España y el ser humano a nivel mundial se enfrentan actualmente a la mayor amenaza hacia nuestra salud causada por el coronavirus SARS-CoV-2 (COVID-19), situación declarada por la OMS como alerta sanitaria. Ante esta situación, los profesionales sanitarios se ven sometidos a un incremento masivo de asistencia sanitaria tras la avalancha de personas contagiadas en pocas semanas. Para poder prestar su ayuda, es imprescindible que nuestros sanitarios dispongan de habilidades de gestión de emociones, pensamientos y conductas para evitar la aparición de consecuencias a nivel físico y psicológico a corto y largo plazo. Sin embargo, y aunque la prioridad actual radica en erradicar el virus, disminuir el número de personas contagiadas y salvar el mayor número de vidas, no podemos olvidar y destinar los recursos que sean necesarios para cuidar de nuestros profesionales sanitarios, nuestros “héroes” de carne y hueso.
Los desastres y las emergencias de cualquier índole son acontecimientos extraordinarios que rompen la vida cotidiana de las personas y suponen una amenaza. Estas situaciones provocan estados de alteración a nivel físico y emocional que de no ser controlados pueden desencadenar en determinados trastornos psicosomáticos. A este estado de alteración se le denomina estrés.
El estrés es una sensación que se experimenta cuando la persona valora que una situación o cúmulo de situaciones le sobrepasa, supera los recursos de los que dispone para hacerle frente y supone un peligro a su bienestar personal (Lazarus Y Folkman, 1986). Existen diferentes fuentes de estrés, tales como las derivadas de sucesos vitales intensos y extraordinarios, sucesos diarios estresantes de menor intensidad y situaciones de tensión mantenida crónica.
Estas últimas situaciones son especialmente peligrosas porque combinan la elevada intensidad de los primeros y la larga duración de los segundos. El estrés ante estas situaciones hace referencia a la respuesta de nuestro organismo para hacer frente a una determinada amenaza, movilizar todos los recursos que la persona dispone para mantenernos activos, poder resolverlo y volver a la normalidad lo antes posible. El problema radica cuando la amenaza perdura en el tiempo y nuestro cuerpo no puede mantener esos niveles de activación tan elevados durante tanto tiempo, agotándose y perdiendo eficacia. La energía se ve mermada, se pierde la atención y la concentración y los pensamientos se vuelven más difusos, entre otras consideraciones.
La situación actual en la que nos encontramos, la pandemia del COVID-19, supone un suceso estresante vital intenso y extraordinario además de combinarse con sucesos de larga duración. Nuestros profesionales sanitarios se ven sometidos a una gran carga de estrés derivado de muchas horas de trabajo y un gran desgaste emocional tras encontrarse en primera línea de contacto con la infección y riesgo de contagio, pudiendo dar lugar a una gran ansiedad. Nuestros sanitarios, esos “héroes” de carne y hueso como decíamos, son personas a las que dicha situación puede sobrepasarlas. Personas con miedos reales al contagio, a no poder prestar la atención necesaria si se ven afectados, poder transmitirla a otras personas (pacientes, familiares o compañeros), etc. Personas de especial relevancia para todos en estos momentos que debemos proteger y cuidar al máximo posible.
Para ello, desde la Psicología y en nuestro caso, desde PsicoAbreu, queremos ofrecerles una serie de pautas que les ayuden a manejar el estrés vivido en estos momentos.
Como sanitarios, ¿cómo manejar el estrés asociado a esta situación de emergencia sanitaria?
- Atender a nuestras necesidades fisiológicas. Hacer descansos con regularidad de 10 minutos cada 2 horas, comer y beber aunque no sienta la necesidad de hacerlo durante muchas horas. Si se tienen en cuenta sus necesidades seremos más eficaces.
- Cuando se tome un descanso, intente no pensar en la situación actual para conseguir desconectar y poder volver a la acción. Es importante tener “pausas emocionales”, distraerse con algo que me mantenga la mente ocupada y sea relajante. No busque información en estos momentos, no lea las noticias y si se encuentra en salas de descanso con otros compañeros, desviar la atención hacia otras temáticas.
- Tome conciencia de pensamientos negativos, miedos y síntomas de ansiedad. “PARA” y toma conciencia de ellos para poder trabajarlos. Contacta con un profesional de la psicología si se siente desbordado e incapaz de manejarlos.
- Elimine y cambie pensamientos de culpabilidad. Es frecuente que ante estas situaciones aparezcan pensamientos del tipo “si me contagio y contagio a algún familiar seré culpable de…”. No somos culpables ante hechos que se escapan de nuestro control y no se realizan de manera intencional. Por tanto, somos responsables de tomar las medidas necesarias pero no culpables si se diera el caso, por ejemplo, de contagiar a otras personas.
- Exprese sus emociones negativas hablando de ellas, exprese cómo se siente así conseguiremos de nuevo consciencia, control y poder gestionarlas.
- Sea positivo, exprese emociones y pensamientos positivos hacia los demás y hacia el futuro. Nos encontramos en una situación transitoria, que pasará y superaremos porque ¡juntos podemos! ¡todo irá bien! ¡todo saldrá bien!
- Realice ejercicios de relajación. Haga respiraciones profundas en los descansos, visualice imágenes agradables o que se encuentra en su lugar favorito.
- Mantenga una rutina de hábitos saludables, alimentación y ejercicio. No olvide que nuestro bienestar psicológico depende de nuestro bienestar físico.
- Es importante sentirse seguros, exija el material de protección pertinente.
Es normal que durante tales circunstancias aparezcan síntomas de ansiedad o estrés durante los días inmediatos y posteriores a la emergencia sanitaria que vivimos. Sin embargo, si estos síntomas continúan o no consigue gestionarlo por sí mismo, le sugerimos que busque apoyo y asistencia de profesionales especializados que puedan ayudarle. Nosotros como psicólogos online estaremos encantados de atenderle y ayudarle.