Revista Psicología

Pautas para trabajar la personalidad obsesivo-compulsiva

Por Centro Psiconet

En el artículo anterior revisamos las principales características de este tipo de personalidad. Una de ellas, la contención emocional, es la causa principal para decidir pedir asistencia psicológica. ¿Por qué? Para liberar la tensión y ansiedad acumuladas cuando sentimos que ya no podemos contenernos más.

Sin embargo, no siempre seremos conscientes de que una de las causas de nuestro malestar sea emocional, ya que nuestra naturaleza perfeccionista y exigente hace que tendamos a ocultar aquellos sentimientos “inadecuados” que nos cuesta afrontar.

Como ya comentamos, nuestro patrón de pensamiento y actuación estará basado en la optimización del tiempo y en la aplicación de normas o protocolos casi inalterables. Proponernos cambiar esta forma de comportamiento no tendrá éxito, ya que precisamente actuamos así para evitar al máximo cometer errores. El objetivo central de la terapia será flexibilizar las estrictas normas auto-impuestas pero no eliminarlas. No tenemos que convertirnos en una persona despreocupada si no forma parte de nuestra personalidad serlo, pero sí está en nuestra mano intentar equilibrar nuestro control y exigencia, evitando que nos desborde.

Una forma efectiva para trabajar estos aspectos sin vernos superados por la incertidumbre y abandonar la terapia antes de tiempo es la de plantearnos como retos los objetivos a conseguir. De esta forma estaremos utilizando nuestros recursos personales para mantener la motivación de cumplir los retos propuestos cada semana y lograr flexibilizar nuestra tendencia al perfeccionismo y la exigencia.

Los principales objetivos de intervención serían los siguientes:

– Modificar nuestra rutina y dar importancia al tiempo de ocio: Ya sabemos que probar cosas nuevas y enfrentarnos a la incertidumbre del “¿me gustará?, ¿saldrá bien?” suele paralizarnos, dificultando nuestra toma de decisiones y generando ansiedad.

Todo empieza por cambiar el trayecto habitual para ir al trabajo, variar los horarios en los que sacamos al perro o vamos al gimnasio, exponernos a probar platos nuevos y sobre todo, enfrentarnos a entregar un informe sin haberlo revisado y sin llevarnos trabajo a casa.

– Detectar y modificar los errores de pensamiento: Especialmente los relacionados con la exigencia y la tendencia a magnificar los errores.

– Identificar y aceptar nuestras emociones: Estamos habituados socialmente a que hay emociones “malas” como la tristeza o el enfado y que es horrible experimentarlas, así que si tendemos a reprimirlas estaremos propiciando que nos desborden en el momento más inesperado, sufriendo por no saber por qué hemos explotado. Es muy importante aprender que todas las emociones son necesarias y que todas nos dan información útil. De forma complementaria ayudaremos al desahogo emocional con técnicas de relajación o desfogue físico como un deporte de cardio.

– Fomentar la comunicación asertiva: Debido a nuestro temor a cometer errores o a los conflictos, nuestro estilo de comunicación será pasivo, reprimiendo críticas y acumulándolas sobre nuestra espalda, por lo que entrenarnos en cómo relacionarnos con los demás y expresar cómo nos sentimos de forma adecuada será uno de los objetivos más importantes de la terapia.

– Empoderarnos: Aprender a valorar nuestros logros y sobre todo a aceptar que tenemos derecho a tener defectos o a cometer errores, que no somos superhéroes obligados a hacer todo bien, porque nadie es capaz de hacerlo.

Si te sientes reflejado en alguna de las características de este tipo de personalidad y consideras que hay aspectos que te están haciendo sentir mal y quieres poner en práctica estos objetivos, no dudes en consultarnos.

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