sentido ofrecer un curso de mindfulness para estas personas. Lo que se necesita es crear las condiciones necesarias para que puedan brindar una buena atención sin quemarse en el intento.

¿Cual es el psicólogo/investigador o académico que más admiras?

Tengo que decir B. F. Skinner, por las mismas razones por las que sugerí Exposición más arriba.

Realmente soy muy mala para responder a este tipo de preguntas, disculpas.

En tu opinión, ¿cuál es el mayor obstáculo que afronta la psicología?

Más que de obstáculos voy a hablar de desafíos.

Respecto a la psicología clínica, que los buenos tratamientos lleguen a las poblaciones vulnerables.

Respecto a la investigación, que el conocimiento científico circule, en lugar de convertirse en negocio para unos pocos. Estoy a favor del acceso abierto, por razones obvias.

Y respecto a la psicología en general, dos cosas. Que tengan mayor visibilidad las mujeres. Esta es una profesión en donde la mayoría son mujeres pero pareciera que el protagonismo se lo lleva el hombre blanco norteamericano. Pero este es un problema que probablemente exceda el campo de la psicología. Además, creo que la psicología debería poder ganarse un lugar en la mesa de discusión de políticas sociales. La psicología ha desarrollado buenas maneras de cambiar el mundo para mejor, sería genial que algunas de esas cosas puedan considerarse.

¿Qué le recomiendas a los psicólogos que recién inician?

Yo no recomendaría nada, porque no creo que mis recomendaciones valgan de algo. Lo que sí puedo decir es lo que me gusta ver sucediendo: me gusta el escepticismo bien entendido.


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