China, el enorme gigante asiático encierra leyendas ancestrales y una historia apasionante. Pero también muchas costumbres cotidianas que pueden ser de utilidad mencionar para el turista que se adentra en estas tierras por vez primera.
- Interminables atascos. Conducir por China se convierte en una auténtica aventura, sobre todo por grandes ciudades del interior. En Pekín se puede disfrutar de un código de circulación más riguroso. Es por ello recomendable moverse con un guía que se encargue de los desplazamientos. Los semáforos son en muchos casos orientativos y los intermitentes se suelen sustituir por el claxon. Por si no lo sabéis, es el país con récord en atascos. A finales de agosto de 2010 los conductores sufrieron un atasco de nueve días en la carretera de más de 100 kilómetros que conduce a Pekín. Cruzar la calle es también una aventura. Los coches se resisten a frenar en los pasos de cebra, pero ir por la acera a veces no es del todo seguro, las motos y bicicletas las ocupan a sus anchas en ciudades y barrios.
- Cómo avanzar puestos en una cola. Sí, los chinos tienen una cualidad sobrenatural para avanzar puestos en una cola, y no precisamente sin levantar sospechas. Lo mejor es cargarse de paciencia, respirar hondo y resignarse, aunque no demasiado, sobre todo si el propósito de estar en esa fila es urgente. Y no hará falta pasar una larga temporada en China para darse cuenta de este pequeño detalle. Los aeropuertos, sobre todo en el caso de las escalas nacionales, son un lugar idóneo para toparse de frente con esta costumbre.
- No sin escupir. Una de las características más populares de sus habitantes es la de escupir. No importa el lugar. Ni si interrumpen un placentero silencio a bordo de un avión o en cualquier otro sitio. Ni mucho menos lo cerca o lejos que esté uno. De hecho, en la mayoría de autobuses locales que recorren el país y en los trenes es posible encontrar papeleras entre los asientos. Y no, no están ahí precisamente para tirar la basura, son para escupir.
- ¡Fuera el pudor! Cuando estamos de viaje en el extranjero, encontrar un baño público puede convertirse en una complicada tarea. En China no. Hay muchos, pero las sorpresas que nos esperan dentro son varias. Por un lado, y salvo en los hoteles, hay que olvidarse de la taza de váter tradicional. Las letrinas son la estrella del país. Otro inconveniente son las puertas. Hay algunos que no tienen. Y, en ocasiones, a pesar de haberlas, alguno decidirá no cerrarla.
- Obsequios. La gente de China es la más cumplida de todo el planeta. El respeto y la educación son parte básica de su cultura. Esto se manifiesta hasta cuando les regalan algo. Tanto al dar como al recibir regalos, se hace cogiendo el presente con las dos manos. Mera cuestión de cortesía. Este gesto se realiza incluso con las tarjetas de visita.
- La Gran Cibermuralla. Viajar a China, sacarse un selfie en la Ciudad Prohibida y subirlo a Facebook, Twitter, Instagram... Misión no imposible, pero a priori denegada. Sin la ayuda del VPN (un servicio de pago que ofrece conexiones a servidores de otros países) no se puede acceder a numerosas páginas bloqueadas por el Gobierno chino. La opción oficial son algunas redes y opciones paralelas. Durante 2010, Google dejó de ofrecer su página en el país. Aunque zonas como Hong Kong cuentan con unas leyes más relajadas en este sentido. Es el caso también de parte de Shanghai, en la parte financiera de libre comercio, para así atraer más inversiones.
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